Numeros Anteriores
Contacto
Voces Radio
T.V. Voces
No. 206
No. 205
No. 204
No. 203
No. 202
No. 201
No. 200

ESCENARIOS DE DESCOMPOSICIÓN

Un día en el rancho

GUILLERMO FABELA

(Exclusivo para Voces del Periodista)

 

Por fin, la mesa parecía estar arreglada a su entera satisfacción. Habían transcurrido tres horas a partir de que un ejército de sirvientes comenzara a colocar platos, vasos, copas, cuchillos, cucharas, tenedores, servilletas; además de candelabros de plata, saleros de igual metal y vistosas salseras, bajo la atenta mirada de la patrona, perfeccionista en grado extremo.

 

Tres horas que para ella transcurrieron sin darse cuenta, incansable en su ir y venir alrededor de la enorme mesa, colocada en el centro de un inmenso comedor, dando órdenes aquí y allá, con su voz chillona y estridente que ponía nerviosos a los criados novatos. Los de más antigüedad habían aprendido a mantenerse ecuánimes, sabedores de la peligrosa volubilidad de la mujer. Ay de aquel que rompiera o desportillara una pieza de la costosa vajilla, pues era conducido a un calabozo donde se le tenía a pan y agua hasta tres días. Las precauciones tomadas hacían más lento el trabajo, lo que llegaba a exasperar a la dama de frágil figura pero de una energía inagotable. Entonces alzaba aún más la voz cargada de resonancias guturales y ella misma tomaba la loza de las manos del nervioso mucamo y la colocaba, con ademanes teatrales, en el sitio que consideraba correcto.

Se retiró unos pasos de la mesa y caminó alrededor, con lentitud, mirando la superficie detenidamente. Se detuvo en una de las cabeceras y ordenó al jefe de su séquito de mucamos, un hombre de mediana edad acostumbrado a los desplantes de la mujer, le trajera una escalerilla. Mientras le era cumplida la orden, caminó hacia un trinchador de fina caoba, abrió un cajón y sacó una revista. La hojeó y se detuvo para observar una fotografía. La miró varios segundos y sonrió, satisfecha, al comprobar la similitud con la mesa recién preparada. El edecán llegó con la escalerilla de aluminio y se encaminó hacia la patrona, orgulloso de su diligencia. La ayudó a subir tres escalones, tomándola de su brazo derecho, altura que a ella le pareció suficiente para mirar en toda su extensión la gran mesa, de más de diez metros de largo y tres de ancho. Permaneció en esa posición más de un minuto, mientras el hombre la sostenía con ambas manos del antebrazo, mirándola de soslayo con ojos que delataban su morbosidad. La falda de amplios vuelos dejaba al descubierto las aún hermosas pantorrillas de la mujer, de alrededor de cincuenta años. Sus todavía hermosos y bien cuidados pies, con las uñas bellamente pintadas, que mostraba bajo unas coquetas sandalias con filigranas de oro, tenían la virtud de ponerlo nervioso.

Cuando la dama, al bajar los escalones,  pisó los mosaicos de mármol, el sirviente retiró sus manos del brazo aún macizo de la mujer, cerró la escalerilla y salió presuroso del amplio comedor que pocas horas después daría cabida a un selecto grupo de comensales. El ejército de criados (campesinos de la región, obligados a servir a la patrona por su extrema pobreza) esperaba expectante alguna indicación de la enérgica dama, quien sin decir nada caminó hacia la puerta que daba a una sala de estar de la mansión campirana de la poderosa familia. Entonces, el ama de llaves tomó el lugar de la señora de la casa y ordenó a los mucamos retirarse a la cocina. El lujoso comedor quedó en silencio en pocos segundos, profusamente iluminado por la luz solar que se filtraba por grandes ventanales en uno de los costados. Aun así, antes de salir el ama de llaves accionó el encendedor de las luminarias del techo, tres grandes arañas de cristal cortado distribuidas de modo que ningún espacio quedara sin luz. Corroboró que todo estaba en orden y salió también del comedor.

Dos hombres esperaban a la señora en la sala de estar, uno de ellos vestido de traje negro y con alzacuello que delataba su procedencia sacerdotal. Al verla entrar, con el garbo acostumbrado, se pusieron de pie como movidos por un resorte, dejando en la superficie de la mesa de centro sus vasos con tintineante hielo. La mujer avanzó hacia ellos, sonriendo coquetamente. Los saludó de beso en la mejilla nombrándolos por su nombre y los invitó a tomar asiento. Un sirviente se apresuró a llevarle un vaso de limonada, que tomó con displicencia nada más para dejarlo en la mesa. Con un ademán le ordenó al criado se retirara.

- Me da mucho gusto que no se olviden de nosotros y nos visiten en esta su humilde casa -dijo la mujer, con la mejor de sus sonrisas. Los dos hombres sonrieron también, satisfechos por el recibimiento de que eran objeto.

- A los amigos nunca se les olvida, aun cuando cambien las circunstancias -dijo el que vestía como ciudadano común, un hombre maduro, de fuerte personalidad, abundante barba entrecana y voz rotunda.

- Eso mismo digo yo, ustedes siempre tendrán un lugar muy especial en nuestros corazones.

La mujer se arrellanó en el sofá, sonriendo, mientras se arreglaba el cabello con un gesto mecánico. Esta era la primera visita que recibía después de haber regresado a su vida común, lejos de las candilejas del poder. Aún no se acostumbraba a su nueva situación de simple ciudadana, de ahí que se le hiciera raro el trato que le daba el sacerdote al nombrarla en diminutivo por su nombre de pila. Le pareció una falta de respeto y sintió el deseo de hacérselo saber, pero se contuvo a tiempo y sólo fingió un acceso de tos para aclararse la voz.

- Se lo agradezco mucho, don Abelardo, sobre todo cuando nadie parece acordarse de que seguimos vivos mi esposo y yo, dispuestos a servir al país como siempre lo hemos hecho, particularmente a los que menos tienen.

- Eso es lo que platicábamos David y yo antes de que tú llegaras -dijo el sacerdote, entonando la voz. Se le notaba que hacía grandes esfuerzos por controlar sus frecuentes gesticulaciones que lo hacían verse grotesco, sin poderlo lograr. Continuó diciendo: Es una lástima que no haya reelección en nuestro país, pues las cosas se van a descomponer ahora que los hombres del poder son otros, aun cuando sean nuestros amigos.

- Lo mismo digo, no faltaba más -dijo David, tomando el vaso para dar un sorbo y limpiarse las barbas con el dorso de la mano. No habíamos venido porque no nos podíamos poner de acuerdo. Pero por fin pudimos y aquí estamos, como siempre, con los brazos abiertos en solidaridad con los amigos, no faltaba más.
-Es una lástima que mi marido no esté aquí ahorita, para saludarlos. Será en otra ocasión, no faltaba más, como dice David -dijo la dama, dando un sorbo a su vaso de limonada. Pero díganme en qué puedo servirlos, si es que traen algún problema, además de saludarnos.

Los dos hombres intercambiaron miradas cómplices, y tras unos segundos el sacerdote se decidió a tomar la palabra:

- Nos conocemos muy bien para andarnos con rodeos, nos conocemos de sobra -dijo, aclarándose la voz con un trago a su vaso de whisky. Venimos a decirte que un negocio de David y mío, por el que recibiste un fuerte apoyo para tu fundación, se quedó a medias y queremos que nos ayudes a culminarlo, intercediendo con el Presidente, si te parece correcto.

La dama se movió como si estuviera incómoda en su asiento, dio un sorbo más a su limonada y dijo:

- Entiendo, sé a que negocio se refiere, señor obispo. Yo creí que todo había salido bien en su momento. Entonces hubiera sido más fácil solucionar cualquier inconveniente, pero ahora será más difícil, usted debe comprenderlo.

- Por supuesto, las circunstancias han cambiado, aunque gracias a Dios de manera no tan desfavorable como hubiera sucedido si “el loco” gana las elecciones y nos derrota. Eso hubiera sido fatal para el país. Gracias a Dios no fue así, por eso es que estamos aquí, pues sabemos que hay muy buena relación con el señor Presidente.

La mujer lo interrumpió, incorporándose en el sofá, con gesto de impaciencia.

- Así queremos que siga, por eso debemos ser muy cuidadosos.
Ustedes conocen muy bien al Presidente Cabrera, es de mecha corta y no se anda por las ramas. El tiene sus propios compromisos. ¿Por qué no le tratan el asunto directamente a él?

David tosió e hizo una seña al sacerdote para ser él quien respondiera la pregunta.
- La verdad es que no hay la confianza que tenemos contigo y con tu marido. Además, el negocio pudiera no ser del agrado del Presidente Cabrera, y en lugar de beneficiarnos nos podría perjudicar. En cambio, si ustedes se lo tratan, haciéndole ver la conveniencia para el país, lo único que podríamos perder, en caso de que no estuviera de acuerdo en ayudarnos, es el negocio mismo, no otra cosa.

- En eso tienes razón, David. Déjenme decirle a mi marido, en la primera oportunidad, el motivo de su visita, además de saludarnos, y yo me pongo en contacto con ustedes. Por cierto, la fundación atraviesa ahorita por una situación difícil, y no me vendría mal que ustedes la apoyaran, como siempre lo hicieron en el pasado.

Los dos hombres trataron de hablar al mismo tiempo y sólo se quitaron la palabra uno al otro, hasta que el sacerdote alzó la voz, para imponerse.

- De eso no te quepa duda, para eso somos amigos y lo seguiremos siendo. Estoy convencido de que nos habremos de necesitar mutuamente en los años venideros, ¿no lo crees así, David?

El aludido dio un salto en su asiento, dejó el vaso de whisky sobre la mesa y limpiándose las barbas humedecidas, dijo:

- Por supuesto, no faltaba más, para eso son los amigos, para darse la mano mutuamente. Estoy convencido de la fructífera labor de la Fundación Vamos por los Pobres, así como del altruismo de sus muchas tareas. Mal haría en no apoyarla. Cuenta con mi solidaridad eterna, y para que veas que me doy por bien servido, aquí te dejo este adelanto.

Se llevó su mano derecha a la bolsa de la camisa y sacó un cheque que depositó en la mesa, enfrente de la mujer. Ésta tomó el papel y lo miró de soslayo. Sonrió levemente y se lo guardó en la bolsa de su chaqueta de piel. Dio por terminada la entrevista, poniéndose de pie, llamó a su edecán, que se encontraba oculto atrás de una columna, atento a cualquier gesto de su patrona. Le ordenó acompañar a los dos hombres a la puerta de salida de la mansión, se despidió de ellos con un fuerte apretón de manos, sin permitirles la besaran en la mejilla. Cuando se quedó sola sacó el cheque y lo miró detenidamente. Sonrió complacida y se lo volvió a guardar.

Horas más tarde se reunía con su marido, quien llegó encabezando una comitiva de diez camionetas “Hummer”. El arribo fue anunciado por estridentes ladridos de la jauría de  perros doberman, metidos a esa hora en una jaula en la parte trasera del enorme jardín. La dama había pasado el resto de la tarde acicalándose para la cena, con ayuda de dos mucamas de su entera confianza, quienes conocían a la perfección las preferencias de su patrona, sus filias y fobias. Disfrutaban bañándola, no por ser lesbianas, sino por el gusto de servir a una mujer de inmenso poder, del que se habían beneficiado en diversas ocasiones y le vivían agradecidas. Lo esperó en la sala de estar, ataviada con un vestido largo de fina seda color verde botella, comprado en exclusiva tienda de París para la ocasión. Al verla, su marido sonrió complacido y aceleró sus pasos para abrazarla. Le dio un beso casi furtivo en la boca y se retiró para recibir a sus invitados, que venían detrás, admirando la sobria arquitectura de la casa, y la colección de sillas de montar que le daban a la mansión un sello más campirano, colocadas en ambos lados de un largo corredor de armónicos arcos.
Una vez finalizada la ceremonia de presentación de los personajes invitados, todos extranjeros, la dama tomó del brazo a su marido, lo condujo a un rincón de la amplia sala, y con voz pausada le dio a saber la visita del obispo Abelardo Centeno y del abogado David Hernández. El hombretón de casi dos metros la escuchó e hizo una mueca de disgusto. La miró con ojos que denotaban su molestia y dijo:

- ¡Qué lástima que no estuve aquí temprano para saludarlos! Tan buenos amigos que son. Siempre nos ayudaron cuando los necesitamos.

La mujer lo miró con desprecio, movió la cabeza de un lado a otro y dijo, mirando hacia donde se encontraba el grupo de extranjeros:

- No seas ingenuo, ese par de pillos siempre te utilizaron mientras fuiste el señor Presidente… Qué bueno que ya empiezas a entender que los buenos negocios están con nuestros amigos extranjeros, no con tipejos como el obispo Centeno y el abogado David Hernández.
Dio media vuelta, dejando al hombre boquiabierto. No se esperaba tal respuesta, teniendo en cuenta los cuantiosos negocios hechos años atrás con ambos personajes. Quiso alcanzarla para hacerle ver su error, pero desistió al darse cuenta que ya había sido rodeada por varios individuos que se esmeraban en hacerse entender con su pésimo español, quienes se mostraban vivamente interesados en conversar con la frágil pero poderosa mujer que apenas unos cuantos meses atrás había sido “la Primera Dama”, como le gustaba le dijeran. Su marido se encogió de hombros y se dispuso a cumplir su responsabilidad de digno anfitrión.  

 

 

 

 Edicion 207
Editorial
Sola, peligroso. "Mito genial"
Pag. 2
Voces del director
OBAMA ¿De inspección al patio trasero?
MOURIS SALLUM
Pag. 3
La subcultura de la miseria: Baldón Nacional
ABRAHAM GARCÍA IBARRA
Pag. 4
LA LUPA POLÍTICA
ALFREDO JALIFE RAHME
Pag. 5
Citibank-Banamex en el diabólico mundo de Wall Street.
JUAN RAMÓN JIMENEZ DE LEÓN
Pag. 6
Precarismo y lucha de clases en EU
MANUEL MAGAÑA CONTRERAS

Pag. 7
Recesión. Crisis mundial del empleo
Pag. 8
Retobos Emplumados. Entrega inmediata
PINO PÁEZ

Pag. 9
¡Ahí viene Obama!
Pag. 10
Escuadrones de la muerte de Cheney
ERICK BLACK
Pag. 11
El FMLN sigue fiel a su proyecto. Entrevista a Nidia Díaz
MARCOS SALGADO
Pag. 12
América latina va, pero los pueblos piden acelerar el paso
PEDRO ECHEVERRÍA
Pag. 13
Saneamiento Bancario
HUMBERTO HERNÁNDEZ HADDAD
Pag. 14
O se comparte la renta o los pobres asaltarán los países desarrollados
ROBERTO BADILLO MARTÍNEZ
Pag. 15
Le faltan tamaños para jefe de Estado
ALFREDO PADILLA PENILLA
Pag. 16
A FUEGO LENTO Usurpación y soberbia
ENRIQUE PASTOR CRUZ CARRANZA
Pag. 17
Falleció don Eulalio Ferrer, escritor, humanista y mecenas.
MÓNICA MATEOS VEGA
Pag. 18
ASIMETRÍAS
La enfermedad y la cura/Rita María León López
FAUSTO FERNÁNDEZ PONTE
Pag. 19
El grupo Prisa se tambalea
PASCUAL SERRANO
Pag. 20
La base de la pirámide
CARLOS RAMÍREZ HERNÁNDEZ
Pag. 21
La convulsión de un gato moribundo
RAMI SCHWARTZ
Pag. 22
Tercer Festival Gastronómico y Cultural Tlalpan 2009
Pag. 23
Último adiós a Renato Vega Alvarado
ABRAHAM GARCÍA IBARRA
Pag. 24
ESFERA HUMANA
MSC FANTASÍA, SOMBOLO DE UNA NUEVA ERA
LOS PRÍNCIPES DE NORUEGA EN VERACRUZ
Pag. 25
Un día en el rancho
GUILLERMO FABELA
Pag. 26
 Edicion 205

Editorial

Se vale dormir

bajo los puentes

Pag. 2

Voces del director

MOURIS SALLUM

Los Bárbaros del Norte

Pag. 3

La parlocracia

vuelve a atacar
Abraham García Ibarra
Pag. 4

Todos quieren con la mae$tra

ABRAHAM GARCÍA IBARRA

¨Pag. 5

Crisis de la transición

CARLOS RAMIREZ HERNÁNDEZ

Pag. 6

México Desbielado

RAMI SCHWARTZ

Pag. 7

La devaluación de Calderón, Ortiz y Carstens

ALFREDO JALIFE RAHME

Pag. 8

La economía global crea privilegios, miseria y controla a los gobiernos.

MANUEL MAGAÑA CONTRERAS

Pag. 9

Nuevos valores para una nueva civilización.

FREI BETO

Pag. 10

Encarcelar a los niños por dinero.

AMY GOODMAN

Pag. 11

Los saqueos por hambre en México se extenderán en el país ?

PEDRO ECHEVERRÍA

Pag. 12

El posible sentido de "Estado Fallido"

José Manuel Orozco Garibay

Pag. 13

Retobos Emplumados

Satanitas

Pino Páez

Pag. 14

Israel bombardeó Gaza con fósforo blanco "made in USA"

EUGENIO GARCÍA GASCÓN

Pag. 15

UE, OTAN y EE.UU: alianza para la dominación global.

RICK ROZOFF

Pag. 16

La injusticia como norma.

MA. ESTHER SORIA

Pag. 17

Salvamento financiero

HUMBERTO HERNÁNDEZ HADDAD

Pag. 18

El pastel consensuado

MANUEL BARTLETT DÍAZ

Pag. 19

Saboteó conspiración megadesarrollo acerero del norte

JUAN RAMÓN JIMÉNEZ DE LEÓN.

Pag. 20

Colapso generalizado: EEUU se prepara para lo peor, según la cadena Fox News

Pag. 21

Internet: una ventana al mundo?

JOHANA HERNÁNDEZ

Pag. 22

No estoy; sali de viaje a marte.

ALBERTO AVILÉS SENÉS

Pag. 23

El universo: tuyo para que lo descubras.

RAMÓN VARGAS SALAS

Pag. 24

Noche de las estrellas en Tlaxcala

RUBÉN ESAÚD OCAMPO

Pag. 25

Cómo estarán las cosas: hasta Slim rezonga

ALFREDO PADILLA PENILLA

Pag. 26

A Fuego Lento

Chucho el descosido

ENRIQUE PASTOR CRUZ CARRANZA

Pag. 27

Esfera Humana

Enrique Castillo-Pesado

Pag. 28

Hoteles Emblema de Paris

Enrique Castillo-Pesado

Pag. 29

Comida en honor de Daniel Parfait, embajador de Francia

ENRIQUE CASTILLO-PESADO

Pag. 30

A paso firme, Tlalpan avanza hacia su desarrollo integral

Pag. 31

GALERIA DE FOTOS

Pag. 6


TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS VOCES DEL PERIODISTA 2006
LOS ARTÍCULOS FIRMADOS SON RESPONSABILIDAD DE SU AUTOR Y NO NECESARIAMENTE REFLEJAN LA OPINIÓN DE ESTA PUBLICACIÓN.
SE PROHÍBE LA REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL DEL CONTENIDO SIN AUTORIZACIÓN PREVIA Y POR ESCRITO DEL EDITOR.
LOS COLABORADORES SON VOLUNTARIOS HONORÍFICOS AL SERVICIO DE LA HONESTA INFORMACIÓN.