SI QUISIERA BUSCARSE un punto en especial que explicara la debacle electoral del pasado 5 de julio, el PAN tendría que regresar al periodo del 2 de julio de 2000 al 2 de julio del 2001: a pesar de su compromiso por la transición a la democracia, Fox prefirió el goce del cargo, se dedicó a amar a su entonces novia y luego dañó al PAN con el intento de empujar a Marta Sahagún hacia la candidatura presidencial.
El
PAN perdió el bono democrático con las locuras del
Rey Fox. La tarea del
PAN como partido de la alternancia radicaba en reformar al Estado priísta y crear nuevas reglas del juego político. Sin embargo, Fox asumió su debilidad política como maldición, prefirió pactar con el
PRI que nunca ha querido liquidar el Estado priísta y decidió combatir a
López Obrador. La permanencia del sistema político priísta y de sus estructuras de dominación política e ideológica explica la reciente victoria del
PRI. El problema del
PAN fue haber acudido a las elecciones con la estructura electoral priIsta vigente, ahora controlada por gobernadores. Y en las plazas panistas, el problema se localizó en los comportamientos priístas de los panistas para crear cacicazgos e imponer candidaturas impopulares. Y si a ello se agrega la timidez en el uso de los programas sociales -que gobernadores priístas y perredistas usaron con impunidad y sin rubor-, entonces los panistas tuvieron que pagar su cuota por no haber cumplido con el objetivo de transformar el sistema político priIsta.
Después de la debacle electoral, el
PAN no tiene más que dos opciones:
1.- Reorganizarse desde el
gobierno para aprovechar las ventajas de la estructura política y electoral priísta para jugarle al PRI con sus mismas armas, sólo que ahora nada más desde la
presidencia de la república. Ello implicaría replantear objetivos e instrumentos y decidir en función del problema económico y de empleo, reforzando el binomio
PAN-gobierno federal. Las elecciones pasadas demostraron que el verdadero problema del país no era la
inseguridad ni el
narcotráfico sino el
empleo y el
salario. Si el presidente Calderón entendió el mensaje electoral, entonces tendrá que completar la
parte política-electoral con un replanteamiento de la política económica.
2.- Regresar al 2000 y revivir la bandera de la transición de régimen de gobierno, de sistema político y de
modelo de desarrollo, en base a una oferta de reforma integral del Estado para restarle margen de maniobra a la estructura política que beneficia al
PRI. Ello lo obligaría a una alianza con la parte institucional del
PRD, la cual también está necesitada de salir del cerco
lopezobradorista. Retomar la transición podría reconciliar al
PAN con los electores.
El problema del
PAN se localizó en la falta de pericia para
convocar a los panistas y a los votos útiles del pasado. El consenso electoral del
PAN en el 2000 y el 2006 se ajustó precisamente al perfil ciudadano contrario al
PRI. Pero como en estos años no se dieron los cambios y además estalló una gravísima crisis económica con efectos brutales en el empleo, el electorado perdió la motivación.
El saldo del 5 de julio del 2009 se resume a la certeza de que los votos no fueron
ideológicos sino
pragmáticos, que el electorado exige un gobierno atento a los efectos sociales de la crisis y que votaría por el
PRI y no por un
PAN como mala copia del
PRI. La sociedad vota por su bienestar, lo proponga quien lo proponga. Y el
PAN se convirtió en una copia del
PRI neoliberal que estabilizó la economía con un alto costo social y ello lo llevó a la
derrota en el 2000.
El
PAN olvidó muy rápido que fue escogido para la transición política y no para una simple alternancia de personas sin cambios de fondo. Pero una parte de electorado se lo recordó duramente el 5 de julio pasado.
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