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Ediciòn 291

RETOBOS EMPLUMADOS
PINO PÁEZ
(Exclusivo para Voces del Periodista)


LXVIII ni en romanos se olvida

 

DEL 68, EN RETOBOS EMPLUMADOS se han abordado distintas aristas, ángulos esquinados en colectivo rememorar, desde la horizontalidad donde se sustenta la democracia que tanto espanto causó a oligarcas e hijos de Polakia, hasta expresiones que no fueron de tal literalidad, aunque sí correspondieron a la conducta del labio atribuido: Novo y su opíparo desayuno el 3 de octubre de 1968; Barros Sierra y su fortuito encuentro con Gustavo Tlatelolco, cuando ambos eran ex y la ficticia gentileza de quien fuese inquilino de Los Pinos al que estuvo al frente de rectoría: “Primero los sabios”, dice la fábula que Díaz Ordaz así le cedía el paso, a lo cual aquél ripostó: “No. Primero los resabios”, añade la leyenda sin bisagras pero con portazo.

Exclamaciones sin cuento en brevísimo recuento

Lo que sí surgió de gargantitas y gaznatotes fue la declaración del senador Manzanilla que nada tenia de té, acerca de que prefería ver tropa mexicana en las calles que tanques soviéticos adueñándose de todas las banquetas. O el escritor Martín Luis Guzmán, quien comentara que el macabro don Gustavo había salvado a México. O el legislador Luis Marcelino Farías que vanagloriase a GDO Hondo desde lo más profundo de un eructo. O los Sres. Blanco Moheno y Octavio Hernández que voyeristas le vieron a Díaz Ordaz güevos más grandotes que los de prolífica avestruz, que en esta temporada de crisis, serían un virtual banquete importado de mímicos caracoles. O…

Tlatelolco

A Roberto Blanco Moheno, familiar por cierto de Querido Moheno, el huertista con quien también y ¡tan bien! coincidiera, más que en la sangre, en las ideas… le atribuyen la autoría de El móndrigo, “ensayo” redactado en los albañales de Bucareli, aunque hay versiones de que fue hechura de Emilio Uranga. En donde no hay rúbricas anónimas es en el libro Tlatelolco, de RBM, en el que firma y afirma en firmita de mingitorio… “conceptos” y epítetos contra los jóvenes que asistieron a la Plaza de las Tres Culturas, en aquella fecha de imborrable sangre crepuscular, los cataloga “tontos” e “ingenuos”; al gran José Revueltas le diagnosticó una “trágica anormalidad”; al gran Che lo vio de oídas habladas -en repetición encasquillada-ser un ser “enfermo psicopático” y “asmático histérico” en orgía de esdrújulas. Obra de obrar que don Roberto define como la más sufrida de su íntimo parrafeo, lo que no es de dudarse, pues mucho sufrimiento ha de causar extraer en alquiler, tanto gramático símil de cajeta de Celaya en el sinfónico sitial de los hartazgos en Gobernación, Palacio Nacional y la Sedena.

Continuando en Gobernación, el padre del fenecido Carlos Abascal Carranza (titular de la dependencia con el señor Fox), Salvador Abascal Infante, aseveró de un plumazo sin vuelo… que los estudiantes dispararon contra los soldados el 2 de octubre, “tesis” que aún varios estilan y destilan, muchachos asesinando militares que reposaban angelicalmente apaciguados en tanques de guerra, o sobre bayonetas caladas de infantería. Don Salvador “explicó” cómo fue baleado por universitarios el general José Hernández Toledo, quien ejercitaba una pestañita de paz en los franciscanos dormitorios de un bombardero.

Lo que dejó sin explicar el señor Abascal Infante es que el general Hernández Toledo, entre otras acciones de “pastoral”, preparó grupos paramilitares a la iglesia La Luz del Mundo, comandada por Samuel Joaquín, del que se aduce no es buen pastor pero sí buen postor en Guadalajara, ni que tales jefes religiosos, amén de votar por el Partido “Revolucionario” Institucional… amén de muy oradores y horadadores trastocar misales por toletes y crucifijos por pistolas… amén de reprimir a quienes sus patrones de rezo y hueso mandataban… amen con acento represor.

Epístola sin San Lucas pero con el gran José

En la revista de ediciones La Internacional, mecanografiada en fotocopias, con una epidemia de grapas y empastelamiento sin cereza, entre diversos textos, se reproduce la “carta” de José Revueltas que leyó en la carcelaria audiencia verificada en septiembre de 1970. En uno de los párrafos asienta: “El presidente anunció (…) que dispondría del Ejército, apoyado en el artículo 89 de la Constitución (…) El presidente se apoyó de un modo falso, espurio, mañoso, tramposo…”. ¡Qué sonoridad se extrapola hasta los tímpanos -de pólvora-polvorientos- de don Jelipe!

En otra parte filosofa contra los doctos de la dura lex: “El criminal no produce solamente crímenes, sino también el Derecho Penal”. En un acápite más, ilustra que “El Ministerio Público cree (…) con la inmediata creencia de Santo Tomás el Tonto. El juez se tarda un poco más en creer, con la cautela reflexiva y más conservadora de Santo Tomás el Teólogo”. Luego apunta en contestado interrogar: ¿Qué representa 1968 (….) sino es la desmitificación de esta realidad enajenada?”. ¡Qué juvenil buqué a Yo soy 132!

Eduardo Valle, recién fallecido, en la misma comparecencia de presos políticos, se dirige expresamente al juez Eduardo Ferrer McGregor, en un alegato en que, adelanta, se trata de una redacción más política que jurídica. A ese magistrado, en el siguiente sexenio, le cambiarían su sede al demostrarle que, aparte de ejecutar sentencias por consigna…en la penumbra de los túneles le agradaba cobrar fallos por anticipado. El titular de Gobernación, Mario Moya Palencia, le dio un jurisconsulto patadón.

Moya Palencia, pese a ser un político a la diestra reclinado, guarda empero posiciones antirracistas, incluso escribió el libro África negra, se casó con una dama con el hermoso matiz del ébano y, en honor a su hija, en diversos escritos entusiasta hizo apología de la negritud. Luego le entró un novelero fervor y hasta del Zorro hizo renglones de antifaz; escribió el tránsito de Egerton por estos lares y, con el tintero aderezado de confeti, parrafeó Mexicanos al grito de guerra.

Chicanidad y negritud de los 60’

Don Mario dejó fuera de su lápiz las revolucionarias negritud y chicanidad de los 60’s, esto es, Panteras Negras o Black Panthers y Boinas Cafés o Brown Berets. La unidad en tales etnias sojuzgadas no tiene parangón en el fluir de la historia. Juntos enfrentando al mismo sistema, al mismo racismo que vilipendia oscuridad o asiática palidez en los semblantes, al mismo kukuxklán de antaño y hogaño con diferentes siglas y mismita puntería para asesinar desde la legalidá del escondrijo.

Pino2

Ronald Reagan, en su californiana gubernatura, fue uno de los impulsores de la Sociedad del Rifle, mediante un decreto que permitía a la población armarse, porque según aquél, “América (USA)  ya no era América (REUSA), por los negros que llegaron a nublar el destino y la prietez allende el bravo, de los beanseater, los tragafrijoles, que a sonoros cañonazos de enfrijoladas con perejil, amenazaban con recobrar Texas. Y California. Y Nuevo México. Y…

Era los sesentas con Angela Davis, comunista, bellísima Panteray discípula de Marcuse… perseguida por Reagan, actor y orejota del macartismo, cuando se delató a muchos de ser más rojos que la pupila de un fumador de yerbita vaciladora, cuando el director Elia Kazan acusó de comunista a ¡Gabriel Figueroa!, cuando la Monroe rechazó testificar contra su entonces esposo Arthur Miller, cuando…

Brown Berets y Black Panthers dialogaban con las intermediaciones del blues, del corrido, del reggae… se reunían a exponer y debatir la situación y adoptar mancomunados acuerdos, v.gr., asumir revolucionariamente ese contrarrevolucionario decretar, armándose ellos también para enfrentar aPigs, a los chanchos con y sin uniforme que desde aquellas eras confundían mexicanos con puerco espín entre el bullicio de su cinegética,de su cacería humana tan inhumana, de su prejuicio en exacto y terrible anagrama de perjuicio.

De tal tópico, décadas atrás, charló el retobador con Alcira a la entrada de un diario, Alcira del LXVIII que ni en romanos se olvida, Alcira que monologaba por CU versos que en espiral se izaban en los estandartes de un murmullo, Alcira…

A ti Alcira

Me vistealcirano/ no al de Bergerec/ alcirano de Alcira/ tu tono dulce y seco como vino reservado/ a un brindis de alboradas/ Alcirano eres en una sola pinta/ reiteraste con un pincel de bruma atorado en la hermosura de tu verbo/ y con la sed de oírte más/ Alcira/ en eucaristía fue bebida/ la hemorragia limpiecita de aquel atardecer/

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