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Ediciòn 283

Hijos del Alcohol

TEO LUNA


EL ALCOHOLISMO ES una herencia generacional. Mi enfermedad es contagiosa, mortal, es neurótica, muy  neurótica, triste porque me hago mucho daño, y daño cruelmente a las personas que más quiero,  lesiono severamente mis órganos, hígado, páncreas, riñones, pulmones, cerebro, corazón.


Alcoholismo


Y LO MÁS CRUEL ES que daño a mis seres queridos, transmito mi frustración, dolor, impotencia, culpas, miedos, complejos y no entiendo la magnitud de mi mal, sólo hasta entonces, hasta que entonces empiezo a tocar fondos.

En mi caso, la droga, el alcohol que al caso es lo mismo, me robaron mi dignidad. No hay borracho, ni drogadicto que no la pierda; yo la perdí, humillándome, cayendo de borracho, quedándome dormido en las mesas de las cantinas y de los restaurantes, en las fiestas o en las casas, yo perdía el sano juicio, igual,  me humillé ante el pucher, ante aquel que me regalaba o me vendía cocaína, me volví mentiroso, aparenté una severa enfermedad con un  intenso dolor de huesos para obtener recetas y comprar la morfina sintética.

Mi negación no me permitía ver la crueldad de mi enfermedad, mi soberbia menos. Tuve que sufrir de soledad, de mis delirios de persecución, de volverme loco, perdiendo el tiempo de noche y durmiendo de día, obsesionado con mis celos patológicos. Llegué a pesar menos de 50 kilos, toque muchos fondos, tuve infinidad de pérdidas, la droga me robó mi familia, traté de matar a mi esposa, la droga me robó mi trabajo, un trabajo que era mi pasión, mi razón de ser; perdí dinero, tiempo, salud y me hundí en depresión, vivo de milagro, sólo por la gracia de Dios.

¿Qué sucede con los jóvenes adictos?

Tenemos jóvenes ingobernables, mal educados, perezosos, apáticos, rígidos, tristes, soberbios,  rebeldes, inestables, callados, raros, jóvenes distantes, ajenos a la realidad y al entorno familiar. Tenemos un serio problema con la juventud actual, sean niños, adolescentes, jóvenes en todos los sentidos y la realidad de las cosas son el reflejo de los patrones de conducta equivocados que en muchos casos hemos dado los padres; del pésimo ejemplo, la neurosis andando, los gritos, la mala comunicación y todo lo que suministramos, es ahora una seria consecuencia que nadie quiere asumir su responsabilidad, pero nuestros  hijos, son el producto de la enseñanza que recibieron y que reciben y más aún, si el alcoholismo y las drogas están presentes o lo estuvieron, los daños son irreversibles.

Las consecuencias por alcohol y drogas, son irreversibles

Esta enfermedad es crónica y mortal y se caracteriza por la pérdida de control y la incapacidad para abstenerse de beber. Aquella persona que desarrolla la dependencia al alcohol ve progresivamente afectadas todas las áreas de su vida. El deterioro físico es grave, y su vida social y familiar se ven afectadas seriamente. A lo largo del tiempo el alcoholismo también va minando la energía y los recursos de la familia y ejerce un impacto disgregador sobre ésta, aunque a la corta es posible que sus miembros no perciban este hecho. El impacto del alcoholismo o drogas,  como enfermedad incluye una lista de conductas negativas. Se mencionan el abuso contra el cónyuge y los hijos, tasas de divorcio muy elevado, depresión y suicidio, problemas laborales, accidentes automovilísticos, entre otros muchos fondos que tocas en todos los sentidos.   Te quedas solo.

Padres Alcohólicos, hijos drogadictos

Dado que el alcohólico presenta rasgos de personalidad, actitudes y conductas disfuncionales que progresivamente le llevan a un deterioro físico, psíquico, social, familiar, laboral y económico, los hijos reaccionan tratando de controlarlo, disculparlo o esconderlo. Además experimentan una ansiedad constante y se obsesionan con la forma de beber de un padre alcohólico. Ante su impotencia para controlarlo, experimentan rabia y consecuentemente lo agreden y recriminan. Se culpan a sí mismos y sienten dolor.

La familia Alcohólica, sufre en demasía

Es claro que aquellos que conviven con el enfermo generalmente adoptan patrones de conducta similares a los de éste, sin darse cuenta de ello. Como consecuencia, los hijos se aíslan, niegan el problema y encuentran justificación a sus conductas destructivas y autodestructivas, y además desarrollan problemas emocionales y de conducta. La familia alcohólica es aquella donde la enfermedad del alcoholismo ha afectado la forma en que el sistema familiar funciona. La influencia de la enfermedad invade aspectos de la vida familiar donde todos los miembros presentan conductas manipuladoras, deshonestas, distantes y agresivas. En general, la atmósfera familiar se caracteriza por ser impredecible y caótica.

 

Teo2

 

Los hijos de padres alcohólicos buscan adaptarse al sistema familiar enfermo y tienden a establecer relaciones interpersonales confusas y a presentar conflictos intrapsíquicos durante la adultez, los cuales se originaron en un contexto enfermo, donde a los hijos se les negó atención, disciplina consistente, ejemplo, hábitos, valores, códigos de comunicación y ambiente de seguridad.

No todos los hijos de alcohólicos se ven afectados del mismo modo, pero sus dificultades emocionales al llegar a adultos se relacionan con el hecho de haber crecido con un padre o madre alcohólicos. Las consecuencias de la enfermedad se reflejan en el nivel de disfuncionalidad de la familia y esto tiene un efecto directo en el daño emocional y físico ocasionado a los hijos. La familia vive episodios de violencia entre sus miembros y es frecuente que los hijos sufran severos traumas emocionales con lo que sus vidas se ven seriamente afectadas aún en la edad adulta. Los efectos principales que se han observado en los hijos de alcohólicos son: baja autoestima,  miedos, complejos, desconfianza, desafío, agresión, ansiedad, conflicto con la autoridad y necesidades insatisfechas durante la infancia, la niñez y la adolescencia.

La saliva del diablo, es una herencia maldita

En un sistema familiar alcohólico, no sólo el enfermo comete actos violentos, sino que los otros adultos en la familia también se comportan violentamente entre ellos y con los hijos. Los hermanos mayores frecuentemente dirigen su ira y frustración hacia los hermanos más jóvenes y, aún en la familia que no sufre violencia física, gritos o expresiones de ira y que puede parecer funcional, la amenaza de ello es constante y la violencia emocional está presente. Lo anterior debido a que los comportamientos alcohólicos crean un ambiente altamente estresante, por demás neurótico. Los hijos de alcohólicos están expuestos a un ambiente que es rígido, con frecuencia caótico y donde existe presión por mantener oculto lo que es obvio. Además los hijos dentro de una familia donde está presente la enfermedad, a menudo viven angustiados y en el abandono.

Estos hijos establecen reglas de comportamiento y adoptan diferentes roles en la familia en su esfuerzo por encontrar orden y estabilidad en una situación de inestabilidad constante. Por lo tanto, los hijos que han crecido en este ambiente de desestructura y desorganización, cuando adultos son inflexibles, no se adaptan con facilidad ni se permiten cambiar. El origen de ésta rigidez proviene de la forma en que luchan por adaptarse y por encontrar algo de seguridad, ya que el comportamiento del alcohólico se torna cada vez más impredecible. El haber crecido bajo una regla de inaccesibilidad y de rigidez implica el que, cuando adultos, los hijos de alcohólicos experimenten, actúen y vivan la necesidad de controlar o de depender de alguien.

Miedos, complejos, traumas, gracias al padre alcohólico

Otra regla en la familia del alcohólico es la de no poder hablar de lo que sucede. Esta regla de no hablar es tan fuerte que cuando adultos, los hijos llegan a tener dificultad para expresarse. No se puede hablar de lo que se oye, se escucha o se siente. Los hijos experimentan dolor, temor y coraje. Estos sentimientos están directamente relacionados con el comportamiento del padre alcohólico. Para contrarrestar, los hijos se reprimen, pero a costa de su salud y bienestar emocional, así como en decremento de su habilidad para funcionar honesta y abiertamente aún en la adultez.

Otra característica que  rige al hijo de alcohólico es la necesidad de negar lo que sucede, para afirmar que no existe necesidad de cambiar nada y así reforzar la cerrazón. Esto se traduce cuando adulto en una dificultad para expresar sus emociones, ya que se trata de negar toda experiencia dolorosa y sentimientos que la acompañan. También se avergüenza y se auto devalúa, se retrae de la comunidad y aunque permanezca junto a su familia se aísla emocionalmente de ella. Cuando adulto además presenta dificultad para confiar en los demás y establecer relaciones interpersonales adecuadas.

Es frecuente que exista abandono de la responsabilidad de los padres para atender horarios de comida, higiene personal o atención médica, lo cual cuando es repetido ocasiona un sentimiento de temor y soledad en los hijos y persiste aún en la edad adulta. El hijo del alcohólico recibe el mensaje de no ser querido y de ser un estorbo. Como consecuencia, muchos hijos de alcohólicos manifiestan tener este sentimiento de abandono aún cuando sus padres nunca los dejaron solos. La sensación de abandono proviene del hecho de que el padre alcohólico pudo haber estado físicamente, pero no emocionalmente presente. El resultado es una baja autoestima que experimentan los hijos cuando adultos. La rabia a su vez se manifiesta en resentimientos y desconfianza. Sin embargo, en su familia tuvo que reprimirlas ya que ésta no permitía que expresara sus sentimientos. La dificultad para confiar en los demás en la vida adulta está relacionada con el hecho de no haber podido confiar en sus padres. El abandono que experimenta el hijo de alcohólico le ocasiona dolor y esto incluye a su vez sentimientos de soledad y tristeza que aunque se empeñe en cubrir se reflejan en sus conductas y actitudes. En general, a los hijos de alcohólicos se les dificulta relajarse, padecen cefalea, hombros tensos o dolor de espalda como resultado de haber crecido en un ambiente altamente tensiónate.

En su relación sexual es frecuente que presenten incapacidad para desempeñarse adecuadamente. Los desórdenes gastrointestinales tales como úlceras, constipación crónica, diarrea y acidez estomacal también son comunes. Lo anterior debido a que reprimir sus emociones les ocasiona este tipo de problemas. Igualmente presentan trastornos relacionados con el estrés como gripas frecuentes, dificultad para dormir, una mayor incidencia de cáncer así como un estado general de fatiga. Como consecuencia de haber vivido una necesidad imperiosa de adaptarse y sobrevivir al comportamiento impredecible y en ocasiones amenazante del enfermo y de la familia en general, el hijo de alcohólico desarrolla una predisposición para buscar situaciones de conflicto. En su familia vivió de una crisis en otra, cuando ésta no se presenta la busca, esto lo mantiene activo y lo hace sentir útil, además de que le impide verse a sí mismo, un aspecto que por lo regular rehúye.

Continuara la siguiente semana.
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