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Edición 218 | ||||
Escrito por Mouris Salloum George | ||||
Sábado, 12 de Septiembre de 2009 23:44 | ||||
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Estado fallido:
Sociedad enferma
AUNQUE TENEMOS en el decimonónico y ya obsoleto Himno Nacional una estrofa que incita: Mexicanos al grito de guerra, ésta se limita cuando otra precisa: Más si osare un extraño enemigo/ profanar con su planta tu suelo… Para justificar la guerra de despojo del 47,
¿Barbarie? Sólo para ilustrar la escena: En Ciudad Juárez, en una sola y veloz operación tipo comando fueron asesinadas a balazos 18 personas -al menos otras cinco quedaron heridas- confinadas en un centro de rehabilitación para adictos a las drogas. Sin hacer tremendismo, esa masacre podría tipificarse como genocidio, nada sorprendente cuando tenemos el expediente de Las muertas de Juárez. Más espeluznante es otro reporte: En Mazatlán, Sinaloa, fueron encontrados cadáveres decapitados acompañados de cabezas de cerdo. En uno de los hallazgos se localizó un frasco que contenía ojos humanos. La televisión de Monterrey, por esas horas, trasmitía, en vivo, en directo y a todo color, las imágenes de soldados correteando y balaceando a policías civiles. La tracatera era inolvidable. La realidad siempre supera la ficción. Para el martes 1 de septiembre pasado en que Felipe Calderón envió por escrito su tercer informe al Congreso de El combate al crimen organizado, es el nec plus ultra del actual gobierno panista, pero para nada se refiere a la economía criminal caracterizada por la delincuencia “de cuello blanco”. También recientemente se conoció una encuesta internacional sobre corrupción, en la que México aparece en segundo sitio entre los países evaluados por el descomunal número de fraudes en el que incurre gente tanto del sector privado como del público, generalmente en amorosa simbiosis, en perfecta combinación. Tenemos pues, no sólo un Estado fallido, sino una sociedad enferma de maldad. El diagnóstico lo acredita particularmente la situación -lo sentimos mucho- de la zona metropolitana de la capital de Nuevo León. Hace 20 años, señoreaba la altivez regia el llamado Grupo Monterrey, conocido entonces, por su configuración mafiosa, como nostro grupo. Ahora, según registro de las autoridades policiales, operan en ese territorio más de un millar de pandillas, invariablemente formada por jóvenes marginados. El anterior es un síndrome de patología social. Un ejercicio de memoria periodística nos remite a una exploración sociológica auspiciada por la arquidiócesis regiomontana que, desde entonces, advertía el estado de descomposición generado por los desmesurados privilegios clasistas que, en un momento determinado, indujeron a medios de comunicación estadunidenses -en un arrebato supuestamente simpático- a caracterizar a ciertas familias de aquella metrópoli como Los Rockefeller mexicanos. No por casualidad, en esa época el gobernador Jorge Martínez Treviño reconoció que las estructuras políticas, empresariales, policiales y militares en el estado estaban siendo contaminadas por el narcotráfico. Los cárteles de la droga -eso no lo dijo el mandatario- habían tomado ya a Monterrey como centro de lavado de dinero. Ahora ahí se dirimen causas de dominio territorial.
No por azar señalamos a Monterrey. Aquí sentó sus reales una parasitaria pero arrogante plutocracia que, después de More articles by this author
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