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Edición 307
Escrito por Rami Schwartz   
Jueves, 18 de Julio de 2013 16:56

 Héroe popular, 

villano público

RAMI SCHWARTZ

 

UN AMIGO MÍO DICE que en el mundo moderno hay tres sectores: El popular, constituido por las mayorías; el corporativo, que es el nuevo orden internacional, y el público, que son los gobiernos alcahuetes que les bolean los zapatos a las grandes corporaciones. 



CUANDO ME PLATICÓ su teoría estuve poco convencido de la misma pero después de ver el caso de Edward Snowden, quién hoy busca desesperadamente refugio político en algún país del mundo, no tengo más que reconocer que su entendimiento de la realidad es correcto y que el mundo está controlado por las grandes corporaciones y que los gobiernos están a su servicio.

 Edward Snowden fue un empleado de cuarto nivel de una gran empresa de consultoría cuyo principal cliente es el gobierno de los Estados Unidos. Desde su puesto de analista de sistemas le tocó ser testigo de como el gobierno de los Estados Unidos sistemáticamente graba, escucha, analiza y clasifica las llamadas que hacen los ciudadanos de aquél país y las archiva para ser utilizadas en el futuro en su contra en caso de ser necesario. 

En el país de las libertades, como les gusta a los políticos llamar a sus Estados Unidos, el gobierno espía sistemáticamente a sus ciudadanos con la colaboración de las grandes corporaciones. En el diseño de este sistema de espionaje están involucradas docenas de empresas que reciben millonarios contratos por parte del gobierno para contribuir y analizar información. Lo mismo empresas de telecomunicaciones que de Internet, fabricantes de sistemas de reconocimiento de voz que de infraestructura así como fabricantes de teléfonos y demás aparatos de comunicación. 

Este esquema, claramente violatorio de la constitución que los políticos juraron cumplir así como de los derechos humanos consagrados en docenas de documentos de los cuales los Estados Unidos son signatarios, se repite en todos y cada uno de los países del mundo. 

Critican a China por hacerlo abiertamente y ellos son peores porque al menos los ciudadanos chinos saben que sus pasos son vigilados, sus conversaciones escuchadas y cada tecleado en sus computadoras sistemáticamente analizado y archivado. 

Pero los “ciudadanos” de los Estados Unidos son bombardeados a diario por publicidad que los adormece y los hace creer que viven en un país de libertades y Edward Snowden acaba de levantar el velo que revela que todo eso es una gran mentira. 

Ya lo decía Goebbels, el secretario de propaganda de Adolf Hitler, que “Una mentira mil veces repetida... se transfor ma en verdad”. La mentira que los Estados Unidos son una democracia y un país de libertades se las ha repetido no miles sino millones de veces a sus habitantes usando para ello los medios de difusión y comunicación más poderosos que haya visto la historia y los gringos ya se la creyeron. Por ello este hombre se volvió peligroso, porque acaba de revelar la verdadera realidad de un Estado policiaco y represor. 

En México no estamos mejor; incluso estamos peor porque aquí el gobierno es tan débil que las grandes corporaciones ya no necesitan su mediación ni sus servicios, sino que ellas mismas son quienes espían, quienes escuchan, quienes clasifican, analizan y archivan toda la información y sólo la comparten con el gobierno cuando es de su interés o cuando quieren obtener algunos favores adicional es del mismo. 

Carlos Slim es por mucho el hombre mejor informado de México pues controla las redes de voz y datos por donde circula la mayor cantidad de información y desde hace décadas invierte fuertes sumas en tecnologías de reconocimiento de voz, desencriptación de datos y en enormes granjas de servidores y discos duros donde se guarda y clasifica dicha información. Sus empresas son las proveedoras de este tipo de servicios para las agencias de inteligencia y espionaje del gobierno mexicano. 

Pero no crea que no hay nada que podamos hacer los ciudadanos en contra de ello. Es obvio que en México no va a surgir ningún Edward Snowden que revele estos secretos, per usted puede evitar ser espiado s i toma las debidas precauciones: 

1) No tener ningún tipo de conversación seria o comprometedora por la vía telefónica.

2) No enviar datos sensitivos vía Internet que puedan ser interceptados y luego usados en su contra.

3) Aprender a utilizar técnicas de encriptación o ponerse de acuerdo con sus conocidos en utilizar lenguaje en clave. 

4) Adquirir algún equipo detector de mecanismos espía (bug detectors) los cuales son cada día más difundidos y baratos. Una búsqueda en Google del término “bug detector” arroja muchos resultados. Sólo cuide hacer esta búsqueda desde un café Internet para que los servicios de inteligencia de Google o de Slim no lo detecten.

5) Utilizar cafés Internet cuando se pueda y cambiar constantemente de localización para evitar ser rastreado.

6) Cambiar periódicamente su computadora para que sus comunicaciones no tengan siempre la misma huella digital.

7) Utilizar lo menos posible su tarjeta de crédito, pues por medio de sus transacciones ellos conocen sus actividades, preferencias y hábitos de consumo.

8) Contratar un experto en seguridad y seguir sus consejos. 

Nada de esto es paranoia, todo esto sucede constantemente; las grandes corporaciones necesitan mantener el status-quo a cualquier costo y en esta tarea, la información es el insumo más importante. No se confíe de los políticos que no trabajan para la ciudadanía, sino para los grandes intereses y en verdad tome las medidas necesarias para ser invisible o lo más oculto posible. 

Por ello la persecución sin cuartel a Edward Snowden, un joven de 30 años que logró comprometer, como ningún otro había hecho, la dictadura de las corporaciones y el invaluable servicio que les prestan los gobiernos que no son más que sus empleados y ni siquiera los mejor pagados, sino los alcahuetes que hacen su trabajo sucio y quienes mantienen la ilusión de libertades y democracia, que son el somnífero pero a la vez el pegamento que lo hace todo creíble y posible, quienes ponen el velo que nos impide ver lo que realmente yace debajo de la superficie.



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