Edición 348 |
COMO MUCHOS OTROS LEGADOS culturales greco-romanos, el nombre del planeta Júpiter habla de grandeza, el padre de los dioses, el cuerpo planetario más brillante en el firmamento nocturno durante cada ciclo anual, es el quinto planeta del sistema solar con una órbita situada casi a 750 millones de kilómetros del Sol –es decir, a 600 millones de Km. de nosotros- y forma parte de los denominados planetas exteriores o gaseosos.
DESPUÉS del Sol, posee el mayor cuerpo del sistema solar, con una masa 2.48 veces la de todos los demás planetas juntos --318 veces la de la Tierra y tres veces la de Saturno-, aunque es menos denso que nuestro mundo, por lo que en su volumen podrÃamos meter 1317 planetas Tierra.
Está formado principalmente por hidrógeno y helio, su aspecto es de bandas nubosas algunas oscuras y otras brillantes, entre sus detalles atmosféricos destaca la Gran Mancha Roja -enorme anticiclón situado en las latitudes tropicales del hemisferio sur-, y hasta donde podemos ver por encima, la dinámica atmosférica global está determinada por intensos vientos zonales alternantes en latitud y con velocidades de hasta 140 m/s (504 km/h) con alto grado de turbulencia.
Estrella fallida
No es el planeta más masivo que se conoce: entre los miles de planetas extrasolares descubiertos, hay más de un centenar de planetas gaseosos con masas similares o superiores. Júpiter también posee la velocidad de rotación más rápida de los planetas del sistema solar: gira sobre su eje en poco menos de diez horas, esta velocidad de rotación se deduce a partir de mediciones en su campo magnético. Por sus caracterÃsticas y su intensa emisión de radiación, algunos cientÃficos lo consideran una “estrella fallidaâ€, tal vez por falta de masa, tema de la novela y filme de cf: 2010, Odisea Dos (Arthur C. Clarke).
Aunque la atmósfera de Júpiter no tiene una frontera clara mientras se avanza hondo en su interior, se sabe que al llegar a profundidades de unos 15.000 km desde el borde atmosférico, las altÃsimas presiones comprimen progresivamente el argón, el helio, y en particular el más abundante hidrógeno, transformándolo en un océano de lÃquido metálico.
Más abajo se especula sobre la probable existencia de un núcleo rocoso formado principalmente por materiales helados y más densos en cantidad de siete a 18 masas terrestres, existiendo la posibilidad de que este núcleo fuera mayor en un principio, habiendo perdido masa por las corrientes convectivas de hidrógeno metálico caliente, algunos autores piensan que puede no existir tal núcleo, y otros más han esgrimido teorÃas tan exóticas como la de que pudiera tratarse de un núcleo de carbón comprimido en un sólo diamante más grande que la Tierra.
De existir un núcleo interno sólido probarÃa la teorÃa de formación planetaria a partir de un disco de planetesimales. Como sea, la existencia de las diferentes capas se determinó por el estudio del potencial gravitatorio del planeta, medido por las diferentes sondas espaciales.
Júpiter tiene un campo magnético de gran intensidad y tamaño con 20.000 veces más energÃa que la asociada al campo terrestre. Si fuera visible desde la Tierra, ocuparÃa un espacio equivalente al de la Luna llena a pesar de estar tan lejos. El campo magnético de Júpiter es de hecho la estructura de mayor tamaño en el Sistema Solar.
Las partÃculas cargadas son recogidas por el campo magnético joviano y conducidas hacia las regiones polares donde producen impresionantes auroras, lo mismo sucede con las partÃculas expulsadas por los volcanes del satélite Ão. Se piensa que el océano de hidrógeno metálico lÃquido en su interior es el origen de la magnetosfera. Como los metales son excelentes conductores, y la rápida rotación del planeta produce corrientes de electrones, éstas forman a su vez el extenso campo magnético, como un inmenso generador.
Descubrimiento
Galileo Galilei descubrió los cuatro principales satélites de Júpiter el 7 de enero de 1610, por esto llamados galileanos. Sus nombres fueron tomados de la mitologÃa griega: Ão, Europa, Ganimedes y Calisto, su descubrimiento constituyó un punto de inflexión en la larga disputa entre los que sostenÃan la idea de un sistema geocéntrico —la Tierra como eje del universo—, y la copernicana (o sistema heliocéntrico, con el Sol en el centro del Sistema solar), en la cual era mucho más fácil explicar el movimiento y la propia existencia de los satélites naturales de Júpiter.
Además de los mencionados satélites galileanos, las distintas sondas espaciales y observaciones desde la Tierra ampliaron a 67 el número total de satélites de Júpiter. Y están también los numerosos asteroides situados en los puntos LaGrange —precediendo y siguiendo a Júpiter en su órbita alrededor del Sol.
Estos asteroides se denominan asteroides troyanos y para conmemorar la IlÃada, se dividen en cuerpos griegos y cuerpos troyanos. El primero en ser descubierto fue 588 Aquiles, por Max Wolf en 1906. En la actualidad se conocen cientos de asteroides troyanos.
El mayor de todos —225 km de largo—, es el 624 Héctor.
Queda mucho por decir: Los nombres griegos de más de 20 lunas, su sistema de anillos, los asteroides que lo han golpeado en años recientes y muchas teorÃas por comprobarse, pero no hablaremos ya de eso.
Júpiter ha sido la inspiración para cientos de relatos de ciencia ficción, muchos de los cuales le asociaban una increÃble y vasta superficie con habitantes ciclópeos y peligros dignos de una pesadilla de H.R. Giger, o pelÃculas de culto como 2001 Odisea del Espacio de Stanley Kubrick.
Mirar las fotos de alta definición de las nubes de Júpiter y la gran mancha roja es como observar arte abstracto, quizás lo más fascinante, es que cientÃficos serios han propuesto teorÃas sobre el posible desarrollo de vida etérea en capas o franjas más tranquilas y estables que podrÃan existir en Júpiter o algún otro gigante gaseoso.
Se espera que la misión de la sonda Juno —lanzada en 2011 y que entró en órbita alrededor del planeta el 4 de julio de 2016, dÃa de la independencia gringa—, pueda determinar con sus mediciones la veracidad de algunas teorÃas sobre su estructura interna. Pudiera parecer que es sólo uno más de los aparatos enviados allá, pero por sus caracterÃsticas y propósito, quizás este mitigue especulaciones, despeje algunas incógnitas y claro, genere otras nuevas.
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