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Edición 351 | ||||
Escrito por Jorge Guillermo Cano | ||||
Miércoles, 09 de Noviembre de 2016 14:23 | ||||
CULIACÁN DE LOS RETENES Y LOS TOPES, SINALOA. Desde que llegó EPN a la presidencia, y antes, advertimos a los ingenuos e interesados que lo que parecía casi idílico retorno al Jurásico priista, el de la tranquilidad prometida, se desfondaba a fuerza de realidad.
Pronto se sumaron una cauda de errores, despropósitos, tonterías y, más grave aún, los crímenes y violaciones a los derechos humanos que el gobierno federal no ve y que en realidad, solapa y encubre, actuando como el socio de las tinieblas en la plena complicidad. En lo otro, económico, social, educativo, lo que está detrás de la miseria galopante, era, y es, una soberana estupidez, por decir lo menos, esperar cambios sustantivos. Esas opiniones a no pocos les parecieron exageradas.
A la deriva
Se recrudecieron los enfrentamientos entre bandas, los asesinatos de periodistas en Veracruz, las matanzas en Nuevo León, Tamaulipas, Sinaloa y en el Distrito Federal. Siguió el recuento perverso hasta la fecha, sin solución, ni siquiera paliativos, a la vista. En la continuidad del retorno, las medidas circunstanciales, las cacareadas reformas, mal planeadas, verticales y autoritarias, como la educativa, han demostrado su ineficacia, por no decir su completa inutilidad.
Ya soplan los vientos de la siguiente sucesión presidencial y, aunque todavía sin tanto alboroto ni ánimo encendido, la especie de que con uno u otro de esa “clase” puede haber alternativas de solución, comienza a ser estandarte de quienes razonan como recién llegados. Y así va el país, en la tanda de los espejismos. A ver hasta cuándo.
De la calle a la casa y al revés
Ante eso los gobiernos son incapaces de atender, y entender, la problemática. Por lo demás, no hay voluntad política para hacerlo porque sus intereses están en otra parte. También participan los medios, sobre todo electrónicos, y las llamadas “redes sociales”, donde se distorsiona constantemente la realidad y se trivializa todo tipo de excesos. Es difícil fijar límites y mientras el sistema social derive cada vez más a la descomposición, por su propia naturaleza, contraria a principios de solidaridad, convivencia y civilidad, las consecuencias pueden ser todavía peores de lo que se ha visto hasta ahora.
Derivaciones patológicas
Por otra parte, es cierto que ubicar la mayor responsabilidad en quienes tienen la obligación, y el mandato, de conducir positivamente al conjunto social, no descarga la de muchos jefes, y jefas, de familia que se remiten a encontrar culpables fuera de su entorno inmediato y, de esa manera, terminan solapando conductas antisociales y claras desviaciones en el seno de su hogar.
La infumable burocracia
El síndrome de la antesala afecta a muchos ciudadanos que se ven obligados a acudir a las oficinas de funcionarios que, para empezar, rara vez están en sus espacios para cumplir con la obligación de atender al público que paga sus muy altos salarios. Lo común es que esos funcionarios públicos anden, en casi todo momento, a la cola de sus jefes, haciendo de porristas y perdiendo miserablemente el tiempo que debieran dedicar a atender los asuntos propios de su función. La culpa es compartida: de la punta de lambiscones que se montan en el cabuz de lo que sea y de sus jefes, que requieren del aplauso fácil, de la alabanza inane. También de quienes dejan hacer y pasar esos vicios sin reclamo alguno. Debería prohibirse esa práctica y obligar a los “funcionarios” a la atención ciudadana, como lo mandata la Constitución General de la República. Acabar con el cortesanismo ramplón que raya en la vulgaridad y es un atentado a la civilidad.
Y los ¿servicios?
En las oficinas del gobierno “de los tres niveles”, pero también en las instituciones educativas, el desmadre, sin eufemismos. Mala atención, empleados impreparados, altaneros y abusivos, es la constante. Teléfonos que nadie atiende y ponen en espera por decenas de minutos; secretarias que de nada informan y miran con desdén, incluso desprecio, a quienes requieren la información. Ventanillas que abren una hora después de lo indicado y que cierran en cualquier momento porque la empleada está desayunando, o comiendo, o fue por el niño a la escuela, o lo que sea. Funcionarios sin más agenda que la ocurrencia del jefe o la propia, que hacen compromisos a sabiendas que no cumplirán y con la mayor desfachatez ni siquiera se disculpan por su evidente grosería. En suma, el desmadre internalizado como “normal” en un contexto que raya en la demencia, ante la impotencia colectiva.
Tamborazos
-Simplemente les vale… En Sinaloa, y desatados en Culiacán, siguen los retenes violando la Constitución, realizando detenciones, que eso son, de ciudadanos que transitan pacíficamente; los abusos, la ausencia de criterio, el pleno desmadre en la desprotección de los derechos humanos. Así estamos y a ver hasta cuándo. -En tanto, la delincuencia y los crímenes a la alza, viento en popa y a toda vela. -En la feria del libro “Mar del Plata, Puerto de Lectura”, Argentina, se presentó mi novela “Venir de tan lejos”, el 20 de este octubre. “Por el Foro de Trajano” se presentó ahí mismo en el 2014 y fuimos invitados de nuevo. ( Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla ). More articles by this author
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