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Edición 214

A gato viejo,ratón tierno

El PAN, humillado por los votantes * Valdés Zurita agradece la “civilidad democrática de los partidos” * Casi 44 millones de empadronados, de espaldas a las urnas * Los anulistas sumaron casi dos millones, más que algunos partidos * Martínez Cázares, la primera víctima propiciatoria de la bancarrota panista  * Ahora, ¿se construirá un régimen electoral, a prueba de mapaches, que se anticipe a la ingobernabilidad?

ABRAHAM GARCÍA IBARRA
(Exclusivo para Voces del Periodista)


   De repente, el rigurosamente vigilado bunker que aloja al Instituto Federal Electoral (IFE) se transformó en una Arcadia. Desde esta plácida atalaya, el poeta Leonardo Valdés Zurita declamó: “Votar cambia y mejora la realidad. Hagamos de la democracia el proyecto de principios y valores que nos definan como una nación que desea avanzar por el camino del respeto y la inclusión”. Ya encarrilado, el consejero presidente derramó reconocimientos y agradeció particularmente la civilidad democrática de los partidos políticos. Puesto que votar equivale, para el maese Leonardo, a cambiar y avanzar, según sus propias palabras el IFE “mira hacia delante para que la sociedad vaya a la par con él en este propósito común”. (Lo que dice la mano, dice la tras: Felipe Calderón Hinojosa clama porque las elecciones ya se dejen atrás, Y como no: Los resultados se le convirtieron en una amarga y dolorosa pesadilla.)

   La triunfalista e inaceptable declamación de Valdés Zurita no se compadece de la realidad real que asuela a casi 107 millones de mexicanos de los cuales, según el Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), poco más de 34 millones acudieron a las urnas el pasado 5 de julio a votar.  La realidad real informa que, de esos concurrentes, más de un millón 890 mil anularon su voto o éste les fue anulado, o votaron por candidatos no registrados (suma mayor, la de los anulistas, a la captada por los partidos Nueva Alianza, del Trabajo, Convergencia o Social Demócrata, que pierde su registro), de lo que se colige que sólo poco más de 32 millones de votantes tuvieron interés en formar la nueva Cámara de Diputados federal. En la contraparte, casi 44 millones de ciudadanos empadronados rehuyeron a las urnas.

   De entre los que asistieron a sus casillas, una novedosa encuesta dada a conocer en televisión después de la jornada electoral (cuyo eje fue la rendición de cuentas) reveló que 70 de cada 100 declararon a boca de urna que desconocen el nombre del actual diputado por su distrito e igual número dijo no haber recibido comunicación alguna del mismo durante los casi tres años de su periodo. ¡Qué tal!

   ¿De qué nación nos habla, pues, Valdés Zurita? Si votar, según el doctor electoral, cambia y mejora la realidad para avanzar, ¿es que más de la mitad  de mexicanos con credencial de elector carece de principios y valores, está satisfecha con el actual estado de cosas y no quiere avanzar ni ver hacia delante, como lo desea el IFE, y por eso se abstuvo de votar? Y si, de los votantes efectivos, más de 21 millones lo hicieron por los partidos dominantes (PRI y PAN) que tienen al país en la más monstruosa regresión, ¿es que tampoco quieren cambiar y mejorar su realidad y la de sus familias, agobiadas por el azote de las calamidades? Es cierto que muchos de ellos fueron rehén del duopolio televisivo, pero de otros habría que preguntar si no son presa del sadomasoquismo.

   Desde antes de la jornada electoral del 5 de julio, dijimos aquí en repetidas ocasiones que, desde el bunker del IFE, sus creativos publicistas, según sus millones de promocionales electorales asestados durante meses al través de los medios electrónicos, ven a los mexicanos como una legión de entumidos cerebrales, o de plano descerebrados incapaces de pensar. El pueril Leonardo Valdés Zurita, en su lastimosa aparición en las pantallas aquella noche dominical (le voy más a un predicador religioso de San Lorenzo Tezonco), confirmó esa elitista y humillante percepción. Valdés Zurita vio y ve lo que el resto de los mexicanos jamás vio antes, durante y después de los comicios: la civilidad democrática de los partidos políticos y no su galopante corrupción (¿O lo que el consejero presidente pretende es diseñarse anticipadamente un blindaje para lo que eventualmente pueda venir a la hora del ajuste de cuentas, que fatalmente pasará por el Congreso de la Unión, que empieza por curarse en salud? Es muy probable.)

La dieta ciega al presidente del IFE

Rodrigo Medina pontencial rival de Enrique Peña Nieto   No se sabe en qué apacible remanso de la Arcadia soñaba Valdés Zurita -al parecer afectado por los mismos males que aquejan a Vicente Fox, inventor de Foxilandia-, que no tomó nota de los enconados conflictos protagonizados por los partidos políticos, que se ventilaron en el pleno del Consejo General del propio IFE, en el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y eventualmente en la Fiscalía Especial de Delitos Electorales de la Procuraduría General de la República (PGR) que, adicionalmente, con las secretarías de Gobernación y Hacienda, y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional, espiaron a partidos y candidatos para saber si no financiaban sus campañas con el apoyo de los cárteles de la droga o de otras fuentes no menos ilícitas. Por citar sólo dos datos: Consejeros electorales entraron públicamente en rispideces verbales con el Tribunal Electoral por fallos adversos al IFE de aquel organismo al resolver recursos partidistas o de candidatos, y el mismo Valdés Zurita entró en abierta bronca con la magistrada presidenta del Trife y ex empleada del Instituto, María del Carmen Alanís, por sus declaraciones -víspera de las elecciones- en el sentido de que habría un abstencionismo de 70 por ciento.

   A mayor abundamiento, la civilidad democrática de los partidos quedó en palmaria evidencia cuando, antes de los comicios del 5 de julio, particularmente el PAN, no compró votos, como suele hacerlo el PRI, sino a candidatos contendientes para que, en la recta final, renunciaran a sus postulaciones y declararan expresamente su adhesión a las campañas panistas, como ocurrió, por ejemplo, en Campeche y Querétaro. Peor aún: El PAN en Sonora, sin el menor escrúpulo, se montó en la tragedia del incendio de la guardería ABC en Hermosillo, que cobró la vida de 48 niños y dejó a 30 más convalecientes, para derrumbar las expectativas de candidatos priistas, hasta antes del incendio arriba en las encuestas sobre intenciones del voto.

   Carente de valor ético y autocrítico, nada anormal pudo ver en el comportamiento de los partidos  el consejero presidente, cegado seguramente por el resplandor de la abundante dieta en metálico y especie que le sirven los recursos de los contribuyentes (más de 12 mil millones de pesos) asignados al “autónomo, imparcial, objetivo e intachable” IFE, en donde debiera poner sus barbas a remojar si, como le ocurrió a su malogrado antecesor, el doctor Luis Carlos Ugalde Ramírez -rescatado para las pantallas después del 5 de julio-, una nueva reforma electoral, anunciada desde el Senado antes del 5 de julio, lo deja en la temible cesantía y de regreso a la academia, que da noble prestigio pero poco numerario.

El voto de castigo hace crujir al gobierno azul

   Formalidades y ajustes en el reconocimiento de las votaciones federales del 5 de julio, según lo establecen las reglas del código electoral, los resultados son del dominio público: El PAN fue arrollado por la aplanadora del carro completo del PRI en un tercio de los estados, que lo dejó -según datos originales del PREP-  sólo con 71 diputaciones de mayoría de las 137 logradas en 2006, que lo hicieron primera minoría en la actual legislatura. (Incluso en Michoacán, tierra del Presidente, donde se ha cebado el centralismo contra el gobernador Leonel Godoy Rangel, el PRD se impuso al panismo en una proporción de dos a uno en el reparto de diputaciones federales). Vuelve el PAN ahora a quedar a remolque de la bancada del PRI, como quedó desde los dorados días del innombrable, del que se convirtió en “aliado estratégico”. Esto es, tendrá que negociar con los narcopolíticos que con tanta cólera denunció  Germán Martínez Cázares, echado a posteriori a la jaula de los leones, olvidando la máxima de que mandado no es culpable. El otro caballo de batalla electoral montado por Martínez Cázares, fue el de la corrupción, que por consigna se negó a combatir -todo lo contrario- en su efímero paso por la Secretaría de la Función Pública.

   Más allá de los elocuentes números, el dato cualitativo es que el gran perdedor en la contienda es el presidente designado Felipe Calderón Hinojosa, quien expuso su maltrecha investidura al riesgo plebiscitario o refrendario, condensado en los spots del PAN invitando a los electores a apoyar el Presidente, votando por el partido de la “acción responsable”. Vale destacar que, en su fallida aventura, el huésped de Los Pinos se mostró como un audaz pero inhábil adelantado en las peores prácticas del viejo priato.

   Sólo para mencionar dos de esas manidas excrecencias -denunciadas precisamente por el PAN en sus tiempos de oposición-, FCH empezó por el nombramiento (dedazo, no elección) de uno de sus validos como jefe nacional de su partido, desplazando compulsivamente a otros postulantes (algunos de los cuales se convirtieron en el enemigo en casa), para imponerle después a candidatos de su predilección (dedazos) a los procesos constitucionales en las tres escalas, generando sordas rupturas al menos en San Luis Potosí, Nuevo León y Campeche, que, después de los descalabros 5 de julio, se expresaron tronantes contra sus dirigentes estatales en Jalisco -con mentadas de madre al gobernador neocristero Emilio González Márquez- y el Estado de México, entidades donde el panismo fue barrido en sus enclaves más emblemáticos.

   Casualmente, Calderón Hinojosa se propuso clonar los métodos del anquilosado PRI cuando, liberado éste desde 2000 de su jefe nato, del primer priista de México -el Presidente de la República-, los gobernadores tricolores feudalizaron el control de su partido y la designación, incluso nepótica, de candidatos, para cuyas campañas dispusieron de incuantificables recursos, a salvo de fiscalización inmediata. Casualmente también -garrafal error de cálculo-, el mandatario azul pasó por alto un dato elemental: gobernadores a los que se inserta en “la oposición”, y que en 2006 indujeron a los paisanos a votar por él, esta vez rezaron para su santo, pues su corazoncito late frente a la posibilidad sucesoria de 2012. Otro dato, no tan accesorio: En 2006, la cacique sindical del magisterio y dueña de la franquicia del Partido Nueva Alianza (Panal), Elba Esther Gordillo Morales, puso a disposición del michoacano al SNTE y a su partido. Ahora, en algunas contiendas estatales, los puso al servicio del PRI, y, en la federal, tuvo como prioridad la defensa de su registro. Dicho sea de paso, la leona no es como la pintan: El Panal logró una cota electoral apenas suficiente para su supervivencia.

   Para resumir la trágica circunstancia calderoniana, el presidente designado se vio como ratón tierno frente al gato viejo. O, dicho para la picaresca mexicana: Al hijo desobediente se le apareció el toro prieto y su embestida fue mortal de necesidad. La primera víctima propiciatoria, fue jefe nacional del PAN, Martínez Cázares, quien, al ser sacrificado, fue obligado a asumir toda la responsabilidad de la derrota. La hebra se revienta por lo más delgado. Suele ocurrir.

El costo electoral de la debacle económica

   En el otoño de 1988, después del “terremoto político” del 6 de julio, el PRI convocó a su Consejo Nacional para examinar los factores que incidieron en su quiebra electoral. En un documento-rector formulado por la Secretaría General se puso el acento en la causal más determinante: La prolongada  crisis económica ya extendida a todos los segmentos de la sociedad, y la ineficacia de las respuestas gubernamentales para remontarla. El arrogante salinato y su pretendida infalibilidad, sin embargo, porfió en las políticas neoliberales que, a la postre, le costaron al PRI la presidencia de la República.

Rafael Acosta Juanito, nuevo “ídolo” de los antilópezobradoristas   Avisado, para efectos prácticos, desde finales de 2007, del huracán que se veía venir, y que profundizaría la crisis económica subyacente en México, el calderonismo reaccionó con una prepotencia infantiloide. Ahora lo que queda del PAN invita a sus militantes a una reflexión sobre las causas de su descarrilamiento electoral. Como cosa tangencial, Calderón Hinojosa admite entre líneas que el factor crisis económica dejó tambaleante a su gobierno. No es otro el sentido de su mensaje del domingo 5 de julio, repetido el martes posterior. A su urgencia de dejar atrás la contienda electoral (La noche quedó atrás/ pero me envuelve/ negra como un abismo entre ambos polos…), el mandatario acompaña su demanda de diálogo, si bien con la próxima Legislatura federal, también con trabajadores, empresarios, sindicatos, académicos y partidos políticos, sin duda componentes del Estado. “Es la  hora de los acuerdos”, dice el morador de Los Pinos a mitad de sexenio.

   Esa convocatoria, es del tamaño del mandarriazo recibido el domingo electoral (se vale sobar). Hasta ahora, Calderón Hinojosa se había atrincherado en su pretendida omnipotencia, tratando de resolverlo todo unilateralmente, dejando de lado a la sociedad e incluso a los otros poderes de la Unión. Verbigracia: De hecho, la presidencia se mantuvo ausente en el desarrollo de los foros de la Reforma del Estado, organizados por el Senado de la República. En cambio, intentó tripular, infructuosamente, su iniciativa de Reforma Energética.

   De que, por fin, le cayó el veinte, es prueba la agenda tentativa (que era para ayer, acaso todavía en un periodo extraordinario para ponerla a caballo, y no hasta el 1 de septiembre, en que se instala la LI Legislatura, en la que el PAN estará en segunda lejana minoría) propuesta a debate: Criterios de Política Económica para 2010, con la revisión del sistema fiscal (ahora tan complaciente con la plutocracia) como uno de los temas prioritarios, y una nueva regulación de las actividades productivas. El ángulo más erizado de las proposiciones, es el que cruza por la política  laboral (“mercado”, le llama). Lo es porque, en vez de hacer cumplir en sus términos el artículo 123 de la Constitución y la Ley Federal del Trabajo, aún teóricamente vigentes, el increíble secretario de Trabajo y Previsión Social, Javier Lozano Alarcón, como ariete de la clase patronal, por sí mismo o por instrucciones superiores, se propone sacar un modelo de relaciones de producción primado por flexibilizaciones que deroguen o diluyan los actuales derechos al y del trabajo.

   Si, en términos partidistas-sucesorios para 2012, el Presidente no paladeará un grano de anís con la nueva correlación de fuerzas en el Poder Legislativo (los aduladores de Beatriz Paredes Rangel ya la tientan como prospecto presidenciable), lo que es un mérito en la convocatoria al hacerla extensiva a trabajadores y sindicatos, se convertirá eventualmente en un Rubicón, pues la vocación clientelar de las dirigencias sindicales no querrá exponer, con vistas al próximo relevo presidencial, el escaso saldo que le queda al desgastado corporativismo social, cediendo más en la ley de lo que han dado ya de facto.

Otra vez, ¿a parchar el régimen electoral?

   Aun antes del sísmico 5 de julio, con pleno conocimiento de causa, más que por simple intuición o instinto, en el Senado surgió el anuncio de nuevas reformas al régimen electoral federal. No esperaron algunos senadores a poner en blanco, negro o ámbar los resultados de la accidentada reforma del otoño de 2007, de por sí burlada por sus propios autores en temas constitucionales, como la renovación de la nómina de consejeros del Instituto Federal Electoral. Aunque especialistas dividen opiniones sobre lo positivo o negativo de aquella reforma, atacada ferozmente por los intereses televisivos, los legisladores no quisieron esperar la prueba del ácido del régimen reformado para llamar a la nueva ronda deliberativa y resolutiva.

   Ya se verá de nuevo en comparecencia a los mismos desfilantes-ponentes de siempre, en su heroico esfuerzo no sólo por ser oídos, sino seriamente tomados en cuenta en sus insistentes planteamientos. Pero quizá la pauta que debiera servir de oriente a los sedicentes reformadores, es el autorizado criterio de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que tiene en agenda observaciones sobre la inconstitucionalidad o anticonstitucionalidad de la reciente reforma.

   También, antes del 5 de julio, ministros de la Suprema informaron que existen al menos 12 cuestiones fundamentales en materia electoral federal analizadas en los últimos meses, además de algunas emanadas de los congresos de los estados, que aportan novedosas contribuciones en ese campo. Dicho por uno de esos ministros: Si fuesen atendidas las resoluciones del pleno de la Corte, hay amplias posibilidades de evitar la crisis postelectoral como la de 2006.

   (Acaso uno de los flancos más frágiles o críticos del régimen electoral, es el uso abusivo de las facultades otorgadas al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, cuyos algunos de sus magistrados no sólo se sienten parte del Poder Judicial federal, sino del Poder mismo, como si fueran depositarios de una dictadura togada. A ese extremo llevan su condición de jueces inapelables en sus sentencias.)

   En cuanto a las recomendaciones que puedan emanar del pleno de la SCJN al Poder Legislativo, la preocupación subyacente radica en la respuesta del Congreso. Algunos de los  senadores en activo han declarado expresamente esa justificada preocupación, poniendo en el tapete, por ejemplo, las resoluciones de los ministros respecto de la llamada Ley Televisa débilmente modificada por las Cámaras, que no han sido atendidas por los congresistas, como, para citar otro ejemplo aleatorio, tampoco han sido atendidas las sentencias relacionadas con la Ley Gordillo, relacionada con el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Issste.)

   En fin. La pregunta final al Congreso de la Unión es si, de veras, sus integrantes tienen madera de estadista, o si persistirán en la simulación en la que se ha empollado el huevo de la serpiente de la ingobernabilidad.


SALUD, CID CAMPEADOR

Con el PAN, Calles sigue ganando batallas en Sonora

   EN SU ENCANIJADO ODIO contra el PRI -como extensión del cultivado hasta la fecha por los cristeros contra el sonorense Plutarco Elías Calles-, el PAN trataba a quien después de su mandato sería conocido como Jefe Máximo de la Revolución como un pelele del entonces embajador de los Estados Unidos en México, Dwigth Morrow, quien, según el panismo, indujo al también llamado El turco a fundar el Partido Nacional Revolucionario, cuyo tricolor nieto fue hasta 2000 el coco de los azules y hoy vuelve a serlo.

El asunto es que el difunto usufructuario del maximato, como El Cid Campeador, parece seguir ganando batallas después de muerto. Para asegurar el continuismo de su gestión, el ex presidente del Consejo Coordinador Empresarial en funciones de gobernador de Sonora, Eduardo Bours Castelo le arrebató a la dirigencia nacional del PRI la candidatura de su cuate y colaborador Alfonso Elías Serrano. Olvidando viejos rencores contra don Plutarco -y para que la cuña apretara- el PAN, pragmatismo puro, le opuso a Guillermo Padrés Elías. Hasta antes del terrible infanticidio en la guardería ABC, en Hermosillo, Alfonso galopaba con una ventaja de entre cuatro y seis puntos porcentuales sobre su adversario. Después de ese terrible acontecimiento, usado perversamente en la estrategia propagandística panista, Guillermo se alzó con la gobernación de Sonora.

Como solía decir el Jefe Máximo, “los reaccionarios también son mexicanos”. Ahora resulta que en Sonora, de donde surgió el grupo de militares que hizo posible el triunfo del movimiento armado iniciado en 1910, los festejos del  Centenario de la Revolución serán presididos por el militante de un partido que, desde su fundación, ha representado la contrarrevolución. Al menos el calderonismo puede rayar una muesca en su oxidada carabina 30-30.


DE QUE DIOS DA, DA A MANOS LLENAS

   DE LA CORRUPCIÓN PRIÍSTA, el bonzo del PAN Germán Martínez Cázares hizo bandera de campaña, sin temer el efecto bumerang. Priista fue la honesta aliada de Felipe Calderón Hinojosa, Elba Esther Gordillo Morales. Sintiéndose en deuda con ella, entre las franquicias que su amigo le revalidó a “la maestra” está la de Lotería Nacional para “la asistencia pública”. Al cuidado de esa caja grande, la chiapaneca colocó a su chalán y ex diputado Miguel Ángel Jiménez, descubierto semanas antes del 5 de julio tratando de comprar -con dinero de esa institución- voluntades mediáticas para apoyar a los candidatos del PAN en Campeche.
   Por eso fue separado de su encargo y puesto bajo protección del secretario de la función pública, Salvador Vega Casillas, quien reservó (escondió) el expediente de la indagatoria por dos años. Como relevo de Jiménez, Calderón Hinojosa nombró al también ex priista devenido diputado panista, Benjamín González Roaro, cuya misión tiene como objetivo el 2012 de Elba Esther. Pero la diosa fortuna es generosa (si no, que lo digan los destinatarios digitados de las grandes bolsas de la LN). La familia González está de jolgorio: El hijo de don Benjamín, César Daniel González, nominado por el PAN, resultó agraciado con una curul en el Palacio Legislativo de San Lázaro por el Distrito Federal. La Lotería Nacional sigue haciendo hogares felices.


LA CASILLA ERRANTE

   EN POCO MÁS DE tres años, mi casilla, correspondiente a la sección electoral 4354 se ha vuelto una casilla errante. Para 2006 desapareció de su domicilio histórico en la colonia del Valle (distrito XV federal), calle Heriberto Frías, y trasladada, casi subrepticiamente, a la finca donde estuvo alojado el equipo editor de La Nación, órgano oficial del PAN. El pasado 5 de julio, para que la democracia crezca, asistimos a esa dirección para emitir nuestro voto. Resulta que ahí no: Tras búsqueda de horas, logramos localizarla sobre la Eugenia, casi esquina con División del Norte, hallazgo que no hicieron otros electores que se fastidiaron en la pesquisa. Obviamente, los primeros que hicieron cola fueron los militantes del PAN, bien enterados del súbito cambio. En el mismo domicilio se instalaron las casillas para la elecciones del Distrito Federal. Al cierre del horario de votación, acudimos a revisar las sábanas del escrutinio de nuestros votos. Sólo se exhibió la que anunció a grandes números que el panista Cesar Nava, ex secretario particular de Felipe Calderón y candidato a la diputación federal, estaba arriba en el conteo. Nunca se expuso la de los resultados para la elección de Delegado de la Benito Juárez y de diputados a la Asamblea Legislativa del DF. Misterios de la crecida democracia.


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