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Edición 278

PAPELES AL VIENTO
ABRAHAM GARCÍA IBARRA
(Exclusivo para Voces del Periodista)


Pemex: Cuando el destino nos alcanzó

Padre caballero/ hijo comerciante/ nieto pordiosero

LA CONJURA DE LOS YUPPIES ha tenido el desenlace letal que éstos maquinaron: Mientras que los más recientes ocupantes del Salón Oval de la Casa Blanca han colocado al pueblo de los Estados Unidos en el umbral del Tercer Mundo, sus pares mexicanos han corrido el estatus de México a la escala del  de América Central y, como los países situados en la cintura del continente, está a punto de convertirse en importador de crudo, cuando ya es dependiente del suministro de derivados petroleros desde el exterior. El neoliberalismo totonaca empezó por hipotecar la factura de la renta petrolera y el Partido Acción Nacional ha puesto a remate la joya de la corona: Petróleos Mexicanos. Los reyezuelos negros (Manuel Gómez Morín dixit) han vendido hasta nuestras plumas.

Cárdenas
El gran expropiador

La no política industrial del neoliberalismo quedó firmemente sellada con la aprobación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN). En 1993 se inicia el proceso de desintegración de Pemex, al fraccionarlo en cuatro subsidiarias para separar el proceso de exploración y producción de crudo (y creciente exportación) de su transformación, y relegar la industrialización del sector y la petroquímica, procesos que resultaban con pérdidas al aplicarles los precios de transferencia internacionales.

La fragmentación del organismo en subsidiarias facilitó el saqueo fiscal de Pemex: Su carga aumentó y, de representar el 7 por ciento de los ingresos ordinarios del gobierno federal en 1945, subió a 39 por ciento en 2007. Esta etapa se caracteriza: Por una fragmentación de la empresa que se lleva a cabo abandonando los proyectos de industrialización del petróleo y el gas; el deterioro de múltiples instalaciones alegando obsolescencia; despido de personal técnico calificado y establecimiento de sistemas de administración que propiciaron grave corrupción de medianos y altos mandos de la empresa. Igualmente se lamenta el deterioro de las áreas de investigación y desarrollo del Instituto Mexicano del Petróleo y su falta de preparación para los cambios del entorno internacional.

Con eso está dicho todo. Los dos párrafos anteriores son cita de las Conclusiones: Petróleo, sociedad y nación que la respetable maestra Ifigenia Martínez Hernández, presentó en mayo de 2008 en el simposio Petróleo y Seguridad Energética, organizado por el Frente Amplio Progresista. Después de señalar la transferencia de las funciones económicas del Estado a favor del mercado, que provocó bajas en el crecimiento del Producto Interno Bruto, y de la inversión y el empleo, Martínez Hernández agrega: El desastre en el manejo de la operación de Pemex se ha minimizado y disfrazado debido a la ausencia de un sistema de planeación. Ese periodo se caracteriza asimismo por un exceso de facultades que asume la Secretaría de Hacienda y que tratan de sustituir a un verdadero sistema de planeación democrática, función que se encuentra arrinconada en una oficina de la Subsecretaría de Ingresos.

Huelga decir que el tema lo motiva el 74 aniversario de la Expropiación Petrolera, marco en el cual el presidente designado Felipe Calderón Hinojosa hizo firmar a su Secretaria de Relaciones Exteriores, Patricia Espinosa, con la jefa de Estado USA, Hillary Clinton, un acuerdo para la Exploración y Explotación de Yacimientos Transfronterizos en la reciente reunión  de cancilleres del G-20, preparatoria del próximo encuentro de los mandatarios de los países inscritos en ese grupo.

No pregunten sobre el contenido de ese acuerdo. Algún legislador despistado recomendó, el muy perspicaz, que hay que leer las letras chiquitas del documento antes de validarlo en el Senado. Recomendación ociosa: Otros arreglos del gobierno mexicano con Washington han tenido que ser rescatados en El Capitolio estadunidense,  porque a Los Pinos se le olvida mandar la versión a la Cámara alta. Para no ir más lejos (y en este mismo espacio hemos planteado la cuestión), dos de cada tres senadores de entonces, votaron afirmativamente el TLCAN sin haber leído siquiera una cláusula. Es que el texto era de casi cinco mil fojas, más los anexos, y, además, a algunos se les entregó sin la traducción del inglés al español. ¡Qué gueva! Lo mismo hubiera sido: Carlos Salinas de Gortari, con la contraparte norteamericana, negoció el petróleo mexicano secretamente para que el tema no hiciera ruido en México, que se preparaba para la sucesión presidencial de 1994.

Hemos citado, hasta la saciedad, que el Partido Acción Nacional comprometió su destino fundacional en echar atrás la obra de Lázaro Cárdenas, situando como leitmotiv la reversión de la nacionalización del petróleo. Pues bien: Felipe Calderón Hinojosa (en la edición 277 de Voces del Periodista el tema principal de portada se cabecea: Traición y pillaje. El editorial dice: Pemex: ¿Por quién doblan las campanas?), Calderón Hinojosa, repetimos, congruente con el origen de su partido, ha pedido a la Casa Blanca -esto es, al gobierno de los Estados Unidos- se involucre en la política petrolera de México.

No lo decimos nosotros, aunque no nos falten arrestos: Lo escribe en febrero de 2010 el entonces embajador de los Estados Unidos en México, Carlos Pascual, en cable 10MEXICO514, dirigido al Departamento de Estado. En el documento, Pascual anuncia que México está a punto de convertirse en importador de crudo. A pesar de algunos pronósticos optimistas del gobierno, apunta el ex embajador: No hay opciones realistas para revertir la disminución (de la producción) en el corto o mediano plazos. El cable rescatado por Wikileaks lo publica La Jornada (16 de marzo), con crédito a Roberto González Amador, que de su cosecha informa que, de 2004 a 2010, la producción de crudo mexicano ha bajado de 3.4 de millones de barriles al día, 2.5 millones de barriles. No se requiere decir más.



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