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Edición 351 | ||
Escrito por Abraham García Ibarra | ||
Miércoles, 21 de Diciembre de 2016 12:15 | ||
Side Story AUNQUE A FINAL DE CUENTAS NO TENGA CONSECUENCIA JURÃDICA -no obstante sus desgarradores e irreparables costos sociales-, hay que tener cuidado con la retórica polÃtica mexicana, hija de nuestros irrenunciables usos... Read More >>AUNQUE A FINAL DE CUENTAS NO TENGA CONSECUENCIA JURÍDICA -no obstante sus desgarradores e irreparables costos sociales-, hay que tener cuidado con la retórica política mexicana, hija de nuestros irrenunciables usos y costumbres, y de las “reglas no escritas”.
En las dos recientes décadas, México ha pasado por dos usurpaciones del poder presidencial (1988 y 2006), pero la narrativa nos las cuentan como simples “fraudes electorales”. Y el uso queda para enriquecer el inventario de la picaresca mexicana.
En el caso de Venezuela, la cerril inverecundia no puede ser mayor: Los representantes parlamentarios de la opositora Mesa de Unidad Democrática (MUD) sentenciaron vacante la Presidencia, acusando a Nicolás Maduro de “abandono del cargo”; acusación, argumentaron, que “no requiere de presentación de pruebas”. La exacerbada situación sureña, vis a vis con la grave circunstancia de ingobernabilidad que vive México, ha dado pie a algunos analistas domésticos para especular sobre los riesgos de un golpe de Estado en nuestro país.
Como se empolla el huevo de la serpiente
De la doctrina clásica -dicho a reserva que nos corrijan expertos en Inteligencia; estas notas son periodísticas- viene que el Golpe de La manu militari -“por la fuerza de las armas”-, es un factor relativamente contemporáneo que se aclimató en nuestro continente, con mayor presencia en el Cono Sur. Vale señalar que en aquellos países, los Ejércitos nacionales son codificados como ejércitos de casta. Pero en la primera mitad del siglo XX, el escritor Curzio Malaparte, al hacer su diagnóstico del fascismo y el nazismo, encontró que a los Golpes de Estado en Italia y Alemania fueron arrastradas fuerzas de la sociedad civil. Ese modelo fue reproducido en España por el general Francisco Franco en su combate contra la República. Todavía, lodos de aquellos polvos asfixian a la sociedad peninsular. Meras nociones empíricas de nuestra parte, nos sirven para ilustrar la experiencia mexicana, que tuvo su expresión culminante con el asesinato del presidente Venustiano Carranza por los militares sonorenses.
En el recorrido de la Presidencia civilista
En la crisis de 1968, según testimonio del general secretario de la Defensa, Marcelino García Barragán, el Ejército fue tentado al Golpe de Estado contra el presidente Gustavo Díaz Ordaz.
El antecedente de esa frustrada tentativa fue documentado en Puebla, donde algunos segmentos clero-empresariales empezaron a difundir literatura golpista, inspirada en el Golpe de Estado contra el presidente Joäo Goultar, en 1964. Sin embargo, abortada La Conspiración de Chipinque, desde cenáculos ultraderechistas de la Ciudad de México corrió de boca en boca el supuesto de la preparación de un autogolpe en los meses finales del mandato de Echeverría. El espinoso tema reapareció con otra modalidad en el contexto del terremoto político de 1988 (Miguel de la Madrid dixit).
1988: “Golpe de Estado técnico”
Frente a la resistencia civil contra el fraude electoral, algunos militares y navales en retiro, agrupados en la Unidad Revolucionaria del PRI, trataron de sonsacar al presidente De la Madrid para que hiciera uso de las Fuerzas Armadas contra opositores militantes del Frente Democrático Nacional (FDN), a quienes se imputaba la intención de tomar los palacios de gobierno en algunos estados en una “operación envolvente” sobre la Ciudad de México. Obviamente, De la Madrid no consideró esa opción. El espectro golpista merodeó de nuevo en 1994 con la irrupción en enero del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Chiapas. Los detractores de Carlos Salinas de Gortari comenzaron a hablar entonces de “autogolpe”.
Golpe de Estado “Jurisdiccional”
Colegios de Abogados y constitucionalistas profesores universitarios acusaron al Presidente de dar un Golpe de Estado “Jurisdiccional” al podar casi en su totalidad el cuerpo constitutivo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ya reconocida como Tribunal Constitucional, para imponer ministros a su conveniencia.
Ese tipo de especulaciones entró a otra espeluznante dimensión hacia finales del siglo XX. Reputado como restaurador de la diplomacia de las cañoneras, el ex secretario de la Defensa de Ronald Reagan, Caspar W. Weinberg, escudado en la coartada de “juegos estratégicos” editó una obra en la que incorporó un capitulo titulado Operación Azteca. En ese capítulo, Weinberg describe a detalle la invasión y ocupación armada de los Estados Unidos a México con el argumento, incluido en la trama, de que un Golpe de Estado narco provocó una gran crisis política que disparó la emigración de mexicanos a los Estados Unidos, poniendo en riesgo la Seguridad Nacional del imperio. Sabiendo cómo se la juegan los injerencistas gringos, no se puede pasar por alto que aquellos supuestos “juegos estratégicos” no son mera fantasía. Prefiguran una carta de navegación “para lo que pueda ofrecerse”. En última lectura, lo obvio es que la frontera Estados Unidos-México empezó a ser densamente militarizada.
México, en la órbita de El Pentágono
No fue casual ese fenómeno: El presidente Vicente Fox se había adherido previamente a la Alianza Estratégica para la Seguridad y la En lo sucesivo, los comandantes de nuestras fuerzas armadas son convocados a las reuniones periódicas de jefes del Ejército de América Latina, citadas por Washington so capa de fortalecer la “Seguridad Hemisférica”, cuyos perversos fines están establecidos desde hace medio siglo por El Plan Cóndor, de devastadoras consecuencias para los pueblos de América del Sur. El sucesor de Fox, Felipe Calderón Hinojosa, con su guerra narca, puso al país en el umbral de Estado fallido, la bandeja de plata tan socorrida para el intervencionismo imperial. En el actual sexenio, el “camino correcto” en esa asignatura ha sido puntualmente seguido hasta situarnos en los límites de la ingobernabilidad.
El papel de Hillary Clinton
Nomás recordar: El petróleo es el leitmotiv de las guerras con las que los Estados Unidos tienen hundidos en el exterminio permanente a los pueblos del Medio Oriente y son preámbulo de la Guerra Nuclear Global. No hay razón alguna para pensar que los trasnochados depositarios del Destino Manifiesto actuarán de manera diferente a partir de enero de 2017, año en que aquí entra en preparación la sucesión presidencial de 2018. Digámoslo con el clásico: Cuando un Estado muere, no se precisa la autopsia: Murió por suicidio. Tenerlo en agenda. Es cuanto. More articles by this author ![]()
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