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Edición 309 | ||||
Escrito por Roberto Savio | ||||
Martes, 17 de Septiembre de 2013 19:12 | ||||
Los periódicos se están convirtiendo en juguetes de multimillonarios ROBERTO SAVIO *
SAN SALVADOR, Bahamas, sep. (IPS) Hoy pocas personas saben que cuando se crearon las primeras agencias de noticias en el siglo XIX, la Havas francesa y la británica Reuter dividieron el mundo entre ellas. La división siguió las fronteras de los dos imperios coloniales.
América Latina, fue a parar en manos de Havas, mientras Reuter se quedó con Estados Unidos. La primera agencia estadounidense que rompió el monopolio fue la United Press International (UPI), alegando que Estados Unidos no podía ser visto a través de los ojos británicos, un argumento muy parecido a la queja del Tercer Mundo contra el monopolio de información del Norte. En el mundo de los medios, esta agencia era considerada un gigante, por lo que fue una sorpresa cuando en 1986 un millonario mexicano, Mario Vázquez Raña, compró la UPI por 41 millones de dólares y pronunció la célebre frase: "Yo tenía dos jets Falcon. Vendí uno y compré la UPI." Desde entonces, la concentración de medios en manos de multimillonarios ha proliferado. Los casos de Murdoch y Berlusconi son los más famosos. Algunos observadores ven en esto un giro a la derecha, impulsado por los que tienen dinero. No se trata de una teoría conspirativa. Simplemente, 100 poseedores de un Ferrari tienden a tener una visión más coincidente sobre las cosas, que por ejemplo, los dueños de 100 Volkswagen. Estados Unidos es un buen observatorio en el mundo de la información. En efecto, la expresión medios de comunicación de masas fue acuñada en los EE.UU., debido a que las ventas de los medios debían ser grandes para considerarse viables. En Europa, los medios no se dirigían a las masas. El
famoso Times de Londres (ahora en manos de Murdoch) vendía unas 50 mil
copias, y sus lectores eran élite del Imperio Británico. Los periódicos
europeos eran culturales, con artículos largos y bastante analíticos. Los
medios de comunicación estadounidenses partieron en la dirección opuesta y así
nacieron los “mass media.” Este hecho es el golpe de muerte definitivo para los periódicos de propiedad familiar. Hubo un tiempo en que los Chandler eran propietarios de Los Angeles Times, los Copley del San Diego Tribune, los Cowles del Minneapolis Star Tribune, y los Bancroft del Wall Street Journal (WSJ). Aquellas familias defendieron la independencia y la identidad de sus periódicos. Es patente la diferencia entre el WSJ en los tiempos de los Bancroft, y el de ahora, propiedad del omnipresente Murdoch. El Boston Globe fue comprado por otro
multimillonario, John Henry, por apenas 70 millones de dólares. El New
York Times pagó mil 100 millones de dólares en 1993 por el Globe.
El New York Times ha superado ya los 60 mil suscriptores gracias a una agresiva campaña de suscripciones en línea. Están seguros de que esto garantizará la viabilidad a largo plazo del periódico y así descartan la posibilidad de venta. Pero lo que se avecina en el horizonte es que la línea que separaba los medios de comunicación en cuanto a contenido, de las redes de distribución, se está volviendo borrosa. Google, Facebook, Microsoft y Yahoo buscan más noticias para transmitir, y más publicidad. Con la compra de YouTube y Zagat, Google se ha trasladado de lleno en el campo del contenido. Yahoo ha comprado un nuevo un sistema de microblogging que permite que 119 millones de usuarios publiquen rápidamente palabras e imágenes, por mil 100 millones de dólares, más del triple de los precios combinados de la venta del Post y del Globe. Nada más demostrativo de cómo los nombres de prestigio están a precio de saldo. Sin embargo los suscriptores en línea representan un
cambio antropológico en relación al antiguo lector. Las suyas son mentes
inquietas, ansiosas por cambiar de página, y esto hará que se reduzcan
progresivamente los artículos extensos y los análisis. Este proceso se
acentuará a medida que avance el cambio generacional. Asimismo, para los jóvenes está desapareciendo la frontera entre el periodismo tradicional y profesional y el llamado periodismo ciudadano, realizado por cualquier persona que quiera publicar noticias y fotos en la red. Como resultado cualquier texto de más de 850 palabras (como este artículo muy resumido de mil 17 palabras), se considera excesivamente largo para ser publicado. ¿Presagia esto un mundo mejor informado y más consciente?
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