Edición 228 |
MANUEL MAGAÑA CONTRERAS
(Exclusivo para Voces del Periodista)
Jamás México ha tenido un período tan grande de prosperidad como el de los años 40 del siglo pasado. La vida fue barata, creativa, todo mundo tenía dinero y trabajo, florecieron el arte en todas sus manifestaciones. La nación mexicana salvó su soberanía y no permitió el establecimiento de bases norteamericanas, gracias al nacionalismo, es decir, al patriotismo con que gobernaron en esos difíciles momentos, los presidentes de México, general Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho.
El lema, la llave del progreso nacional que abarcó a todos los sectores sociales, fue: “Produzca lo que el país consume, consuma lo que el país produce”. Con planta productiva propia es como se hace progresar a las naciones.
Recordamos la gran hazaña de los dos gobernantes, con motivo del llamado hecho por el actual presidente de México, Felipe Calderón, el pasado 5 de febrero –a 73 años de la amnistía general del presidente Cárdenas-, realizado desde el “Teatro de
En estos momentos, es muy acertado el exhorto del autollamado presidente del empleo porque todos los partidos políticos abundantemente subsidiados con cifras multimillonarias sacadas de la miseria del pueblo, han perdido gran parte de su credibilidad entre la masa de votantes, porque con sus alianzas, “concertacesiones”, y arreglos “en lo oscurito”, lo único que ponen a salvo son sus ambiciones de poder y lucro, pero no los legítimos intereses ciudadanos.
Es muy indispensable la proposición del presidente Calderón, porque estamos en un cruce de la historia contemporánea en que “los gasolinazos” equivalen a “jugar con fuego” porque suenan a provocación y aceleramiento de la crisis nacional sin más salida que la de un agravamiento de la situación que se padece. Cada “gasolinazo” encarece el proceso productivo en México, en una nación donde tenemos petróleo en gran escala. Cada “gasolinazo”, dispara la inflación y deteriora el cada vez más devaluado salario de los trabajadores en nuestro país.
Es pertinente la propuesta de FCH, porque el rumbo neoliberal por el cual se ha encauzado al país, desgasta nuestra soberanía nacional, enriquece a los capitales extranjeros y hace miserables a nosotros, la mayoría del pueblo mexicano. Es muy necesario que el llamado del jefe del Ejecutivo Federal formuló en el “Teatro de
Para ello, es necesario considerar la pérdida de confianza en que han caído las cúpulas de mando porque en ellas anidan el engaño y la corrupción y se necesita pasar, a la brevedad, de las palabras a los hechos. Esto sólo puede hacerse realidad si tales propósitos se hacen por escrito y no sólo con palabras que se lleva el viento.
Se necesita, entonces, para llegar a la anhelada reconciliación nacional, que el presidente del empleo, Felipe Calderón, se ponga a la altura del general Lázaro Cárdenas y decrete una amnistía general, para que la población deje de recibir golpes todos los días. Para que la nación ya no sea desmantelada por los vendepatrias que van de país en país ofreciendo nuestros recursos a los intereses internacionales.
Es un hecho que en México, todos anhelamos una reconciliación basada en la dignidad humana, en la justicia, en la salvaguarda de la soberanía nacional de México,. en la conservación de nuestras tradiciones, principios y valores que modelan nuestro ser nacional, tan amenazados ahora con la entrega de menores en adopción a uniones gay, tan temidas -si se les entregan niños indefensos-, porque darles esa prerrogativa no sería otra cosa que el ingrediente más explosivo de una sociedad permisiva y hedonista que pretenden implantar en México, grupos de interés ajenos al bien de
Sobre este punto, es necesario reproducir el siguiente concepto que Vasconcelos en su obra: “Breve Historia de México”: “Todos los pueblos, en el curso de su historia, cuentan con épocas viles, pero sólo han sobrevivido aquellos que han logrado poner a salvo su honra y con ello el futuro. Quien no es capaz de hacer justicia por su propia mano, en vano esperará que se la haga el extraño. La soberanía supone capacidad para la justicia, en lo interno igual que en lo externo. Nunca un pueblo corrompido logró ponerse a salvo de las ambiciones del exterior”.
La propuesta del presidente Felipe Calderón debe ser considerada, porque no es posible, desde el punto de vista de la dignidad del pueblo mexicano y de la salvaguarda de México en cuanto país, que el campesino mexicano continúe como paria de un sistema económico que nos imponen los prestamistas, usureros y ladrones de “cuello blanco” que son los funcionarios del Banco Mundial, del Fondo Monetario Internacional.
Es más, para que México re-encuentre el camino del progreso en dignidad, requiere que una propuesta como la del presidente Calderón llegue al terreno de la realización.
En la anarquía nadie es libre y, lamentablemente, los partidos políticos son los primeros que siembran la anarquía, dividiendo, subdividiendo y luego mediante “convenios, “alianzas” y “arreglos” que solo se encaminan a preservar sus privilegios esos demagogos cuya “convicción única, es la de cambiar tantas veces de convicciones como sea necesario, con tal de mantenerse en las ubres del poder”.
Necesitamos una Amnistía General y es deseable que el presidente Felipe Calderón le haga este gran servicio a nuestro sufrido México, porque no es justo que continúe la desigualdad en la cual, la mayoría del pueblo mexicano está en la miseria y unos cuantos de la oligarquía reúnen tantas riquezas que ya les caracteriza el estar constantemente en la revista Forbes, entre los más ricos del mundo.
Enderezar el rumbo es de vitral importancia para el país. Corregir errores cometidos durante los ya larguísimos 40 años de implantación de la “economía sin moral” -como lo estableciera el dictador inglés Cromwel a mediados del Siglo XVII-, en nuestro país. De continuar en el acatamiento de la consigna globalizadora y macro-económica, el resultado que se teme no es otro que el de la ingobernabilidad.
Necesitamos unión, ciertamente, como lo dice el presidente Felipe Calderón. Todas nuestras grandes desgracias nacionales, como la pérdida de más de la mitad de nuestro territorio nacional, en la invasión norteamericana 1846-1848, tienen como ingrediente funesto contra nuestro destino, el clima de discordias avivados por los intereses extranjeros que nos quieren perder.
Si el presidente Felipe Calderón quiere en verdad poner alto a la “amenaza de parálisis” que puede presentarse en México, el tiene el principio del remedio a nuestros males es decir, la expedición de un Decreto General de Amnistía, para que se abran los caminos de la justicia, la prosperidad y el progreso a base del aprovechamiento de la planta auténticamente mexicana para producir lo que consumamos y consumir lo que produzcamos, complementado esto, con un reparto equitativo de lo producido. Se trata de emprender juntos el camino de la reconstrucción nacional
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