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Tambores de guerra, el plan de las siete base militares de EU en Colombia
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Edición 216

“Halcones” de Washington, tras el petróleo de Honduras

Manuel Magaña Contreras
(Exclusivo para Voces del Periodista)

 

CONVERTIDO EN PUNTA de lanza  de los “halcones” de Washington jefaturados por Dick Cheney,  John Negroponte y los Bush -padre e hijo-,  el presidente colombiano Álvaro Uribe tiene en  jaque a los país de América Latina y el Caribe con  el anuncio del plan para la operación en Colombia de siete bases militares de los EU, tres terrestres, dos marítimas y dos aéreas, lo que representa una nueva fase del expansionismo norteamericano monroísta, bajo el lema “América para los americanos” del “Destino manifiesto” que  cobra nueva vida  y se constituye en preludio de guerra.

Uribe es conocido por su incondicional entreguismo a los EU, a nombre del combate al narcotráfico en su país. El proyecto de operación de dichas bases recuerda que el gobierno de Colombia apoyó  la invasión de los Estados Unidos a Irak. Se recuerda también que envió contingentes colombianos  a Afganistán y que respaldó, en una decisión que dañó la solidaridad iberoamericana, a los militares ingleses en la guerra de las Islas Malvinas contra la hermana República de Argentina.

Según los términos del anuncio hecho por Uribe, permanentemente habrá en Colombia,  unos mil 400 soldados norteamericanos. De ellos, 800 asumirán directamente  acciones castrenses  como si el suelo colombiano perteneciese a los EU, en tanto que otros 600 elementos, con el carácter de “contratistas”,  disfrazarán su condición de tropas  mercenarias de Washington.

Intervencionismo militar

Alberto Corona, comentarista de Orbe, de   Bogota, internacionalmente conocido, afirma que, con el funcionamiento de dichas bases, “no sólo se le entrega a la potencia norteamericana patente de Corso  para intervenir en los asuntos internos bajo el pretexto de la lucha contra el narcotráfico, sino que se le facilita la infraestructura militar  y tecnológica  para que desde Colombia se perpetren ataques y bombardeos a cualquier nación de América  Latina y El Caribe”.

Magaa Ante el insólito proyecto de las siete bases militares norteamericanas en Colombia, el colega Alberto Corona  reproduce declaraciones del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, quien “vincula  el golpe de Estado en Honduras que depuso al presidente  Manuel Zelaya el 28 de junio pasado, con el anuncio días después  del citado acuerdo entre Bogotá  y Washington, como un elemento de distracción”.

Las especulaciones se multiplican y hay comentarios en los cuales se dice que  las siete bases norteamericanas en territorio colombiano, pueden estar proyectadas “para articular acciones  político-militares  con el Plan México, o Mérida, que abarca al país al límite  del Río Bravo y a otros de Centroamérica, entre ellos, Honduras”.

Los comentarios  expresan también temores de que la instalación de las multicitadas bases militares, sembrarán la intranquilidad  entre los habitantes de los pueblos de América Latina, tanto en  Sudamérica, como en Centroamérica y El Caribe, con lo que se prevé  un retroceso en materia de democracia, derechos humanos y  pérdida de las soberanías nacionales  de los países comprendidos en la zona de influencia geográfica de Colombia.

“Honduras tiene mucho petróleo”

Los comentarios  hechos  a nivel internacional  ligan el “gorilazo”, o golpe de Estado en Honduras, con el plan para la instalación de las siete bases militares en territorio colombiano. Se afirma que las más recientes investigaciones  en materia de yacimientos de petróleo hondureño, dispuestas por el presidente Manuel Zelaya Rosales, confirman la gran riqueza petrolera de este país, lo que motivó la decisión de parte del gobernante hondureño de incorporarse al grupo Petrocaribe, el cual  cobró realidad a instancias de la República de Venezuela.

Juan Moncada, el conocido comentarista  centroamericano, hace saber que a enorme riqueza petrolera de Honduras es una realidad  que debe llenar de esperanzas el futuro de los nacidos en este país. Recomienda que se sigan las pautas “de la nacionalización del petróleo en México, culminada el 18 de marzo de 1938, por el  patriota presidente de México, general Lázaro Cárdenas del Río”.

Dice el colega que aparentemente el golpe de Estado contra el presidente constitucional, Manuel Zelaya Rosales, “fue para evitar la reelección en el cargo de jefe del Ejecutivo en Honduras”, pero que la realidad es que “así se puso freno al proceso para declarar constitucionalmente al petróleo hondureño como una riqueza patrimonial, lo cual impediría que las empresas privadas participen en la investigación, exploración, extracción e industrialización petrolera de Honduras”.

Se asegura, de parte del analista centroamericano Carlos Correa, que  ya quedó detectado que entre los que conspiraron para que se diera el golpe de Estado se encuentra el embajador de los Estados Unidos en Honduras,  Hugo Llorens, quien fue puesto por recomendaciones de Bush Jr. y Dick Cheney, del sector ultra derechista en la nación norteamericana. Se afirma que ha quedado comprobado también que  el dueño de la “fundación” Arcadia Otto Reich, “protagonizó maquinaciones para asestar el golpe de Estado en contra de “Mel” Zelaya.

“Democracia Cristiana” y golpistas

Los golpistas de Honduras han tenido de su lado a las huestes de la llamada “Democracia Cristiana”, reclutadas con las técnicas de mezclar las cuestiones políticas y las religiosas, lo cual, en sí constituye un peligroso coctel, porque con esta corriente no se sirve a la política en su concepción positiva y sana, ni se sirve a la religión a la cual degrada al arrastrarla a situaciones que  por naturaleza implican considerables dosis de corrupción en la conducta humana.

En México residen dos de los principales  dirigentes mundiales de la “Democracia Cristiana”. Se trata de Manuel Espino Barrientos, ex presidente de Acción Nacional, y de  Vicente Fox Quesada,  ex presidente de México.

Los auto llamados demócrata cristianos  en México, están afiliados al Partido Acción Nacional y se identifican con grupos confesionales muy ligados estrechamente con  los empresarios macros, medianos, pequeños y micros..

Por cuestiones de imagen ante la opinión pública, no se festina la identificación de propósitos entre el panismo y  la Democracia Cristiana. Frecuentemente  se magnifican ante los medios informativos, las “divisiones” existentes entre el presidente Felipe Calderón y Manuel Espino, así como entre el jefe del Ejecutivo y  Fox Quesada, quien ciertamente no ha tenido ningún problema al haber sido cubierto con el manto de la impunidad, ante las reiteradas acusaciones de su enriquecimiento inexplicable durante el período que ocupó la presidencia de la República,   así como el de su “pareja presidencial”, Marta Sahagún y los hijos de ésta, los célebres hermanitos Bribiesca.

En los años 60 del siglo pasado, cuando en el Concilio Ecuménico Vaticano II puso de moda la “Teología de la Liberación” - interpretación política  de los textos sagrados que lo mismo puede cargarse a favor de la derecha que de la izquierda, según la conveniencia -,  la “Democracia Cristiana”  era de izquierda y hasta se llegó a decir que  es “comunismo rociado con agua bendita”.

Democracia Cristiana y neoliberalismo

En los tiempos que corren, la “Democracia Cristiana” convive bastante bien con la ultraderecha, el “capitalismo salvaje”, o sea, el neoliberalismo, la globalización económica y la macro-economía. El izquierdismo de la DC quedó atrás y ahora  funciona como agente de Washington, para infiltrarse en la ciudadanía latinoamericana, marcada de ingredientes religiosos y políticos, a sabiendas de que la población de nuestra continente que se expresa mayoritariamente en español y en portugués, además de que tiene un marcado sentido religioso de la vida.

Por eso, los golpistas de Honduras, al unir a las masas de creyentes, en su mayoría trabajadores de los empresarios,  al poderío económico de los trust” internacionales, al identificarse en intereses terrenales con el clero político  y sumar todo ello a la fuerza ante la opinión pública de los hombres de negocios dueños de los medios informativos hondureños, con los abundantes recursos de esa ultraderecha, lograron que  la fuerza militar se uniera a ellos para dar el golpe de Estado.

El mismo problema de golpe de Estado en Honduras, con la participación de la “Democracia Cristiana” al lado de los golpistas, se puede repetir en cualquier país de Latinoamérica. Los “halcones” de Washington, que aspiran a una mayor hegemonía del supercapitalismo  internacional en el Hemisferio americano de habla hispana y portuguesa, tienen en la “Democracia Cristiana”, a uno de sus aliados incondicionales.

Dicho esto, procede poner de relieve que para evitar más golpes de Estado, habrá que luchar en el campo de las ideas con la “Democracia Cristiana”, para quitarle el disfraz que nada tiene de político ni de religioso, pero si daña  a los países arrastrando a la gente  a la adopción de posiciones contrarias al interés legítimo de cada nación, porque la noción de Patria no es su característica, sino un internacionalismo  reptante y falaz para contribuir al saqueo del patrimonio nacional de los pueblos, contenido en sus riquezas naturales, como su cultura  y bienes materiales como  el petróleo.

Amenaza a toda América”

De las bases que proyecta EU instalar en Colombia, se tiene conocimiento de que estarán en Malambo, Palenquero y Apiay: el ejército, en Tolemaida  y Larandia y la marina norteamericana, en Cartagena y Bahía Málaga. Estos datos han sido confirmados por  el general Douglas Fraser, jefe del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos. Aseguró este militar que “ya hay militares estadunidenses  que trabajan en colaboración con Colombia, de manera abierta y coordinada con el Congreso de su país y esto va a continuar”.

Las expectativas por esta determinación resultan inquietantes. De inmediato, el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, hizo declaraciones en el sentido de que “con las siete bases, Estados unidos amenaza a  toda América Latina. Ahora desde Colombia, donde hay un gobierno que entrega la soberanía de ese hermano país al imperio yanqui. Se amenaza a la soberanía, al pueblo y a los soldados  y a la revolución de Venezuela”.

Las declaraciones  revelan el rechazo a dicha iniciativa y dentro de esta línea, fueron difundidas internacionalmente las declaraciones del canciller de Ecuador, quien aseguró que “no existe ningún tipo de justificación para que Colombia permita el uso de bases militares a los Estados Unidos”.

El presidente de Bolivia, Evo Morales, por su parte, acusó  a Álvaro Uribe de “traidor”, “en contra de los pueblos latinoamericanos, al permitir que los Estados nidos extiendan sus dominios y operaciones militares a siete bases de Colombia. Abundó sobre el punto y señaló que “quienes quieren implementar bases  en la región son traidores a los pueblos, a Latinoamérica, a los países  que luchan por su dignidad  y su soberanía”.

También los gobiernos de Bolivia y Uruguay rechazan la pretensión de instalar bases militares en Colombia. Hicieron saber que desde hace 20 años -con el pretexto del combate al narcotráfico-, los Estados Unidos realizan actividades en Colombia y temen que, de incrementarse dicha injerencia, se crearán problemas a la región.

La pobreza  y las oligarquías

El golpe de militares en Honduras que sacó del poder y del país al presidente de Honduras, Manuel Zelaya Rosales, ha puesto de manifiesto ante el mundo que en Centroamérica y en ese país, la desigualdad es una de las características de la sociedad contemporánea.

Alvaro Uribe Al lado de la pobreza generalizada, se da la existencia de una elite de empresarios carentes de conciencia social que aspira a más poder y mayores riquezas. Por ejemplo, se cita que Otto Reich, con su “fundación,  “tomó parte en el golpe de Estado”, con el propósito de evitar que los programas de mejoras sociales de “Mel” Zelaya, empezaran a favorecer a un núcleo cada vez mayo de seres necesitados.

Por otra parte, en el golpe de Estado en Honduras se ha puesto de relieve un fenómeno, una metamorfosis  que no debe ser soslayado. Consiste en que por la riqueza acumulada,  aunada al poder obtenido,  el sector macro-económico  en cada país -con excepciones- es el que  realmente ejerce el mando a nivel nacional.

Los gobiernos, en los que imperan las oligarquías, propiamente dicho ya no mandan. El poder económico se ha impuesto al poder político y por ello, los jefes del Ejecutivo frecuentemente se ven maniatados ante las decisiones que deben tomar en beneficio de sus gobernados.

Se ha cerrado el círculo y los hombres de negocios a nivel macro, los políticos y las fuerzas de seguridad, junto con los miembros del clero político enfermo por participar en las ediciones nacionales, ahora son aliados. Lo que vale es el éxito económico y el poder temporal adquirido.

El golpe de Honduras  pone de relieve también que el empresario, ya sea en México o en Centroamérica, ha perdido totalmente la noción del sentido social a que está obligado. El bien común ya no preocupa al hombre de negocios. Lo que le importa es el poder y que las ganancias sen cada vez más enormes. Por eso, a los luchadores sociales los ve con desdén y odio, a sabiendas de que  para llegar a ver colmados sus deseos de mayores bienes materiales, cuenta con el apoyo  de la macro economía  que aspira al dominio total con el poder del dinero.

El más voraz de los imperios

Al lado de la pobreza generalizada en Latinoamérica, como consecuencia de la presencia de los grandes trusts” a los cuales se les entregan las riquezas y los recursos de nuestras naciones,  se da la presencia del imperio de los Estados Unidos, el más voraz de todos los que ha habido a través de la historia de la humanidad. Su rapacidad no tiene límites y decimos esto a sabiendas de que el pueblo norteamericano en sí, está caracterizado por sus sentimientos nobles y humanitarios. La voracidad imperial norteamericana reside en grupos reducidos de expansionistas. Para el pueblo norteamericano nuestros respetos. No así para los del “Destino manifiesto” que nos han hecho la vida pesada desde hace varios siglos.

La ambición de poderío económico, de expansionismo territorial, de dominio de todo en el mundo, nos hacho la vida pesada durante años. La historia de su crecimiento territorial es sorprendente: Creció a costa de México en más de dos millones de kilómetros cuadrados que nos arrebató en guerra injusta en la invsión 1846-1848-;  a partir de entonces, empezó propiamente dicho la formación del imperialismo norteamericano. Posteriormente se extendería a las islas Johnston (1834), Palmyra (1841), Alaska (1867), Islas Midway (1867), Islas Wake (1899 ), Islas Aleutianas (1867),  a Filipinas  y Guam en 1898), Islas Tutula, Cuba y Puerto Rico (1898) , por la guerra con España. Posteriormente, Panamá. En las dos guerras mundiales, adquirió el poderío actual.

El unipolarismo de los E. U. ha sido trágico para el mundo. ¿Hasta donde pensará llegar  con la instalación de bases militares  en Colombia y  la “iniciativa” Mérida en México, aunado a la nominación definitiva del embajador Carlos Pascual, experto en “estados fallidos”, según lo califican quienes lo conocen?

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