Edición 378 |
“Chalecos amarillosâ€, una cólera ‎altamente polÃtica
Alain Benajam
SURGIDO en Francia, el movimiento de protesta popular de los “Chalecos amarillos†está ‎extendiéndose. Bélgica y Bulgaria también están siendo escenario de multitudinarias ‎protestas contra una presión fiscal que el pueblo percibe como injusta. La mayorÃa de ‎los paÃses miembros de la Unión Europea elevan constantemente sus impuestos para ‎pagar una misteriosa deuda acumulada desde los años 1970. ‎
Los franceses parecen querer tomar el control de su propio destino y era urgente que ‎se decidieran a hacerlo. El mundo polÃtico-mediático ya no podÃa hacer otra cosa que lanzarles ‎su odio a la cara. ‎
Es urgente actuar porque nuestro paÃs (Francia) está empobreciéndose a toda velocidad, al ritmo ‎de una inexorable espiral deflacionista. ‎
Es gravÃsima la desindustrialización de Francia. Personalmente, yo que siempre trabajé en la ‎industria, estoy viendo desaparecer numerosas habilidades junto con las industrias que las ‎desarrollaban. Eso está sucediendo tanto en las industrias mecánicas, que en el pasado fueron el ‎orgullo de la industria francesa, como en las industrias de la electrónica. ‎
Una deuda injusta e inútil, obligatoriamente aplicada a Francia debido a la relación entre los ‎intereses que el paÃs tiene que pagar a los mercados financieros, hace cada vez más aplastante el ‎sistema fiscal francés, cosa que todos estamos comprobando. ‎
No hace aún mucho tiempo, la riqueza francesa –y por consiguiente la capacidad del paÃs para ‎enfrentar la deuda– se apoyaba en una industria floreciente. Pero esta última se ha desplomado ‎ante el empuje de la industria china. Ahora son sólo las clases medias las que sufren la presión ‎financiera. Al mismo tiempo, se derrumba el consumo, los servicios de salud franceses –que ‎estuvieron entre los mejores del mundo– también se caen a pedazos, al igual que todo el ‎conjunto de los servicios públicos y el sistema educativo.
Para completar la destrucción del sistema social francés, se ha orquestado la llegada de grandes ‎masas de migrantes para que los pobres del mundo entero puedan venir a ofrecer dócilmente su ‎fuerza de trabajo a bajo precio, en lugar de los trabajadores franceses. ‎
‎
Situación insurreccional en ParÃs, ‎Marsella y Aviñón ‎
EL MOVIMIENTO francés de los “Chalecos amarillosâ€, cuyos actos de protesta se han mantenido ‎sin descanso a través de toda Francia desde el 17 de noviembre de 2018, realizó este sábado 1º de diciembre su segunda ‎manifestación en ParÃs. ‎
Inicialmente se produjeron motines e incendios en la célebre avenida de los Campos ElÃseos y ‎posteriormente en otros barrios del centro de ParÃs. Durante la tarde, los desórdenes ‎se extendieron al sur de Francia, en las ciudades de Marsella y Aviñón. Se reportan al menos un ‎centenar de heridos y se han visto imágenes sin precedente en Francia desde hace un siglo. ‎
Los manifestantes denuncian el nivel absolutamente abusivo de los impuestos, tasas y ‎cotizaciones sociales, que ha aumentado en un 30%, dando lugar a un desplome del nivel de vida ‎de las clases sociales no globalizadas. ‎
El movimiento de los “Chalecos amarillos†–que debe su nombre a la decisión de los ‎manifestantes de portar los chalecos de alta visibilidad de uso obligatorio en las situaciones de ‎urgencia– se inició y tomó cuerpo en Facebook, debido al alza de los impuestos sobre el ‎combustible. Se trata de un movimiento no estructurado que por el momento escapa a toda ‎forma de control. ‎
Completamente desbordadas por la situación, las fuerzas policiales recurrieron ampliamente al ‎uso de granadas lacrimógenas, a tal extremo que al parecer ya comienzan a carecer de ese tipo ‎de material antimotines. ‎
Contrariamente al Brexit británico, a la elección de Donald Trump en Estados Unidos y a la ‎victoria electoral de la coalición antisistema que accedió al gobierno en Italia, los sucesos que ‎están teniendo lugar en Francia constituyen el primer estallido de violencia provocado ‎en Occidente por la cólera popular contra los efectos de la globalización financiera.
Quienes ostentan el poder, como representantes en Francia del gran capital globalizado y ‎especulador, alimentan a una clase lacayos que monopolizan la información y los medios de ‎difusión en general. Estos últimos no hacen más que divulgar el odio que sienten contra ‎el pueblo y no proponen otra cosa que la censura para tratar de enfrentar el descontento. ‎
Hace mucho tiempo que no se veÃa a las élites intelectuales y mediáticas tan divorciadas del pueblo de Francia. ‎
Los franceses han perdido, por esas razones, la confianza en todo lo que pueda parecerse a una ‎institución, viéndolo incluso como un enemigo. ‎
¿ApolÃticos?
El movimiento de los “Chalecos amarillos†quiere ser ‎apolÃtico –en cuanto a no acercarse a ninguna formación o tendencia polÃtica– pero es ‎altamente polÃtico en el sentido ciudadano del término. Tratando de ser apolÃtico, ‎ese movimiento ha rechazado el apoyo de sindicatos y de partidos polÃticos –algunos ‎desacreditados y otros vilipendiados. Pero es un movimiento justo y fuerte contra los impuestos ‎injustos, impuestos que provienen precisamente de la deuda, pero no de una deuda que es en ‎sà misma virtual sino de los intereses que hay pagar por esa deuda. Es un movimiento inédito ‎porque recurre a un nuevo modelo de organización societal, la red de contactos entre los ‎ciudadanos y las redes sociales. ‎
‎ ¿Qué otra cosa puede hacer el poder que recurrir a la represión y la censura? No puede reducir los ‎impuestos sin quedar mal ante los mercados financieros. Está instaurándose un tipo de quiebra ‎similar a la de Grecia. Pero, ¿aceptarán los franceses sufrir el mismo destino que los griegos? ‎Eso no es muy seguro. Lo que están proponiéndonos (a los franceses) es una normalización ‎dentro de una “tercermundizaciónâ€. ¿Después de haber conocido la prosperidad al cabo de los ‎‎30 Gloriosos aceptarán verse sometidos a una ‎degradación que ya parece no tener lÃmites? ‎
‎ ¿Propiciará esta revuelta el surgimiento de nuevas figuras polÃticas? ¿Saldrá de ella un sistema ‎polÃtico nuevo? En todo caso, esto último serÃa muy necesario porque el actual sistema está ‎llevándonos directamente al desastre. ‎
El pueblo de Francia tiene que arrebatarle el poder a la oligarquÃa globalizante y a sus ‎representantes “francesesâ€. ‎
No será fácil. Pero nosotros somos el pueblo y el pueblo unido no puede ser vencido. ‎
Es evidente que todo esto es sólo el comienzo y que la justa cólera popular no puede apagarse. ‎
“Chalecos amarillosâ€, una cólera ‎altamente polÃtica
Alain Benajam
SURGIDO en Francia, el movimiento de protesta popular de los “Chalecos amarillos†está ‎extendiéndose. Bélgica y Bulgaria también están siendo escenario de multitudinarias ‎protestas contra una presión fiscal que el pueblo percibe como injusta. La mayorÃa de ‎los paÃses miembros de la Unión Europea elevan constantemente sus impuestos para ‎pagar una misteriosa deuda acumulada desde los años 1970. ‎
Los franceses parecen querer tomar el control de su propio destino y era urgente que ‎se decidieran a hacerlo. El mundo polÃtico-mediático ya no podÃa hacer otra cosa que lanzarles ‎su odio a la cara. ‎
Es urgente actuar porque nuestro paÃs (Francia) está empobreciéndose a toda velocidad, al ritmo ‎de una inexorable espiral deflacionista. ‎
Es gravÃsima la desindustrialización de Francia. Personalmente, yo que siempre trabajé en la ‎industria, estoy viendo desaparecer numerosas habilidades junto con las industrias que las ‎desarrollaban. Eso está sucediendo tanto en las industrias mecánicas, que en el pasado fueron el ‎orgullo de la industria francesa, como en las industrias de la electrónica. ‎
Una deuda injusta e inútil, obligatoriamente aplicada a Francia debido a la relación entre los ‎intereses que el paÃs tiene que pagar a los mercados financieros, hace cada vez más aplastante el ‎sistema fiscal francés, cosa que todos estamos comprobando. ‎
No hace aún mucho tiempo, la riqueza francesa –y por consiguiente la capacidad del paÃs para ‎enfrentar la deuda– se apoyaba en una industria floreciente. Pero esta última se ha desplomado ‎ante el empuje de la industria china. Ahora son sólo las clases medias las que sufren la presión ‎financiera. Al mismo tiempo, se derrumba el consumo, los servicios de salud franceses –que ‎estuvieron entre los mejores del mundo– también se caen a pedazos, al igual que todo el ‎conjunto de los servicios públicos y el sistema educativo. ‎
Para completar la destrucción del sistema social francés, se ha orquestado la llegada de grandes ‎masas de migrantes para que los pobres del mundo entero puedan venir a ofrecer dócilmente su ‎fuerza de trabajo a bajo precio, en lugar de los trabajadores franceses. ‎
Situación insurreccional en ParÃs, ‎Marsella y Aviñón ‎
EL MOVIMIENTO francés de los “Chalecos amarillosâ€, cuyos actos de protesta se han mantenido ‎sin descanso a través de toda Francia desde el 17 de noviembre de 2018, realizó este sábado 1º de diciembre su segunda ‎manifestación en ParÃs. ‎
Inicialmente se produjeron motines e incendios en la célebre avenida de los Campos ElÃseos y ‎posteriormente en otros barrios del centro de ParÃs. Durante la tarde, los desórdenes ‎se extendieron al sur de Francia, en las ciudades de Marsella y Aviñón. Se reportan al menos un ‎centenar de heridos y se han visto imágenes sin precedente en Francia desde hace un siglo. ‎
Los manifestantes denuncian el nivel absolutamente abusivo de los impuestos, tasas y ‎cotizaciones sociales, que ha aumentado en un 30%, dando lugar a un desplome del nivel de vida ‎de las clases sociales no globalizadas. ‎
El movimiento de los “Chalecos amarillos†–que debe su nombre a la decisión de los ‎manifestantes de portar los chalecos de alta visibilidad de uso obligatorio en las situaciones de ‎urgencia– se inició y tomó cuerpo en Facebook, debido al alza de los impuestos sobre el ‎combustible. Se trata de un movimiento no estructurado que por el momento escapa a toda ‎forma de control. ‎
Completamente desbordadas por la situación, las fuerzas policiales recurrieron ampliamente al ‎uso de granadas lacrimógenas, a tal extremo que al parecer ya comienzan a carecer de ese tipo ‎de material antimotines. ‎
Contrariamente al Brexit británico, a la elección de Donald Trump en Estados Unidos y a la ‎victoria electoral de la coalición antisistema que accedió al gobierno en Italia, los sucesos que ‎están teniendo lugar en Francia constituyen el primer estallido de violencia provocado ‎en Occidente por la cólera popular contra los efectos de la globalización financiera.
Quienes ostentan el poder, como representantes en Francia del gran capital globalizado y ‎especulador, alimentan a una clase lacayos que monopolizan la información y los medios de ‎difusión en general. Estos últimos no hacen más que divulgar el odio que sienten contra ‎el pueblo y no proponen otra cosa que la censura para tratar de enfrentar el descontento. ‎
Hace mucho tiempo que no se veÃa a las élites intelectuales y mediáticas tan divorciadas del pueblo de Francia. ‎
Los franceses han perdido, por esas razones, la confianza en todo lo que pueda parecerse a una ‎institución, viéndolo incluso como un enemigo. ‎
¿ApolÃticos?
El movimiento de los “Chalecos amarillos†quiere ser ‎apolÃtico –en cuanto a no acercarse a ninguna formación o tendencia polÃtica– pero es ‎altamente polÃtico en el sentido ciudadano del término. Tratando de ser apolÃtico, ‎ese movimiento ha rechazado el apoyo de sindicatos y de partidos polÃticos –algunos ‎desacreditados y otros vilipendiados. Pero es un movimiento justo y fuerte contra los impuestos ‎injustos, impuestos que provienen precisamente de la deuda, pero no de una deuda que es en ‎sà misma virtual sino de los intereses que hay pagar por esa deuda. Es un movimiento inédito ‎porque recurre a un nuevo modelo de organización societal, la red de contactos entre los ‎ciudadanos y las redes sociales. ‎
‎ ¿Qué otra cosa puede hacer el poder que recurrir a la represión y la censura? No puede reducir los ‎impuestos sin quedar mal ante los mercados financieros. Está instaurándose un tipo de quiebra ‎similar a la de Grecia. Pero, ¿aceptarán los franceses sufrir el mismo destino que los griegos? ‎Eso no es muy seguro. Lo que están proponiéndonos (a los franceses) es una normalización ‎dentro de una “tercermundizaciónâ€. ¿Después de haber conocido la prosperidad al cabo de los ‎‎30 Gloriosos aceptarán verse sometidos a una ‎degradación que ya parece no tener lÃmites? ‎
‎ ¿Propiciará esta revuelta el surgimiento de nuevas figuras polÃticas? ¿Saldrá de ella un sistema ‎polÃtico nuevo? En todo caso, esto último serÃa muy necesario porque el actual sistema está ‎llevándonos directamente al desastre. ‎
El pueblo de Francia tiene que arrebatarle el poder a la oligarquÃa globalizante y a sus ‎representantes “francesesâ€. ‎
No será fácil. Pero nosotros somos el pueblo y el pueblo unido no puede ser vencido. ‎
Es evidente que todo esto es sólo el comienzo y que la justa cólera popular no puede apagarse. ‎
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