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Edición 370

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MITOS Y MITOTES

Gregorio Chino Popocatépetl

¿Qué idiotez es esta?

Héctor Chavarría

COMO GUARDIÁN MILENARIO del Valle de Anáhuac —rodeado por el agua—, se yergue el volcán Popocatépetl —monte que humea, igualmente en lengua náhuatl, con una altitud de 5,465 metros sobre el nivel del mar, de acuerdo al US Geological Survey.

 

         DESDE LA ÉPOCA PREHISPÁNICA el volcán fue motivo de curiosidad y culto para los pueblos autóctonos, los cuales se le acercaron con reverencia y erigieron diversos adoratorios en faldas y cumbre… pero no sólo en el “Popo” sino en la mayoría de los volcanes que saturan el valle y su enorme lago.

 

         El valle de Anáhuac es una zona volcánica, rodeada por aparatos tectónicos de todos los tamaños, prácticamente todos ya apagados y sin excepción objeto de culto de las culturas autóctonas, nunca de temor como pretendieron los frailes, las peregrinaciones a los montes eran de reverencia y de júbilo, las alturas estaban consagradas a los dioses encargados del clima y éstos eran justamente considerados benéficos.

 

         Hay que entender que estas deidades del clima eran amadas, sus cultos eran jubilosos… fueron los europeos (católico-romanos), quienes infundieron el temor a esas deidades y en muchos casos supeditándolas al “poder” de su propio dios y dando paso con ello al sincretismo religioso.

 

         Ese sincretismo que daba identidad cristícola a los viejos dioses, fue causante de la creación de “cultos” diversos en toda la geografía de México y en nuestras montañas y volcanes a diversas imposturas.

 

         Pero antes:

 

Una pequeña cronología

Más de medio millón de años de actividad puede presumir el siempre ajetreado Popocatépetl.

Tres aparatos volcánicos, al menos, antecedieron al “Popo” en la enorme extensión donde éste se erige hoy: el volcán Nexpayantla hace más de 400 mil años, hay quienes opinan que el Nexpayantla era el volcán primigenio, de mucha mayor antigüedad y que su explosión conformó en gran medida el Valle de Anáhuac. De ser así, se estaría hablando de millones de años en vez de miles. El aparato tectónico hoy llamado Ventorrillo que data de aproximadamente 23 mil años y El Fraile, que se remonta a 14 mil 500 años. Todos, según dicen los expertos, fueron destruidos por manifestaciones eruptivas “extraordinariamente grandes”.  

Un buen número de años en aparente calma del Popocatépetl —el volcán, a diferencia de la Iztaccíhuatl—, nunca ha estado totalmente apagado, fueron interrumpidos abruptamente por una emisión de ceniza, el 21 de diciembre de 1994, misma que inquietó a la población, particularmente urbana, y a las autoridades, quienes ordenaron la evacuación de las comunidades del flanco noreste. Aquello no fue una sorpresa total, desde tiempo antes se había notado el progresivo aumento de la temperatura en el cráter y también los crecientes ruidos subterráneos.

 

Los tergiversados cultos actuales

Ha quedado perfectamente establecido que el nombre Popocatépetl es de origen mexicatl y el mismo Hernán Cortés así lo consignó en sus cartas de relación a la corona, entonces el nombre de “gregorio” no es más que una suplantación del original, puesta por los “tiemperos” o “graniceros” en época mucho más reciente pues lo de “goyo” y “chino” son apelativos de claro origen español.

El nombre cristiano y el cuento que lo acompaña se ha dado a conocer por los habitantes de Santiago Xalitzintla, una pequeña comunidad a 12 km del volcán. Cuenta la leyenda local que hace muchos años —no dicen cuántos—, un habitante del pueblo caminaba por las faldas del volcán y, en ese momento, un hombre desconocido que se veía de edad avanzada, apareció ante él y dijo llamarse Gregorio Chino Popocatépetl. Así nomás.

El hombre señaló que era la personificación del espíritu del volcán y que se aparece de tiempo en tiempo, para alertar a los lugareños cuando habrá alguna erupción o en el caso de que sólo sea una solfatara, para tranquilizar a la gente —lo cual al parecer no hizo y lo dejó al SENAPRED, cuando el volcán entró en actividad eruptiva en diciembre de 1994.

Los habitantes de la comunidad confían su creencia en “goyo” por las sosas declaraciones de un “tiempero”, a quién el espíritu del volcán se aparece mientras camina por las faldas de la montaña o en sueños. La primera persona que tuvo contacto con el “espíritu” del volcán fue integrante de la familia Analco, y desde entonces ellos han sido los “tiemperos” que se comunican con el coloso y manejan el culto, aunque a últimas fechas ha habido divisiones y otros “graniceros” buscan encabezar los ritos de la superstición, en especial desde que la televisión comenzó a difundir tales tonterías.

Se dice que cuando los habitantes de Xalitzintla escucharon por primera vez el nombre de Gregorio Chino Popocatépetl comenzaron a llamarlo “goyo” y por eso cada 12 de marzo, día de San Gregorio Magno, suben los pobladores a llevarle flores y alimentos al volcán, para festejarle su santo y así mantenerlo contento con tales ceremonias mágicas, lo de “chino” es otra muestra de la modernidad del mito, pues se le dice así porque las solfataras suelen tener apariencia de rizos; y porque en México se le llama así al cabello crespo, resultante de la mezcla con africanos… los verdaderos chinos lo que menos tienen es cabello rizado.

         Los seguidores de esta especie de secta argumentan que ellos son una supervivencia de un culto ancestral, pero esto es a todas luces falso, sus rituales europeizados nada tienen que ver con los de los antepasados prehispánicos. Son cuando mucho una burda imitación como la de los danzantes concheros-guadalupanos, mediante la cual tratan de cambiar el nombre a una de los volcanes más bellos… una infamia por donde se vea.

 

        

 



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