Si alguna instancia dentro del gobierno federal ha sido una autentica cloaca de rapiña sin rubor, complicidades en cadena, simulación de eficiencia, centro de negocios delictivos, tráfico de contratos, insensibilidad ecológica, social, política; arcón de rapiña de los presidentes de la República, amigos, familiares, socios, aliados facticos, sindicalismo charro, gobernadores traidores atracadores de la nación y demás, es la otrora vital institución de alta seguridad nacional y considerada “Orgullo y fortaleza de México” Pemex.
Petróleos Mexicanos, posteriormente a su nacionalización y los consecuentes eventos de inédita y vergonzante indemnización, sobrevaluada a las petrolera afectadas por el decreto de Lázaro Cárdenas del Río, precedidas por una campaña internacional de desprestigio contra nuestro país, por haber dado ese paso de asegurar la soberanía energética petrolera, le siguieron sucesos cargados de heroísmo y nacionalismo por parte de los trabajadores de la naciente petrolera mexicana, que superaron las expectativas de fracaso por parte de las compañías extranjeras defenestradas, quienes auguraban fracaso total, ineptitud y falta de pericia de los mexicanos en materia de exploración y perforación.
Así lo consigna en su relato don Jesús Silva Herzog en su libro “Historia de la Expropiación Petrolera” editada por la colección “Cuadernos Americanos 1963” y que en la página 107 nos relata:
“Es seguro que las compañías petroleras jamás pensaron que el gobierno iba a llegar hasta la expropiación de sus bienes. Confiaron demasiado en su fuerza financiera y la experiencia les había enseñado que eran capaces no solo de provocar la caída de un régimen político, sino también de crear conflictos de carácter internacional. Conocían perfectamente el enorme empuje de sus millones de dólares acumulados en las grandes instituciones de crédito de Nueva York o de Londres; sabían que su poder era inmenso e imposible de ser contenido y tenían ideas claras sobre la acción corruptora de los cheques al portador. Todo esto lo sabían perfectamente; pero lo que ignoraban siguen ignorando, es que un pueblo como el de México, acostumbrado a las privaciones durante siglos, con incalculable capacidad de sufrimiento, adiestrado en el dolor a través de incontables vicisitudes históricas, es un pueblo difícil, muy difícil de dominar.
“Pasados los primeros momentos de sorpresa, las compañías por medio de agentes, tanto de México (los traidores de siempre), como en el extranjero se ocuparon de propalar la versión de que el gobierno y los trabajadores no podrían manejar la industria ni siquiera durante treinta días, que los trabajadores no recibirían sus salarios completos ni durante la primera semana, que vendría necesariamente una catástrofe económica en todo el territorio de la República a plazo muy breve, y que entonces, esto no lo ponían en duda, el gobierno y los trabajadores solicitarían —convencidos del fracaso—, que las grandes empresas retornaran a México para hacerse cargo de la explotación de los campos, de la elaboración de los derivados del petróleo y de la distribución de los productos dentro y fuera del país.”
Sin desperdicio
Las siguientes líneas en la relatoría del maestro don Jesús Silva Herzog no tienen desperdicio y adquieren relevancia ante los nuevos tiempos y la involución histórica de las reformas estructurales que se basaron en casi similares tesis, en otros tiempos y en otras circunstancias y nos dice:
“¿Cómo iban a ser sustituidos con éxito los técnicos norteamericanos e ingleses por mexicanos ignorantes, por gente impreparada y torpe? ¿Cómo iban a distribuirse los productos petroleros en el interior del país, si habían tenido la diabólica precaución de enviar un gran número de carros-tanque a los Estados Unidos y el único buque tanque disponible, el “San Ricardo”, se hallaba en reparación en Mobile, Alabama? Y ¿en qué buque-tanques se iba a exportar el petróleo y a quien se le iba a vender si ellas estaban resueltas a evitarlo con su inmenso poder?”
Gesta nacionalista
Las infamias que siguieron deberían haber sido conocidas por todos los mexicanos y legisladores, para entender la dimensión de esta gesta nacionalista y de su actual regresión a tiempos de neo colonialismo energético y pérdida de soberanía vital, en los juegos de guerra y muerte por los energéticos dentro de la geo política mundial.
Si bien el 18 de marzo se había dado un paso histórico para el desarrollo de la patria, la verdadera nueva crisis se dio cuando don Jesús Reyes Heroles director de Pemex en el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz, después de recibir el informe anual en 1967 por parte del tuxpeño, determina la no renovación de los cinco “Contratos Riesgo” que entre 1949 y 1951 Petróleos Mexicanos había suscrito con empresas privadas petroleras, que establecían un periodo para la exploración y perforación de pozos y señalaban, como remuneración por parte de Petróleos Mexicanos, el reembolso total, sin plazo de vencimiento, de los gastos e inversiones por trabajos ejecutados, con valor del 50% de los hidrocarburos producidos por los pozos perforados, y una compensación que iba del 15% al 18% del valor de la producción por un periodo de veinticinco años .
En el Informe y documento denominado “México y su Petróleo” don Jesús Reyes Heroles, gran nacionalista mexicano precisa:
“Cabe advertir que cuando se firmaron estos contratos no había impedimento legal para hacerlo, pues la reforma que prohibió celebrarlos es del 29 de noviembre de 1958 y la que ordenó la insubsistencia de los existentes, fue del 20 de enero de 1960”.
El denominado Contrato de Tierra Sumergida (inspiradora del ridículo “Tesorito Escondido en el Fondo del Mar” del fraudulento ex presidente Felipe Calderón Hinojosa y el malogrado Secretario de Gobernación y empresario petrolero español Juan Camilo Mouriño) se había firmado el 5 de marzo de 1949 con empresas de un grupo denominado CIMA y abarcaba la exploración y perforación de una zona de 400 kilómetros de largo por cinco de ancho en el litoral comprendido entre la Barra de Santecomapan, Veracruz y Puerto Real en la Isla del Carmen Estado de Campeche.
El de tierra firme de la misma fecha comprendía un área de tres estructuras geológicas que, por sustituciones previstas contractualmente llegaron a ocho, en los estados de Campeche, Tabasco, Veracruz y Nuevo León con una superficie de 456 kilómetros cuadrados.
¿Ignorancia o silencio culpable?
Seguramente aquellos nuestros legisladores que aprobaron las reformas energéticas no tenían conocimiento y si lo tenían, guardaron silencio ominoso para concretar la misma, sin valorar la crisis política y costos financieros cubiertos por el gobierno de Gustavo Diaz Ordaz, que después de realizar los pagos correspondientes el 25 de noviembre de 1969 a la empresa “Sharmex”; con fecha de 8 de diciembre de 1969 a la empresa “Isthmus Develoment” y el mes de febrero a los contratos conocidos como “Pauley Noreste” Pemex había logrado parar todas las indemnizaciones para evitar nuevos eventos de intromisión y desestabilización política, recuperando para la propia paraestatal 3,858 kilómetros cuadrados del territorio nacional que se habían “concesionado legalmente”, mientras los trabajadores y técnicos petroleros mexicanos confirmaban el éxito de trabajos de prospección que daban como resultado la inmensa riqueza en reservas probadas en las aguas someras frente a Tabasco e Isla del Carmen Campeche.
Es decir, la fábula del histriónico y apologista de la vanidad propia José López Portillo, sobre el Manto Cantarell, escondía la exigencia de los mercados consumidores del crudo, que habían recibido un gran golpe a sus consumos, cuando la OPEP atacó.
Al margen de estos datos históricos, de la demagogia por tener qué “para administrar la abundancia”, el robo de crudo a espaldas de la nación se dio en el mismo punto de perforación y producción marina.
Absurdas restricciones
Millones de millones de barriles de crudo mexicano fueron desviados al mercado negro de Ámsterdam para abatir los altos costos de la OPEP, desde antes de la década de los 80 y se mantuvo por varios años hasta el procedimiento de las reformas privatizadores de Enrique Peña Nieto y sus aliados del “Pacto por su México”, al grado de restringir la navegación a “Cayo Arcas”, no solo marina sino aeronáutica, pues se tenía que evitar miradas indiscretas y negocios colosales en el huachicoleo global. Todo comentario o cuestionamiento al respecto dentro de la industria y las plataformas, recibía la advertencia: “a los mirones y preguntones, se los comen los tiburones”.
Hoy los huachicoleros que ayer desviaron grandes cantidades de hidrocarburos en forma abierta, con tráficos de influencia, protección de los tres niveles de gobierno apoyo global, convertidos en flamantes empresarios energéticos pujantes de las Rondas y Loteos del festín apátrida, sin rubor buscan eliminar la competencia de los pequeños saqueadores que antes les daban espacios de maniobra, utilidades financieras y políticas para dejar libre de toda merma, la venta ilícita del producto debidamente controlado por la delincuencia autorizada y seguir evadiendo pago de impuestos, despacho completo del producto y todas las facilidades para incrementar sus estatus de empresarios limpios y puros.
Tsunamis de millones
Hoy no se trata de hacer remembranzas de aquella parranda de excedentes petroleros que durante los sexenios de Vicente Fox y Felipe Calderón dieron tsunamis de millones de dólares y que se esfumaron en las demencias de la señora que quería ser sucesora de su locuaz consorte o las interminables francachelas del ilegitimo Felipe Calderón Hinojosa, quien no menos atrofiado por el consumo industrial etílico y la cruda de estar fuera de los Pinos ahora quiere retornar, con su cómplice de crímenes de lesa humanidad, Margarita Zavala e insaciable pandilla familiar.
Da vergüenza y coraje escuchar la desfachatez del titular de la Secretaria de Hacienda y Crédito Público en su segunda faceta de “hombre sin partido” pero casi un PRIAN elemento disponible —José Antonio Meade— reconocer que cada año se pierde entre 15,000 a 20 mil millones por el robo de gasolinas y Diesel y que se prepara una estrategia para frenar el delito y evitar un mayor traspaso de los costos al consumidor final y que solamente se limiten a cerrar las tomas, como Ramsés Pech, consultor de “Caraiva y Asociados” y sin ser especialista, cualquiera no egresado de Yale y sin doctorados, podría sugerir. (Nota de Cristóbal Martínez Rojas de EXPANSIÓN 9 de mayo del año en curso la cual recomendamos leer para entender la comodidad de endosarnos los costos de la rapiña a los consumidores).
Es inadmisible después que se reconoce en Pemex, el registro a su primer robo de combustible en sus ductos hace 17 años, es decir a la llegada de Vicente Fox y sus entenados comisionistas de “Moches Petroleros”, no se tomaron medidas para combatir esta actividad ilícita.
¿Nunca se detectaron ni crearon sospechas los trasiegos de energéticos y las faraónicas fortunas espontaneas?
¿Ningún Secretario de Hacienda como lo fueron Francisco Gil Diaz, Agustín Carstens, Ernesto Cordero Arrollo, Meade en su primera etapa, Luis Videgaray encontraron nuevos millonarios “huachicoleros”?
Es inaceptable que solamente se de relevancia al denominado “Triángulo Rojo” en el estado de Puebla, cuando existe esta actividad en Guanajuato, Tamaulipas, Veracruz y el Estado de México.
¿Cómo se pueden transportar tantos litros de contrabando por mar y tierra, sin que la inteligencia gubernamental y financiera, pueda frenar los hechos?
¿Hasta dónde están involucrados funcionarios, ex funcionarios y trabajadores desleales en esta actividad que, ha generado inmensas fortunas sin ser molestados por el SAT, la SHCP o investigados por la PGR?
¿Debemos seguir pagando los ciudadanos, toda la ratería asociada, ante la tolerancia que ha sido otorgada por los tres niveles de gobierno desde hace más de treinta años?
Es triste ver cuanta ignorancia deliberada existe sobre la historia de nuestro petróleo y su significado para la patria.
Lo peor es que todos nos lamentamos, protestamos entre dientes y seguimos la misma ruta de la ignominia y la comodidad de esperar, otros realicen, lo que a todos nos corresponde.
Por ello surgen los farsantes mesiánicos, los tartufos, bufones de campaña y se desalienta la verdadera revolución que se da con el ejercicio respetable del voto, del voto y el valor de respetar la democracia.
Después de la nacionalización del 18 de marzo de 1938, se difundió que los mexicanos no seriamos capaces de responder al reto de salvar la industria petrolera.
Ahora nuestra patria requiere de ese temple y gallardía de sus hijos para salvar la unidad, rescatar la dignidad de un sistema de simulación, desvergüenza y plena confianza que no podremos cambiar los rumbos y la inercia denigrante.
(Exclusivo para “Voces del Periodista”)
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