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Edición 357

25mini

La idea de manipular a las personas a distancia y por métodos masivos ha sido el sueño de cualquier dictador, en cualquier parte, de esta manera la propaganda y la publicidad se dieron a la tarea de encontrar ese método soñado.

         Así nació la “técnica” de los mensajes subliminales.

Se considera que la información subliminal es aquella que el cerebro no puede procesar de manera consciente, y que por lo tanto es asimilada sin criterio, y nos lleva a actuar mecánicamente siguiendo las órdenes que nos han dado. El mito de la existencia de mensajes subliminales incrustados en la publicidad nació en 1957, cuando James Vicary, un desconocido publicista estadounidense aseguró que había hecho un experimento en un cine poniendo dos mensajes en la película: “tome Coca Cola” y “coma palomitas de maíz”. Vicary aseguró que las ventas se habían incrementado notablemente. Poco después otro publicista, llamado Vance Packard escribió un libro sobre los mensajes ocultos en la publicidad citando este experimento sin molestarse en comprobarlo.

A pesar de haberse escrito el libro y de que revistas serias como LIFE ya descartaban la “técnica” no faltaron quienes atribuyeron ese sistema a los nazis y acusaron a documentales de Leni Riefenthal de ser quien había incrustado estos mensajes en sus cintas, los yanquis sólo habrían copiado aquello.

Mientras Vicary y Packard se hacían famosos, la teoría asombró y preocupó a muchos, incluyendo al gobierno estadounidense que estaba en plena paranoia de la guerra fría contra los rusos. Se sancionó una ley que prohibía estos mensajes, al tiempo que la CIA estudiaba si se la podía usar contra el enemigo.

Pero semejante afirmación debía ser puesta a prueba, así es que un investigador social trató de repetir el experimento junto con Vicary. El fracaso fue absoluto, y desde entonces -hasta hoy- todos los estudios hechos demostraron que los mensajes subliminales no funcionan. El último y más grande de todos fue en 1996 e incluyó una comparación de los resultados de 23 experimentos diferentes.

Y eso a pesar de que cinco años después, en 1962, el autor reconoció que todo era mentira y explicó por qué lo había hecho:

“Yo tenía una buena idea para vender: usar los espacios de las películas para introducir mensajes comerciales sin tener que interrumpirlas. Era sólo un truco que no sabíamos si funcionaría, pero la prensa filtró el borrador de un estudio que tenía unos pocos datos que no eran significativos…” ( Revista Advertising Age, septiembre de 1962 ).

Está claro que todo se trataba de una fábula, un truco que le sirvió para salvar a su empresa de la bancarrota inminente. Por eso hoy, en casi todas las universidades, esta absurda teoría pasó al basurero de la historia.

Pero lo gracioso del caso es que mucha gente las sigue creyendo. Tal vez porque nos encantan las teorías de conspiración. Incluso se dijo que la cinta El exorcista los llevaba y por eso era tan aterradora. Bobadas. Se dice que estos mensajes entran directamente al inconsciente y modifican nuestro comportamiento sin que nos demos cuenta. Basados en esta técnica se ofrece todo tipo de cursos para aprender inglés, dejar de fumar y hasta bajar de peso. Nada de esto tiene la menor base científica.

Sencillamente no funcionan porque nuestro cerebro recibe a diario cientos de estímulos transmitidos por los sentidos. Sólo cuando las neuronas reciben estos mensajes, se activan y les dan algún significado. Pero un ruido muy leve o una imagen demasiado rápida no llegan a excitar a las neuronas, y si lo hace, tampoco logramos entender de qué se trata. Entonces, el cerebro no las procesa y simplemente las desecha.

Grecas

 

NOSLASTRONAMUS

 

Famoso “vidente”, notorio charlatán

Un adivino que no daba una

Michel de Nôtre-Dame (14 de diciembre de 1503 – 2 de julio de 1566), también llamado Michel Nostradame, usualmente latinizado como Nostradamus, fue un médico y astrólogo francés de origen judío, considerado por los creyentes e ingenuos uno de los más renombrados autores de profecías. Su obra profética Les Prophéties fue publicada por primera vez en 1555.

Desde la publicación del libro, muchas personas se han visto atraídas por sus misteriosos versos (comúnmente escritos en cuartetas). Sus seguidores afirman que Nostradamus predijo varias catástrofes del mundo, desde su época hasta el futuro año 3797 (fecha en que supuso que acontecería el fin del mundo).

Durante un tiempo ejerció la medicina mediante la cual se hizo de cierta fama por su combate a la peste, pero paulatinamente y luego de la muerte de su primera esposa y sus hijos fue inclinándose más a la astrología y comenzó a escribir almanaques “proféticos” como una manera de hacer negocio.

Cuando aún vivía, hubo mucha gente que lo denunció como un embaucador porque sus profecías eran vagas y se podían interpretar de cualquier manera.

Pero lo salvaba del linchamiento su cercanía con el poder de los monarcas a quienes sirvió. Incluso hasta hoy, ni siquiera sus seguidores se ponen de acuerdo a la hora de interpretar sus profecías.

Sería largo enumerar sus errores pero hasta la fecha ninguna de sus “videncias” ha resultado válida, todas sin excepción han sido hechas encajar con sucesos ya ocurridos y las que podían darse por predicciones no sucedieron, amén de que sus seguidores han desfigurado mucho la obra. Incluso en su tiempo tuvo críticos que aseguraron que el buen Michel se refería a cosas ocurridas en su tiempo y disfrazadas con un lenguaje críptico.

La mayor parte de las cuartetas tratan sobre desastres de varios tipos, que incluyen epidemias, terremotos, guerras, inundaciones, asesinatos, aridez de la tierra, batallas y otros temas parecidos. Algunas profecías son genéricas, sin precisar lugares y fechas; otras parecen tratarse de un personaje o de un pequeño grupo de personas. Algunas se refieren a un solo pueblo o ciudad, otras enumeran poblaciones diferentes. Todas son erradas.

Y de tanto no acertar, ni siquiera acertó sobre sí mismo. De joven no pudo evitar la muerte de su primera mujer y sus pequeños hijos por una peste, siendo médico...y adivino. Y en un escrito que hizo notarizar, el vidente y astrólogo señaló como fecha de su muerte el mes de noviembre de 1567. Y hasta el último día de su vida se equivocó, porque en realidad murió diecisiete meses antes, en julio de 1566.

Los críticos sostienen que su reputación como profeta ha sido construida por intérpretes de nuestros tiempos, que hacen calzar sus palabras con eventos que ya se han verificado o que son tan cercanos que pueden ser considerados como inevitables, un proceso conocido como “precognición retroactiva”.

Algo más: Nostradamus tuvo otro hijo -en su segundo matrimonio-, y a quien apodaban “El joven”.

Michel de Nostradamus junior también se las daba de vidente y ocho años después de la muerte de su padre profetizó que el pueblo francés de Pouzin sería devorado por las llamas. Más tarde lo sorprendieron cuando él mismo se encargaba de prenderle fuego para ver cumplida su profecía.

Murió ahorcado en 1574. Evidentemente, no tenía la capacidad de su padre para engañar a la gente hasta hoy, cuatro siglos y medio después y tampoco los amigos poderosos de éste que siempre lo protegieron.

De todas maneras, a la vista de que nadie ha podido adelantar el significado de las supuestas visiones de Nostradamus, ¿de qué nos sirven si no podemos adelantarnos a los hechos para evitar desgracias?



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