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Edición 352
Escrito por Abraham García Ibarra   
Martes, 10 de Enero de 2017 15:32

46 minii

Desde que los presidentes tecnócratas prefirieron instalarse en el confort de Los Pinos, Palacio Nacional es tomado para grandes montajes televisivos con los que se pretende subrayar la trascendencia de determinados eventos burocráticos.

Hoy, por ejemplo, Palacio ha sido sede de la 41 Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública. ¡41 encuentros! No son pocos. Uno debiera esperar que, después de tanta sesionitis, los convocados levantaran ya la bandera blanca de la paz.

¿Cómo contar lo que se quiere que se cuente, si los cuentos no convencen a la sociedad?

En la sesión de hoy, verbigracia, se sigue hablando de depuración y capacitación de las corporaciones policiacas, de coordinación entre los tres niveles de gobierno, de consolidación del sistema de Justicia Penal, etcétera. La misma agenda de la primera sesión.

Habla el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera; parlotea el gobernador del Estado de México, Eruviel Ávila Villegas; tiene tribuna el impresentable cacique de Morelos, Graco Ramírez Garrido Abreu.

Los tres sujetos se sienten presidenciables con vistas a 2018. Seleccionamos lo que exige el tabasqueño Ramírez: Que las Fuerzas Armadas mexicanas continúen en las calles.

Para nosotros, simples escribidores, lo que exige Graco al Supremo Comandante de las Fuerzas Armadas resulta excitante para efectos editoriales.

Obvio: Para responder a esa provocación, tenemos que recurrir al ejercicio memorioso.

Memoria de la Operación Cóndor

En los años setenta del siglo XX, meras bandas toleradas tenían el control de la producción y tráfico de drogas, cuando el presidente gringo Richard Nixon, presionado por el particular problema interno de los Estados Unidos en materia de consumo -auspiciado por la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para mediatizar la insurgencia juvenil-, planteó estrategias de represión al narcotráfico… en el exterior.

Para una política represiva de envergadura nacional, el presidente Luis Echeverría midió las limitaciones legales y la voluntad de los gobernadores de los estados, y armó la Operación Cóndor  para atacar el Triángulo Dorado de la droga en Sinaloa, Durango y Chihuahua.

No apareció en la exposición de motivos de esa decisión presidencial una denuncia que hacia 1972 había hecho el gobernador de Sinaloa, Alfredo Valdés Montoya, en el sentido que el gran auge empresarial privado del momento en el estado, tenía aroma de amapola y mariguana.

La Operación Cóndor fue tarea encomendada a unos 20 mil activos federales. La participación mayoritaria del Ejército, fue comandada por el general José Hernández Toledo, “el prócer” del 2 de octubre de 1968, devoto de los Derechos Humanos.

Los destinos del éxodo narco

Corte de esta historia para recapitular sobre un fenómeno ya documentado en crónicas periodísticas y ensayos sociológicos: El éxodo de los principales jefes de las bandas sinaloenses del narco. Lo retomamos, porque aquí entran en el reparto algunos gobernadores.

Empecemos por el episodio menos narrado: Una facción de los jefes del narco sinaloense fue asilada en el municipio de Atizapán, Estado de México, entre los sexenios de los gobernadores Carlos Hank González y Jorge Jiménez Cantú.

Esa presencia narca en el Estado de México se incrementó cuando se puso en operación el penal de alta seguridad en Almoloya de Juárez donde fueron confinados algunos narcotraficantes sinaloenses.

Abogados y familiares de los indiciados sentaron plaza en Toluca. Es posible que ahí se encuentre el origen de bunkers como la Zona Esmeralda de Atizapán: Condado de Sayavedra-Puerta de Hierro-Valle Dorado.

El Cochiloco, “Benefactor de Colima”

Cambio de página: El grupo máspesado (Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Don Neto Fonseca Carrillo), prefirió Guadalajara, entre los sexenios de los gobernadores de Jalisco Flavio Romero de Velasco y Arturo Orozco.

Un destacamento de esa banda radicada en Guadalajara fue desplazado a Colima, confiado a Manuel El Cochiloco Salcido Uzeta, con enclave en el puerto de Manzanillo.

La intuición visionaria de esos pesados sinaloenses tuvo dos vertientes: Manzanillo se convertiría en el primer ensayo del sistema de contenedores para mover carga internacional. Por ahí operaría más tarde el asiático Zhenlin Ye Gon, en la modalidad de anfetaminas.

La otra vertiente fue de carácter geográfico: Se diseñó el corredor Tecomán-Meseta Purépecha (Colima-Michoacán), cruzando por El Bajío hasta la frontera de Tamaulipas con los Estados Unidos. La cocaína sudamericana traficada por los cárteles de Cali y Medellín, Colombia, entraba al ávido mercado de consumo de los Estados Unidos al amparo de la CIA.

En el verano de 1991 -sexenio de Carlos Salinas de Gortari- fue ejecutado en Guadalajara el “ingeniero Pedro Orozco García”. El gobernador de Colima, Elías Zamora Verduzco declaró duelo por la muerte de dicho “ingeniero”, al que reconoció como “Benefactor de Colima”.

“Orozco García” era la identidad asumida por El Cochiloco, originario del municipio de San Ignacio, Sinaloa.

En octubre, ante la agencia de la Procuraduría General de la República en la capital del estado de Colima, se presentó “voluntariamente” el ciudadano Marcelino Moreno Cárdenas, temeroso de ser aprehendido.

Moreno Cárdenas era un ranchero que había rentado su propiedad rural en el municipio de Coquimatlán, Colima, a Salcido Uzeta.

Más tarde se la vendió, según su declaración ministerial, confiado en la honorabilidad de su cliente, pues con frecuencia en la estancia conocida como Jayamita tenían sus encuentros sociales y políticos el propio gobernador Zamora Verduzco, el procurador del estado Jesús Magallón Arceo, el delegado del PRI en Colima, senador Bulmaro Pacheco, el diputado federal Rigoberto Salazar Velasco, etcétera.

La fascinante Riviera Maya

En el apogeo del tráfico de cocaína por el litoral Atlántico-Caribe-Golfo de México, se implicó a miembros de la vieja casta divina de la Península de Yucatán y a la nueva casta beduina.

La expresión de una nueva prosperidad peninsular se concretó en el Estado de Quintana Roo y su obra más fascinante fue el desarrollo de la Riviera Maya.

Gobernador de Quintana Roo fue Mario Villanueva Madrid. Huyó antes de entregar el cargo a su sucesor y hoy está preso en una cárcel de Nueva York, confeso de lavar dinero procedente del narcotráfico.

El ascenso del Cártel del Golfo

Vuelta a la siguiente página: Entre 1988 y 1994, durante el mandato de Salinas de Gortari, se dio un viraje a la represión al narco. Fue cuando cayeron los principales capos sinaloenses y surgieron los del Cártel del Golfo, liderados por los hermanos García Ábrego.

La época de oro del Cártel del Golfo transitó por los sexenios de los gobernadores Manuel Cavazos Lerma y Tomás Yarrington Ruvalcaba (1993-2005). Cavazos despacha nuevamente en el Congreso de la Unión. Yarrington acaba de ser expulsado del PRI después de años de indagatorias en los Estados Unidos que lo vinculan con el narcotráfico.

Los Arellano Félix y El señor de los cielos

Después de la Operación Cóndor, los hermanos Arellano Félix tomaron como destino Baja California, especialmente Tijuana. Directivas de los ocupantes de la Casa Blanca han relacionado al menos a un gobernador del Partido Acción Nacional (PAN) con negocios del narcotráfico.

Durante la gestión de Fernando Antonio Lozano Gracia como procurador general durante la presidencia de Ernesto Zedillo Ponce de León, se abrió una de tantas causas en contra de Armando El señor de los cielos Carrillo Fuentes, jefe del Cártel de Juárez.

Un testigo protegido dio testimonio de que ese capo sinaloense pagaba protección al gobernador de Chihuahua, Francisco Barrio Terrazas.

Desde su primera campaña a la gubernatura de Veracruz, el hoy gobernador Miguel Ángel Yunes Linares acusó a su contendiente Fidel Herrera Beltrán de vínculos con elnarco. Éste, que en aquella  lid  resultó triunfante, acusó de lo mismo a Yunes Linares.

Más recientemente, el ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira Valdez ha sido relacionado conLos Zetas.

Con Fox, El capo del sexenio

En ese aciago recorrido, consta en los archivos de la Procuraduría General de la República y diversos juzgados federales, que oficiales de alto rango de las Fuerzas Armadas han sido implicados en asociación con el narco.

El propio Vicente Fox Quesada, fue marcado por la institución de El capo del sexenio: Joaquín El Chapo Guzmán Loera.

¿Por qué mejor no se compran androides?

Algunos gobernadores que hoy se reunieron con el Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas exigen que el Ejército continúe en las calles. ¿Para qué? ¿Para que los proteja?

En la 41 Sesión del Consejo Nacional de Seguridad Pública no se consideró lo que podrías ser la solución al problema. De acuerdo con algunas estadísticas, sólo para ese fin el gobierno ha gastado más de un billón de pesos en una década.

Si ese dinero se hubiera invertido en la compra de androides para confiarles los mandos policiacos, es absolutamente posible que el combate al crimen se diera con más eficacia y la corrupción no hubiera alcanzado los índices que son marca de la casa en ese sector. Pero esa solución tan sencilla no entra en el imaginario de la burocracia. Es cuanto.



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