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Las megatoneladas de bióxido de azufre del Popo amagan a la capital
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Edición 305



  Las megatoneladas  

de bióxido de azufre del Popo 

amagan a la capital

 

EL POPOCATEPETL, uno de los principales emisores de bióxido de azufre en el mundo, se ha convertido en riesgo ambiental para la capital mexicana,, según estudios realizados en la Universidad Nacional Autónoma de México. 


El bióxido de azufre, como es archisabido en el Distrito Federal, es uno de los precursores  del ozono, elemento que contribuye a la creación de las frecuentes precontingencias ambientales en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México (ZMCM), donde conviven más de 20 millones de habitantes diseminados en as 16 delegaciones políticas capitalinas y los aproximadamente 38 municipios conurbados mexiquenses en los que, según algunas fuentes conectadas con medios oficiales, circulan diariamente unos cinco millones de automotores que gastan gran parte de los 48 millones de litros de combustibles que diariamente  se consumen en la ZMCM, lo que significa  otra fuente importante productora de bióxido de azufre que, en temporada pluvial produce la temible “lluvia ácida†o “cáncer de las canteras†enm edificios virreinales y destruye el bronce y el cobre de herrerías y conjuntos escultóricas en la Ciudad de México. 

Los daños a la vista, al aparato respiratorio y a la piel de los seres humanos y de animales, causa severos trastornos, se afirma en  estudios referidos al tema. 

Demasiada contaminación 

Según estudios que se realizan con rigor científico, el Popocatépetl  tiene 18 años de reactivación volcánica. Se calcula que, a la fecha, habrá arrojado  más de 30 megatoneladas de bióxido de azufre; es decir, 30 millones de toneladas de este  temible contaminante  precursor del ozono, lo que  explica el por qué de las frecuentes precontngencias ambientales en la Ciudad de México, durante los años más recientes. 

A lo largo de los últimos años, con motivo de la construcción de los controvertidos “segundos pisos†que han contribuido al crecimiento del número de automóviles en circulación, la contaminación ambiental se ha disparado. 

Durante el sexenio de Marcelo Ebrard, la entonces secretaria del Medio Ambiente, Martha Delgado Peralta, nada pudo hacer por reducir el incremento de las sustancias que envenenan la atmósfera capitalina, porque ella mismo no se opuso, como debió hacerlo, al incremento de “vías rápidas†que han alentado el crecimiento desorbitado del parque vehicular tanto en el Distrito Federal, como en la zona conurbada del Estado de México. 

Ahora estamos pagando las consecuencias con una persistente contaminación favorecida también por la quema diaria de 48 millones de litro de combustibles principalmente a nivel de industria y de movilización vehicular. El Programa Integral Contra la Contaminación Ambiental (PICCA) señala que  el transporte de carga que utiliza mayoritariamente diesel en sus unidades, es el que mayores volúmenes de producción de bióxido de azufre lanza a la atmósfera capitalina diariamente. 

Crecimiento anárquico 

El problema de las expulsiones  de bióxido de azufre de parte del Popocatépetl, es algo que rebasa la capacidad del hombre.. Por tanto, humanamente hablando, no hay solución. Estamos a merced de lo que diga la naturaleza. El Instituto Interdisciplinario de Planeación Urbana Regional (INPLUR), que fundara el arquitecto y urbanista Carlos Reyes Navarro, ya fallecido,  atribuía al  crecimiento anárquico de la capital mexicanas el origen de muchos de sus principales problemas, como la insuficiencia en el abasto de agua potable, la excesiva quema de combustibles, la desordenada disposición de la capital mexicana que obliga a sus habitantes a viajar diariamente, de uno a otro extremo de la gran urbe, por razones de trabajo, educación, salud, etcétera, en vez de que se procediera a la construcción de zonas autosuficiente en lo económico, principalmente para no verse en la necesidad de sumarse al pendularismo que trae a los capitalinos todos lo días de un extremo a otro, con abuso en el uso de medios de transporte y pérdida de tiempo, económicas y de fatiga, etcétera.  

Es asombroso el crecimiento del parque vehicular en el Distrito Federal a partir de 1952, cuando el Regente de Hierro Ernesto P. Uruchurtu empezó la “modernización†de la Ciudad de México y esta urbe, de alma provinciana como era, fue transformada en la megalópolis que ahora es, con todas sus enormes desventajas. 

Según los datos oficiales del entonces Departamento del Distrito Federal, en ese año de 1952 circulaban  en el DF, además del sistema de Tranvías, 78 mil  104 automóviles; cinco mil 515 camiones de pasajeros; mil 700 de carga, para totalizar 104 mil 925 unidades. Se antoja increíble esta información, pero es totalmente fidedigna. En 1940,  la Ciudad de México tenía una población de un millón 757 mil 530 habitantes, según el censo oficial, y, en 1950, después de a Segunda Guerra Mundial en que se dio lugar a muchas personas procedentes de diversos países del mundo, así como a provincianos mexicanos, la población se elevó a tres millones 500 mil personas. 

Así empezó el crecimiento anárquico que ha generado, entre otros problemas, el de la contaminación ambiental, junto con el gradual agotamiento de recursos naturales como el agua  potable, que se tiene que extraer de diversas entidades de la República para abastecernos del vital elemento. A la fecha, estamos en los linderos de una población cercana a los 10 millones de habitantes y la mancha urbana crece y crece, tanto horizontal, como verticalmente hablando. 

Costosa contaminación ambiental 

Debe reiterarse que no hay poder humano que pueda parar las exhalaciones del Popocatépetl, con sus millones de toenadas de bióxido de azufre. Lo que humanamente sí se pude hacer es evitar que crezca todavía más la capital mexicana, porque, de acuerdo con los estudios del Instituto Interdisciplinario de Planeación Urbano Regional, podemos ser víctimas de un ecocidio. 

Todos deseamos un medio ambiente libre de sustancias contaminantes que dañan gradualmente la salud del ser humano. Pero, por lo que se ve, no se adoptan las medidas a nuestro alcance para evitar ese mal. 

Dolores Barrientos,  representante en México del Programa de las Naciones Unidas  para el Medio Ambiente (PNUMA), afirmó recientemente que durante los últimos 25 años  el deterioro ambiental se ha acelerado a escala mundial y aclaró que México no escapa a tan preocupante situación. Las pérdidas por deterioro ambiental equivalen, según dicha funcionaria, al siete por ciento del Producto Interno Bruto. 

De no frenarse el incremento de vehículos en circulación en la Zona Metropolitana, que son aproximadamente unos cinco millones diariamente, las exhalaciones de bióxido de azufre del Popocatépetl, pueden ser “la gota que derramó el vaso†en la Zona Metropolitana, donde las precontingencias ambientales son cada vez más frecuentes, como preludio de problemas mayores que pueden presentarse si continúa la irresponsabilidad en el grave problema de la contaminación ambiental en la Ciudad de México.



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