La Universidad Autónoma de Sinaloa
edifica nuevo modelo de convivencia
El rector Corrales Burgueño dialoga con paisanos radicados en el DF
MEDIDO EL TIEMPO A VELOCIDAD DE RAYO CÓSMICO, 140 años semejan una instantánea. Éste es el periodo histórico que ha recorrido -desde el agreste páramo hasta el hallazgo tecnológico- la institución educativa insignia de la sociedad sinaloense: La Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), cuyo tronco enraíza en el Liceo Rosales, fundado el 5 de mayo de 1873 en el Mazatlán de la República restaurada. Don Eustaquio Buelna es obligada referencia nominal en la aspiración educativa de la entidad.
Doctor Víctor Antonio Corrales Burgueño
Ciclos de luces y sombras que marcan el compás del fascinante desarrollo humano, la formación cultural y profesional de generaciones sinaloenses ha pasado por etapas aciagas propias de un pueblo revolucionario, pero la leyenda vasconceliana del “reino de la barbarie” es contrastada en nuestros días con evidencias tangibles de compromisos cumplidos desde los territorios académicos de la UAS, que no son pocos ni ignorados en el universo de la educación superior a escala nacional e internacional.
Obra de muchos, que son parte del gran todo, el mérito actual corresponde a una comunidad magisterial, administrativa y estudiantil, dinámica, creativa y realizadora, que es conducida con vocación, entrega y honestidad intelectual por el rector Víctor Antonio Corrales Burgueño.
Decirlo así, parece fácil, si no fuera porque hace todavía poco más de tres décadas la UAS aparecía en la “lista negra” de campus insumisos, en los que la rebeldía marchó al paso de la voluntad productiva. Si se nos permite datar el proceso de recuperación, permítasenos citar a don Jesús Reyes Heroles quien, desde la Secretaría de Educación Pública, poniendo a caballo su consejo de actuar “con el corazón caliente y la nuca fría”, levantó el veto federal que limitaba la gestión autoridad-aprendizaje de varios establecimientos regionales, entre ellos el del Estado de los once ríos.
Si “alabanza en boca propia, es vituperio”, debe subrayarse que la calificación cuantitativa y cualitativa de los avances de la UAS no es un rapto autogratificante de sus conductores: Es sanción pasada por los exigentes filtros de instituciones pares y de órganos de observación y plebiscito, que se condensa en el reconocimiento de iniciativas y programas que han superado la prueba del ácido.
Obviamente, el homenaje sustantivo se expresa en la confianza de una sociedad militante, para cuyos más de 130 mil hijos existen, sobre el andamiaje histórico ya instituido, 151 nuevas opciones de estudio, producto de un pacto social que, a lado la comunidad académica y estudiantil, compromete a los gobiernos estatal y de la República. Es el promisorio cuadrante en el que se ubica el inicio del nuevo ciclo 2012-2013.
Remontado el aislamiento aldeano -universidad es universalidad-, la institución sinaloense ha escalado de las carreras básicas, tradicionales, al imperativo de los posgrados que dotan a los egresados de conocimientos y aptitud para lidiar con las exigencias de competitividad en un mercado globalizado que demanda excelencia en sus postulantes y excluye a sociedades y Estados que se duermen en sus laureles.
El pasado 18 de agosto, en la Ciudad de México, el rector Corrales Burgueño, acompañado por el gobernador Mario López Valdez -quien refrendó su compromiso institucional con la comunidad universitaria-, presentó ante los sinaloenses radicados en el Distrito Federal una maciza recapitulación de su Tercer Informe rendido ante el Consejo Universitario el 8 de junio. Los paisanos no le regatearon mérito a la obra consumada y a los proyectos que pronto serán edificadora certeza. La UAS aplica y califica, y aplica y califica como institución de futuro, a contrapelo de realidades externas a cuya modificación contribuye. (AGI)
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