“Una película de la realidad…” REGINO DÍAZ REDONDO
“Hemos sido los hijos de la comodidad pero no seremos los padres del conformismo” (Pancarta de los Indignados)
MADRID.- DE LA FARÁNDULA del “Grexit”, Europa ha pasado al “Spanic”, dos símbolos que se disputan la hegemonía continental. Vencida y descartada Grecia, España es la protagonista de la película de terror que filma Producciones Germanas, S.A., dirigida por Merkel y con un reparto donde el enemigo a vencer es Francois Hollande y el súbdito Mariano Rajoy.
Angela Merkel.
EN EL REPARTO SECUNDARIO, siempre muy importante, está Mario Monti, el italiano que acata órdenes y respira con oxígeno proveniente del Reichstag.
El filme está a punto de estrenarse. Conocemos un adelanto de la trama, de estilo neoclásico, sujeta a los cánones de la tradición, con efectos especiales de gran calado, que sorprenderá a los espectadores que se contratan para aplaudir.
El público no sabe el desenlace y acudirá, intrigado, para conocerlo. Hasta ahora, no hay filtraciones sobre cómo termina pero muchos hacen cábalas y apuestan por su caballo favorito.
El jinete está perfectamente identificado pero la cabalgadura se mantiene en secreto. Puede que, además, haya más de un equino dispuesto a ser montado.
Todo depende del pienso que le echen y lo dócil que se comporte.
No es una de vaqueros, tampoco de ciencia ficción ni sus escenas son truculentas ni intentan serlo. Se rodó en América y en Europa con un breve paso por Asia y, a camello, en África, para que todo parezca más real y nos traguemos la píldora.
Del libro de la vida neoliberal, best seller que supera al Código da Vinci y a Harry Potter, los guionistas han hecho una adaptación sesgada de la realidad con argumento sugerido por Bruselas y diálogos directos que taladran el cerebro de la gente e inclinan la balanza hacia un mundo ideal donde el malo se hace bueno y recibe consejos de la matrona.
Ésta guía, encasilla, orienta y ejecuta. La cinta dura más de tres horas y se exhibirá en millones de salas en el planeta.
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Quienes la patrocinan aseguran su buen éxito, el ingreso de cientos de millones de euros y aspiran a que se convierta en el ícono mundial de todos los tiempos.
Centenas de personas se hacen cargo de cuidar hasta el último detalle para que todo salga si mácula y surta el efecto conveniente y deseado.
Los expertos cinéfilos, críticos, que saben distinguir entre arte y aleccionamiento están a la expectativa. Estuvieron presentes en parte de la filmación pero se les prohibió ver el final. Habrá cambios de última hora para que el mensaje sea más claro. Además, la gente debe ser la que emita el primer juicio porque paga y tiene derecho a masificarlo para que los terrícolas tengan una buena digestión.
Se busca dosificar su proyección y que las cámaras recojan los verdes prados, los magníficos castillos, carrozas lujosas, brindis con champaña y hoteles de cinco estrellas donde se hospeda Carlos Divar presidente del Tribunal Supremo y otros cortesanos en donde trabaja muy a gusto el personal doméstico.
Propugnan la igualdad, sí, pero cada quien va a lo suyo. Aquéllos a disfrutar; otros, a la talacha y a la reverencia. Manteles largos, mesas repletas de exquisiteces, camareros del tercer mundo con bandejas de plata y oro y copas de cristal cortado de Bohemia sirven sonrientes y satisfechos de participar en la fiesta.
Sin embargo, aun no hay fecha para el estreno. Está sujeta a las circunstancias porque la coreografía puede transformarse. Podría alterarse el happy-end.
De lo que se sabe, adelantamos el núcleo duro de la historia. Las más sustantivas son: vuelven las fronteras proteccionistas a Europa, el dinero ya no circula con la libertad de antes y el control lo realizan los especuladores.
El flujo salvaje de capitales ocurre con sólo apretar un botón. Las transferencias europeas van y vienen por internet y páginas web. Los accionistas deciden los altibajos de las Bolsas de acuerdo a sus intereses o el humor con que amanecen.
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España juega un papel importante junto al resto del continente y los grupos del poder. La península tiene una deuda externa de 990 mil millones de euros; los banqueros se esfuerzan por salir airosos, piden dinero a granel… “necesitamos 50 mil millones para financiarnos”, afirma el presidente del Gobierno. Quiere que la política económica la maneje la Unión Europea pero que las finanzas no sean investigadas y que los créditos los soliciten los bancos en apuros y no el gobierno porque, de ocurrir así, seríamos intervenidos.
Francois Hollande
En este caso, Mariano Rajoy tiene toda la razón. El país ha hecho una gran parte de los deberes, aunque se haya equivocado en algunos y retrasado en otros. Los bancos extranjeros acreedores de Alemania y Francia son los más importantes prestamistas. Por lo que ellos deberían inyectar liquidez a las instituciones crediticias como Bankia que está en bancarrota desde hace mucho tiempo.
El problema viene de muy atrás. Tienen culpa el gobierno socialista y el actual. Mas no se trata de encontrar culpables en este momento sino de unir voluntades para salir de la crisis.
Para Emilio Botín, presidente del Banco Santander, - todo vestido de rojo, pantalón corto del mismo color y cachucha igual -, “con 40 mil millones de euros es suficiente para sacar a flote las finanzas privadas”.
Está en lo cierto tan distinguido banquero pero debería contribuir más a resolver las dificultades que nos mantienen en vilo, entristecen y amenazan, aprovechándose de nuestro shock psicológico. Todas las capas sociales españolas están hipersensibles. Hacemos caso a cuanta declaración llega del exterior aunque no sea oficial. Otorgamos a los diarios internacionales el don de la verdad y caemos en su juego como niños. Para muchos políticos, el Financial Times, The Wall Street Journal, The Guardian, Liberation, New York Times, Le Fígaro y otros de distintos cortes ideológicos, norman el criterio no sólo de los funcionarios públicos sino también de las tertulias periodísticas televisadas.
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En la obra teatral de referencia, los actores filtran que estamos atados de pies y manos. Lanzamos gritos de socorro y nuestros lamentos no se escuchan.
Soberbio, el PP impide que los defraudadores rindan cuentas ante el Congreso y facilita la supervisión de nuestra economía por agentes financieros ligados con los grandes bancos internacionales.
Bruselas insiste en que el “rescate” debe pedirlo el gobierno. Y éste, con valor, se niega a hacerlo porque condicionaría muchas actividades políticas internas.
En la película a que me refiero hay momentos sorprendentes. Estremecen y deprimen, hacen llorar a las amas de casa y a los pobres de espíritu a los que se empuja a pedir auxilio sin lograrlo y tras burlarse de ellos.
La banca privada – sigue la película – tiene escenas en las que se aprecian agujeros negros por donde se va al desierto la poco agua que necesitamos.
En el filme nos enteramos también que 53 mil millones de euros de nuestra deuda pública están en bancos extranjeros y que recibimos, hasta el momento, 477 mil millones en préstamos.
De ellos, el 87% son europeos: Alemania tiene el 25% y el resto lo cuidan en sus bóvedas Francia, Gran Bretaña, Italia, Estados Unidos, China, Japón y Suiza.
En muchas de las tomas, durante el rodaje, se ve a Christine Lagarde, presidenta del FMI, muy bien caracterizada, que se dedica, como siempre, a pedir dinero y a prestar poco con réditos onerosos.
Mariano Rajoy.
Si a Grecia, considerada cadáver financiero, le condonaron un gran porcentaje de su deuda, a España ni soñarlo.
Desde nuestra butaca en el cine, podremos ver que Berlín se niega constantemente y de forma radical a emitir eurobonos. Esto ni pensarlo, reduciría las ganancias de los intocables.
En la pantalla nos enseñan que la intervención de la UE para salvarnos de la bancarrota es solicitada por el núcleo que manda.
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También descubriremos a personajes oscuros del elenco quienes avizoran que la prima de riesgo no bajará de los 500 puntos, aunque en estos días tuvimos un breve descanso.
También, el Banco Central Europeo tiene su lugar en la película. Se muestra reacio a comprar bonos públicos. Cierra sus puertas con prepotencia y niega el efectivo que anteriormente, en épocas no tan lejanas, concedió a Alemania y Francia para salir de problemas.
Por eso es una película estremecedora, de suspense, profiláctica y futurista al mismo tiempo, no importa que sus patrocinadores lo nieguen. Está destinada a sembrar el miedo en los países periféricos y a aumentar los caudales de los piadosos socios comunitarios.
Tendrá éxito pase lo que pase. Su actualidad es permanente porque la historia se viene repitiendo por los siglos de los siglos.
RDR
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