Miércoles, 16 de Mayo de 2012 14:50 | 
Author: Miguel Angel Ferrer | 
| Ediciòn 282 |
ECONOMÍA Y POLÍTICA
MIGUEL ÁNGEL FERRER
Profecía autocumplida
DESDE HACE MESES andan circulando por internet mensajes que recuerdan la, argumentan, mala conducción económica del país y las atrocidades represivas de los gobiernos priistas a lo largo de varias décadas.
Y LUEGO DEL RECUENTO, los autores de los dichos mensajes se preguntan: ¿Y así algunos quieren que regrese el PRI?
La intención de aquellos recuentos es evidente: que los ciudadanos tengan presente la conducta de los gobiernos priistas para, indirectamente, inducirlos a votar por una opción distinta al tricolor en las ya inminentes elecciones presidenciales de julio de 2012.
Por supuesto, los autores de esos mensajes y de esa indirecta convocatoria a no sufragar por el PRI están en todo su derecho. Pero al ejercerlo están suponiendo que deben ser millones, muchos millones, los ciudadanos deseosos de que el tricolor regrese a Los Pinos. Porque si los añorantes del PRI fueran unos cuantos, ni mensajes ni convocatoria tendrían sentido, puesto que no existiría el riesgo de ese presunto retorno.
O, dicho de otro modo, los autores y distribuidores de esos mensajes antipriistas comprenden o calculan o intuyen o suponen que existe el riesgo real de que el tricolor gane las próximas elecciones presidenciales por obra y gracia de la voluntad, expresada en las urnas, de millones de ciudadanos que no ven al PRI como una mala opción política.
Yo, por mi cuenta, no comparto esa visión. No veo por ninguna parte esa gran reserva electoral que podría llevar al PRI de retorno a Los Pinos. Al contrario: observo un gran odio contra el tricolor en vastos sectores sociales.
Pero esta impresión personal mía no es más que eso: una impresión personal sin sustento científico. No poseo los datos duros que me permitirían sustentar mi impresión. Y lo mismo puedo decir de quienes suponen que el retorno tricolor es inminente: se trata de otra impresión personal igualmente sin carácter científico y sin base estadística.
En realidad, nadie tiene los datos y la base estadística que pudieran permitir el sustento objetivo de un juicio u opinión en la materia. Y nadie los posee porque no existen. En México nunca se han contado los votos. Nunca. Y por lo que toca a las encuestas, que sería otra vía para conocer la opinión social, hay que decir que las encuestas políticas y electorales realizadas en México tienen bien ganada fama de manipuladas y, por lo mismo, fraudulentas. En una palabra: chuecas.
Por eso no sirven para conocer la verdadera opinión ciudadana. Y por lo que toca a las elecciones, tampoco sirven para este propósito, pues si bien éstas se realizan periódicamente, los sufragios no cuentan porque no se cuentan. Los resultados de esos comicios son fruto de arreglos cupulares en los que los ciudadanos no participan.
Y para imponer esos arreglos cupulares sirven precisamente las encuestas. Por esta vía se va generando el clima de opinión social que prefigure o anticipe un resultado electoral predeterminado por el antedicho acuerdo cupular.
De esas encuestas hechizas procede el clima de opinión que hace a muchos suponer el retorno del PRI a Los Pinos. Esas encuestas cumplen el papel de la profecía autocumplida: con engaños y falacias profetizan el retorno del PRI, y esas mentiras y falacias crean el clima social para que la profecía se cumpla. A veces, sin embargo, este fraude electoral discreto no es exitoso, y entonces no queda más remedio que acudir al fraude descarado. Como en 1988 y en 2006.
Por ahora las encuestas dicen que el PRI va adelante; pero muy pronto pueden empezar a decir que el PAN ya rebasó al PRI, y que, consecuentemente, el PAN permanecerá en Los Pinos. Todo depende del sentido que finalmente tome el acuerdo cupular. No falta mucho para saberlo.
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