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Al que reparte y comparte
le toca la mayor parte
Aunque la formalidad de temporada obliga, no resulta gratificante hablar de “feliz año nuevo”, cuando los indicadores en materia de seguridad pública y bienestar social no se compadecen del discurso oficial que se regodea en un triunfalismo rayano en la irracionalidad, y algunos precandidatos a la presidencia de México se obstinan en ofrecer a los electores más de lo mismo.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), en su más reciente reporte para 2011, colocó a México a la saga entre los países socios en cuanto a desigualdad de ingreso por familia se refiere. Para desmontar el optimismo gubernamental, de su lado la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL-ONU) redujo el cálculo de crecimiento económico de México en 2011 y 2012, si bien en porciones mínimas, por debajo de Haití y Nicaragua.
Según el informe de la CEPAL el año pasado México creció 4 por ciento y la expectativa de 2012 es de sólo 3.3 por ciento. Blasonan los voceros del gobierno que tales precarios incrementos son un buen éxito habida cuenta la crisis económica internacional, cuyos impactos se habrían neutralizado gracias al acierto de los conductores de nuestra economía, pero es el caso que, no obstante el negativo entorno global, Panamá creció 10.5 por ciento, Argentina 8 por ciento, Ecuador 7 por ciento y Chile 6.3 por ciento. Antes de cerrar 2011, se supo que Brasil desplazó a Inglaterra del sexto sitio entre las mayores economías del planeta.
Para aquellos países que sostienen con alfileres su política macroeconómica -leitmotiv del régimen neoliberal- no deja de ser ominosa la advertencia que sobre el empeoramiento de la situación económica internacional ha lanzado la propia CEPAL con base en la crisis europea y sus remesones en los Estados Unidos, de cuyo balance depende México.
La gravedad de esos diagnósticos radica en que algunos sostienen que pasará una nueva generación antes de que algunas sociedades nacionales alcancen a ver la luz del túnel. De ser así, en el menos peor de los escenarios la desigual distribución del ingreso en México podría prevalecer en sus términos actuales, que no son los más favorables.
De acuerdo con análisis del Observatorio de Política Social y Derechos Humanos (OPSDH) en 2010 el ingreso monetario trimestral por familia mexicana “mejoró” respecto de 2008: En el rango de los más ricos, de 121 mil 115 pesos a 147 mil 240 y en el rango de los más pobres de cinco mil 692 a seis mil 112 (subrayamos: ingreso trimestral, de lo que se colige que el promedio mensual para los más pobres es de unos dos mil pesos). Pero el OPSDH va más allá del ingreso monetario y agrega como agravantes de la situación de los más pobres los problemas salud, educación y vivienda.
Frente a ese desolador cuadro, no deja de ser indignante que el presidente Felipe Calderón haya promulgado un Presupuesto de Egresos para 2012 (año de Hidalgo y de “pagos de marcha”) en el que, dentro del rubro de gasto corriente, se reservan para la burocracia federal (“gastos personales”) 617 mil 382 millones de pesos, 9.78 por ciento más que los ejercidos en 2011. Obviamente, los burócratas se inscriben en el decil de los más ricos de México. No hay derecho.
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