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Edición 274

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Maestros a futuro; en presente muertos

ROGELIO GÓMEZ MEJÍA

“La vida de los muertos consiste en estar presente en el espíritu de los vivos”.

Cicerón

Como si se tratara de una diabólica estrategia para acallar las tan confusas como mediocres políticas que atolondran la vida cívica de la sociedad en vísperas de trascendentes cambios de gobierno en el país que apuntan por desbarrar en los mismos disparates que han hecho caer al país en las últimas tres décadas destacadamente, en diversos puntos del país se alternan escenas macabras de acciones violentas imputadas a policías, agentes ministeriales, policías federales o militares con sospecha de actuar manipulados por poderes fácticos o fuerzas tenebrosas azuzadas en perverso río revuelto a ganancia de pescadores del poder, que a la fecha les ha servido para enriquecerse ilimitadamente engullendo el esfuerzo productivo de más de 50 millones de pobres y trabajadores mantenidos con salarios de hambre y sin opciones de ninguna esperanza para el futuro.

 

Así, mientras la población nos hacemos cruces por la aparentemente inexplicable y estúpida acción de militares en inconstitucionales retenes en céntricas avenidas de Monterrey que ejecutan a bocajarro al médico Jorge Otilio Cantú Cantú sin que el gobernador Rodrigo Medina de la Cruz, obnubilado por el conflicto de la masacre en el Casino Royale, atine a aplicar con la premura del caso la recomendación 73/01 de la CNDH para proceder en justicia y apremie a la SCJN a poner a los militares responsables en manos de la justicia civil.,

 

Nos quedamos atónitos ante la sandez de una turba de policías federales, ministeriales y uniformados del estado de Guerrero quienes para disuadir una protesta de los aguerridos estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa asesinan a los prometedores maestros, Jorge Alexis Herrera Pino y Gabriel Echeverría de Jesús con disparos de francotiradores que hacen sospechosos a todos de una conspiración política incluyente de secuestros de otros jóvenes preparados para inculparlos del atentado como a Gerardo Peña Santiago y que de revertirse, dará brillante oportunidad al gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero de encarcelar a altos funcionarios de su gabinete confabulados para tramar su ocaso político y entre los que podrían estar el procurador Alberto López Rosas, el general Ramón Arreola Ibarría, subsecretario de Seguridad Pública; el secretario de ésta, Ramón Almonte Borja, el director de la policía Ministerial Antonio Valenzuela Valdez ya cesados y sujetos a investigación, aunque no exento el secretario de gobierno Humberto Salgado Gómez por omisión o encubrimiento de una intriga ligada hasta el secretario de Seguridad Pública Federal, Genaro García Luna, o a cerebros infernales de la desestabilización nacional como el mismísimo Carlos Salinas de Gortari.

 

Por eso quizá el Consejo de Rectores Universitarios de Guadalajara demandó el presidente designado de México, Felipe Calderón Hinojosa, al secretario de Gobernación Alejandro Poiré y el gobernador   de Jalisco, Emilio González Márquez su inmediata intervención para acabar con la zozobra y preocupación que amedrenta a la sociedad por el macabro hallazgo de los cuerpos sacrificados de los estudiantes de bachillerato, Francisco Javier Carrillo García, Gabriel Morán Cervantes, Juan Pablo Valentín Guerrero, Francisco Ismael Gómez Saucedo y su padre Armando Gómez secuestrados después de acudir al edificio de la Federación de Estudiantes de Guadalajara (FEG), al lado de cuya cancha de futbol fueron sepultados en sendas fosas clandestinas, sin que al momento se tenga una hipótesis confiable que permita determinar un móvil de tan brutal violencia que parece ser el perfil de un gobierno que inició con el discurso de perseguir al crimen y termina como un indefenso e incapaz perseguido de la criminalidad.

 

Bala perdida

Y mientras el país se deshace aplastado por el terror en medio de sangrientos e inexplicables sucesos, nuestros ilustres padres conscriptos -seguramente para justificar su irresponsabilidad-, se trenzan en discusiones bizantinas provocados por aviesos adversarios en piezas distractoras y hasta toman la tribuna los de la trasnochada “izquierda” para enfrentar la consigna reaccionaria de reformar el artículo 24 constitucional ¿otra vez? Y permitir que los religiosos salgan a las calles, cómo si ya no lo hicieran desde cuando, Bah, bah, bah…

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