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La Revolución Mexicana, la invasión de Veracruz en 1914 y el “Estado fallido”
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Edición 209

DE POINSETT A WILSON Y CARLOS PASCUAL

MANUEL MAGAÑA CONTRERAS
(Exclusivo para Voces del Periodista)

CON EL ANTECEDENTE de la invasión norteamericana en Veracruz  la mañana del 21 de abril de 1914 -hace 95 años-, y con miras a una nueva invasión armada contra México  el 4 de agosto de 1915, el Departamento de Estado de los EU reunió en Washington   a los embajadores de Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Guatemala y Uruguay  “para discutir las medidas que habrían de tomarse para hacer que en la República mexicana se cimentara la paz”.

DE ACUERDO A LAS informaciones de la época, trascendió que  se acordó enviar una invitación a todos los jefes de los grupos revolucionarios antagónicos para que designaran delegados a la convención proyectada que habría de efectuarse en territorio de los Estados Unidos, bajo  los auspicios del gobierno norteamericano.
Al ser publicada en México dicha información, el patriotismo y el nacionalismo mexicano reaccionaron con gran descontento en todas las clases sociales, por la pretensión de violar nuestra soberanía y dignidad nacionales.
Con patriotismo que le honra, el presidente de México Venustiano Carranza, por dicha intromisión en los asuntos que competen únicamente a los mexicanos, rechazó la intervención de una nación contra otra y  el “Varón de Cuatro Ciénegas” remitió una declaración amplia y razonada  a los gobernantes de Argentina, Brasil y Chile. Proclamó la doctrina de que cada pueblo es libre de determinar su propio destino y régimen interior, sin que asista  a nadie el derecho de ejercer coacción en contra de la libertad y la soberanía de una nación, por pequeña que esta sea.

Doctrina Carranza y Doctrina Estrada
Esta patriótica decisión de parte del presidente Carranza es lo que se denomina Doctrina Carranza, misma que, con la aportación de la experiencia diplomática de Genaro Estrada, se le conoce también como Doctrina Estrada, lo que le llevó a México, en los mejores tiempos de la diplomacia y las relaciones dignas con los demás países del mundo, a proclamar. La no intervención y autodeterminación de los pueblos y la solución pacífica de los conflictos entre las naciones.
Pero el gobierno de los EU en funciones de “gendarme del mundo”, por conducto de su  responsable de Relaciones Exteriores envió el 11 de agosto una nota  con destino a todos los generales mexicanos, empezando por Carranza, un texto que la prensa mexicana publicó el  18,  en el que, entre otros pretextos intervensionistas en contra de la soberanía nacional mexicana, afirma que “”las repúblicas  americanas -arriba mencionadas-, están bien dispuestas  a servir de intermediarias”.
La respuesta del gobierno de México fue muestra de dignidad patriótica herida por los apetitos imperialistas de los EU  y el ministerio de Gobernación de Carranza pregunta el 24 de agosto  a quienes suscribieron el texto  mencionado  que si están autorizados por sus propios gobiernos  para lo que solicitan


No fue admitida la intromisión
El 10 de septiembre  del citado año de 1915, el gobierno de México da respuesta  tanto a los diplomáticos como  a los EU, en cuyo texto nuestras autoridades nacionales reiteran que no se admite ninguna intromisión de ningún gobierno y en ningún sentido, ni siquiera  como pura iniciativa, si viene  de un gobernante extranjero.
Se expresa también que se rechaza negociar  con el enemigo político vencido e invita a los representantes panamericanos a que vengan a México a celebrar su convención, con el compromiso de discutir cuestiones exclusivamente de carácter internacional.
El resultado de la posición nacionalista de  Venustiano Carranza produjo que el 10 de octubre, el agente confidencial Eliseo Arredondo informara que la Unión Panamericana acordó reconocer a  Venustiano Carranza  en funciones de Presidente de México. El 19 del mismo mes recibe la nota oficial de reconocimiento.
Formulan dicho reconocimiento los representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Guatemala, Nicaragua y Uruguay. El 21 expresa su beneplácito el gobierno de Chile y los EU. El 25 reconocen Costa Rica y El Salvador.  El 11 de noviembre, lo hacen Cuba y el Imperio Alemán. El 4 de noviembre fue nombrado embajador de México, el señor  Eliseo Arredondo.
En recuerdo de ese triunfo  del gobierno soberano de México presidido por Carranza, varias calles del Centro Histórico fueron rebautizadas con los nombres de los países hermanos que dieron su voto a nuestro país, con lo que fue rechazado el injerencismo estadunidense.

Pascual ¿ embajador o procónsul?
Vienen a la memoria estos antecedentes ante la presencia  del nuevo embajador de los EU, Carlos Pascual, de 48 años de edad, quien emigró  a territorio norteamericano llevado por sus padres, miembros del grupo de cubanos de Miami, cuando tenía  poco tiempo de nacido.
Su nombramiento ha suscitado en nuestro país diversas suspicacias  y hay quienes temen que “más que como embajador, su actuación podría ser la de un procónsul, como en los años iniciales de la Independencia de México después de 1821, lo fuese  su antecesor, Joel Robert Poinsett”, quien ha pasado a la historia de nuestro país como un elemento que causó perturbaciones  entre los mexicanos, con Antonio López de Santa Anna como su primer cómplice, y después como creador y animador de los grupos políticos secretos yorquinos que generaron división entre los mexicanos que nos costó perder más de la mitad de nuestro territorio, con la invasión norteamericana 1846-1848.
Recientemente, El Pentágono de los Estados Unidos formuló declaraciones en el sentido de que México, como Pakistán, está en riesgo de ser un “Estado fallido” y que -de acuerdo a las informaciones internacionales que circularon profusamente- “podría desaparecer, como ocurrió con Yugoslavia”.
Desde entonces, el término “fallido” aletea en un elevado porcentaje de los comentarios que formula la clase intelectual en relación a las difíciles circunstancias existentes en nuestro país por la desigualdad, la miseria y la injerencia extranjera, a la cual “el mundo oficial no se le opone y, al contrario, tal parece que la favorece”, según opiniones de los extremos más pesimitas.
Carlos Pascual tiene entre sus antecedentes el haber manifestado en julio agosto del 2004, en la revista Foreign Affairs, en estudio que tituló “Los Estados fallidos”, lo siguiente que se considera sumamente sintomático, dado la opinión del  Pentágono sobre el concepto Estado fallido:: ”En un mundo interrelacionado, los Estados débiles y fallidos representan un riesgo para los Estados Unidos y la seguridad global”.
Otra “carta de presentación” de Carlos Pascual consiste en encabezar la Oficina de  Coordinación de la Reconstrucción y Estabilización del Departamento de Estado de los EU.. Con base en estudios de especialistas, “esta instancia, mantiene en coordinación con el Consejo Nacional de Inteligencia, una lista de países en riesgo y prepara equipos de respuesta  rápida que están listos  para ejecutar cualquier  plan de guerra y movilizarse y desplazarse velozmente”.  (La Jornada, martes 21 de abril/2009, página 6.)
Se menciona también que ”contribuyó al desmantelamiento de la Unión Soviética”. Fue embajador en Ucrania -2000-2003-,  laboró en el Comité de Seguridad Internacional de la Casa Blanca y, como director de Asuntos para Rusia, ayudó al “desmantelamiento de la otrora poderosa URSS”.
Propiamente dicho, la presencia de Pascual en México, ha dado ocasión para que se recuerde la frase: “El mensajero es el mensaje”,. Con lo cual las ambigüedades de Obama se disipan, sobre las características de su forma de gobernar como presidente de los EU, el imperio que renueva estructuras para adecuarse a las dificultades que ocasiona económica y socialmente el libre mercado a todo el mundo. El imperialismo yanqui se apresta a mover fichas con el propósito de mantener su hegemonía  entre todas las naciones.

El procónsul Joel R. Poinsett
La primera y amarga experiencia que tuvo México con la diplomacia norteamericana, fue la presencia de Joel Robert Poinsett, quien vino a preparar el terreno para la absorción de territorio mexicano poros EU. Conocedor de su capacidad para la intriga y dividir a los pueblos a partir de la creación de organismos político secretos,  el emperador Iturbide  dispuso que no se permitiera la entrada de Poinsett a territorio mexicano. Pero Antonio López de Santa Anna traicionó a Iturbide y dejó entrar al diplomático norteamericano. Las fuentes de la historia nos dicen que Poinsett  fue solapado por Santa Anna  y, al estar frente al gobernante mexicano, recomendó al emperador “un cambio de régimen”, a ofrecer reconocimiento y apoyo extranjero, si el “Libertador de México” aceptaba vender los Estados de Texas, Nuevo México, Alta California, Sonora, Coahuila  y Nuevo León.
Sus pretensiones se estrellaron ante el patriotismo de Iturbide, quien por este hecho, se ganó la enemistad del futuro “procónsul” que  manifestó su capacidad de intriga con la creación de organizaciones políticas secretas para alentar a conspiradores contra el gobierno de Iturbide y provocar la lucha interna entre los mexicanos, a través  de las logias del rito de York.
Poinsett vino a México después de intrigar profundamente en Sudamérica, especialmente en Chile. Interesaba a los EU hacerse de  más territorio a costa de reducir el nuestro, para lanzarse al mundo con sus ambiciones imperialistas. Por ello, en la época del presidente Jefferson, vino a nuestro país  Alejandro de Humboldt, quien  utilizó su fama de científico, para arrancarnos secretos de inteligencia territoriales, económicos, sociales, estratégicos, etcétera., mismos que, una vez obtenidos, en 1804 entregó al gobierno norteamericano en Washington. Con esos datos, las administraciones estadunidenses empezaron a trabajar para que, una vez obtenida nuestra Independencia Nacional,  nos declararan la guerra en 1846 para invadirnos y obligarnos a la venta de más de la mitad  de suelo mexicano.
Los especialistas coinciden en afirmar que Poinsett tuvo el campo libre para implementar una lucha intestina, entre “centralistas” y  “federalistas” que repercutió, primeramente, en la pérdida de los  Estados de Centroamérica  - hasta la Gran Colombia-,   y luego en la perdida de la mitad del territorio mexicano, en la guerra de despojo  de los Estados Unidos.
La etapa de 62 años de luchas civiles que desató Poinsett a partir de la formación de sociedades secretas del rito de York, mantuvo al país a merced de una etapa destructiva  con duración de 62 años, periodo en el cual hubo 36 presidentes de la República que, en promedio, sólo permanecieron medio año en el poder.

Wilson y la Decena Trágica
Poinsett, desde luego, no ha sido el único embajador norteamericano que  ha intrigado contra México desde su sitial diplomático.  Existe el caso de Henry Lane Wilson -1857-1932-,  representante de los EU en nuestro país en los años clave de 1910 a 1913, lo que fue ocasión para que estuviera presente en los sacudimientos sociales resultantes de la caída del Presidente Porfirio Díaz, de la Decena Trágica  y del arribo al poder, por la vía de la traición, del general Victoriano Huerta, del asesinato del Presidente Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez, etcétera, Henry Lane Wilson, de acuerdo a las fuentes de la historia, tuvo participación en los días negros de la Decena Trágica en que hubo muchos muertos y heridos previamente a la caída  del Presidente Madero. Está fuera de toda discusión, por la serie de datos contundentes que afloraron en torno a la tragedia vivida en La Ciudadela, sus alrededores y la Plaza de la Constitución, que  desde la embajada de los EU,. Henry Lane Wilson alentó la rebelión que eliminó a Madero y a Pino Suárez y elevó al poder a Victoriano Huerta.
Wilson se empeñaba en defender los intereses  de sus paisanos, lesionados por la Revolución y creía que con Madero en la Presidencia de la República, no estaban garantizados los bienes de sus paisanos.  “El Pacto de la embajada”,  mediante el cual Huerta y Félix Díaz  concertaran la paz, es una evidencia respecto de la intervención del embajador estadunidense  en esos graves acontecimientos que estuvieron a punto de desviar el rumbo de la Revolución Mexicana.

La invasión gringa de 1914
Argumentaciones que son antecedente de lo que hoy ha sido calificado por El Pentágono de los EU, como “Estado fallido”, empezaron a manejarse  con ocasión del ambiente caótico en los finales del breve régimen del general Victoriano Huerta, lo es la invasión norteamericana del puerto de Veracruz, en 1914.
Un pretexto baladí, como la detención de marineros norteamericanos del acorazado Dolphin  que se internaron en territorio tamaulipeco portando el uniforme  gringo, bastó para desatar la invasión. El país estaba dividido por los sucesos de la Decena Trágica, la traición huertista  y, en otro orden, en el norte del país la Revolución Mexicana se había reavivado con la participación de El Centauro del norte, Francisco Villa, quien  para la mala suerte del régimen huertista, derrotó alas tropas federales en la batalla de Zacatecas.
La mañana del 21 de abril de 1914,  sin que mediara ninguna declaración de guerra, desembarcaron en el puerto de Veracruz  las tropas invasoras, con el pretexto de la detención de sus marinos. Heroico una vez más, el pueblo del puerto respondió  a los agresores.
Es significativo el patriotismo de los defensores del honor nacional con motivo de la invasión norteamericana de 1914, del teniente José Azueta, quien contaba con 16 años de edad y se encontraba herido. No aceptó a los médicos que le envió el contralmirante Fletcher  para que lo curaran. Sin dejarse atender por los agresores, dejó de existir. Fue sepultado con todos los honores. Más de cuatro mil personas rindieron homenaje al héroe.
El  2 de julio de 1914 fue firmada la paz entre México y los Estados Unidos, en momentos en que la situación política en territorio mexicano era grave y lo cual fue aprovechado por los invasores.

Fábrica de ”Estados fallidos”
En la medida que los EU interviene en los asuntos de otros países para favorecer a los grupos que le son afines a sus intereses, el imperio norteamericano crea condiciones de “Estados fallidos”. El narcotráfico, en nuestros tiempos, es un “magnífico” pretexto para el expansionismo del poderío  norteamericano.
Es de creerse que el cubano-americano Carlos Pascual, quien  afirma que “en un mundo interrelacionado, los estados débiles y fallidos representan un riesgo para los Estados unidos y la seguridad global”, no es por mera casualidad.  De Poinsett a este diplomático que contribuyó al desmantelamiento de la URSS, pasando por Henry Lane Wilson, su presencia, como se ha dicho, empezó a ser interpretada por la frase: “el mensaje  es el mensajero”.
¿Carlos Pascual, embajador? ¿Procónsul? El tiempo lo dirá.

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Comentarios (1)Add Comment
0
Pro Defensa del Ciudadano A.C.
agosto 14, 2011
189.235.148.84
Votos: +0
...

En honor a la verdad fue Victoriano Huerta el primero en rechazar públicamente la invasión gringa, pero en secreto estaba de acuerdo con los Estados Unidos, el objetivo: Salir en defensa de Huerta (a quien patrocinaban y había perdido en Torreón) intentando detener a Villa de acabar con èl

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