Edición 209 |
DE ACUERDO A LAS informaciones de la época, trascendió que se acordó enviar una invitación a todos los jefes de los grupos revolucionarios antagónicos para que designaran delegados a la convención proyectada que habría de efectuarse en territorio de los Estados Unidos, bajo los auspicios del gobierno norteamericano.
Al ser publicada en México dicha información, el patriotismo y el nacionalismo mexicano reaccionaron con gran descontento en todas las clases sociales, por la pretensión de violar nuestra soberanía y dignidad nacionales.
Con patriotismo que le honra, el presidente de México Venustiano Carranza, por dicha intromisión en los asuntos que competen únicamente a los mexicanos, rechazó la intervención de una nación contra otra y el “Varón de Cuatro Ciénegas” remitió una declaración amplia y razonada a los gobernantes de Argentina, Brasil y Chile. Proclamó la doctrina de que cada pueblo es libre de determinar su propio destino y régimen interior, sin que asista a nadie el derecho de ejercer coacción en contra de la libertad y la soberanía de una nación, por pequeña que esta sea.
Pero el gobierno de los EU en funciones de “gendarme del mundo”, por conducto de su responsable de Relaciones Exteriores envió el 11 de agosto una nota con destino a todos los generales mexicanos, empezando por Carranza, un texto que la prensa mexicana publicó el 18, en el que, entre otros pretextos intervensionistas en contra de la soberanía nacional mexicana, afirma que “”las repúblicas americanas -arriba mencionadas-, están bien dispuestas a servir de intermediarias”.
La respuesta del gobierno de México fue muestra de dignidad patriótica herida por los apetitos imperialistas de los EU y el ministerio de Gobernación de Carranza pregunta el 24 de agosto a quienes suscribieron el texto mencionado que si están autorizados por sus propios gobiernos para lo que solicitan
Se expresa también que se rechaza negociar con el enemigo político vencido e invita a los representantes panamericanos a que vengan a México a celebrar su convención, con el compromiso de discutir cuestiones exclusivamente de carácter internacional.
El resultado de la posición nacionalista de Venustiano Carranza produjo que el 10 de octubre, el agente confidencial Eliseo Arredondo informara que la Unión Panamericana acordó reconocer a Venustiano Carranza en funciones de Presidente de México. El 19 del mismo mes recibe la nota oficial de reconocimiento.
Formulan dicho reconocimiento los representantes de Argentina, Bolivia, Brasil, Guatemala, Nicaragua y Uruguay. El 21 expresa su beneplácito el gobierno de Chile y los EU. El 25 reconocen Costa Rica y El Salvador. El 11 de noviembre, lo hacen Cuba y el Imperio Alemán. El 4 de noviembre fue nombrado embajador de México, el señor Eliseo Arredondo.
En recuerdo de ese triunfo del gobierno soberano de México presidido por Carranza, varias calles del Centro Histórico fueron rebautizadas con los nombres de los países hermanos que dieron su voto a nuestro país, con lo que fue rechazado el injerencismo estadunidense.
Su nombramiento ha suscitado en nuestro país diversas suspicacias y hay quienes temen que “más que como embajador, su actuación podría ser la de un procónsul, como en los años iniciales de la Independencia de México después de 1821, lo fuese su antecesor, Joel Robert Poinsett”, quien ha pasado a la historia de nuestro país como un elemento que causó perturbaciones entre los mexicanos, con Antonio López de Santa Anna como su primer cómplice, y después como creador y animador de los grupos políticos secretos yorquinos que generaron división entre los mexicanos que nos costó perder más de la mitad de nuestro territorio, con la invasión norteamericana 1846-1848.
Recientemente, El Pentágono de los Estados Unidos formuló declaraciones en el sentido de que México, como Pakistán, está en riesgo de ser un “Estado fallido” y que -de acuerdo a las informaciones internacionales que circularon profusamente- “podría desaparecer, como ocurrió con Yugoslavia”.
Desde entonces, el término “fallido” aletea en un elevado porcentaje de los comentarios que formula la clase intelectual en relación a las difíciles circunstancias existentes en nuestro país por la desigualdad, la miseria y la injerencia extranjera, a la cual “el mundo oficial no se le opone y, al contrario, tal parece que la favorece”, según opiniones de los extremos más pesimitas.
Carlos Pascual tiene entre sus antecedentes el haber manifestado en julio agosto del 2004, en la revista Foreign Affairs, en estudio que tituló “Los Estados fallidos”, lo siguiente que se considera sumamente sintomático, dado la opinión del Pentágono sobre el concepto Estado fallido:: ”En un mundo interrelacionado, los Estados débiles y fallidos representan un riesgo para los Estados Unidos y la seguridad global”.
Otra “carta de presentación” de Carlos Pascual consiste en encabezar la Oficina de Coordinación de la Reconstrucción y Estabilización del Departamento de Estado de los EU.. Con base en estudios de especialistas, “esta instancia, mantiene en coordinación con el Consejo Nacional de Inteligencia, una lista de países en riesgo y prepara equipos de respuesta rápida que están listos para ejecutar cualquier plan de guerra y movilizarse y desplazarse velozmente”. (La Jornada, martes 21 de abril/2009, página 6.)
Se menciona también que ”contribuyó al desmantelamiento de la Unión Soviética”. Fue embajador en Ucrania -2000-2003-, laboró en el Comité de Seguridad Internacional de la Casa Blanca y, como director de Asuntos para Rusia, ayudó al “desmantelamiento de la otrora poderosa URSS”.
Propiamente dicho, la presencia de Pascual en México, ha dado ocasión para que se recuerde la frase: “El mensajero es el mensaje”,. Con lo cual las ambigüedades de Obama se disipan, sobre las características de su forma de gobernar como presidente de los EU, el imperio que renueva estructuras para adecuarse a las dificultades que ocasiona económica y socialmente el libre mercado a todo el mundo. El imperialismo yanqui se apresta a mover fichas con el propósito de mantener su hegemonía entre todas las naciones.
Sus pretensiones se estrellaron ante el patriotismo de Iturbide, quien por este hecho, se ganó la enemistad del futuro “procónsul” que manifestó su capacidad de intriga con la creación de organizaciones políticas secretas para alentar a conspiradores contra el gobierno de Iturbide y provocar la lucha interna entre los mexicanos, a través de las logias del rito de York.
Poinsett vino a México después de intrigar profundamente en Sudamérica, especialmente en Chile. Interesaba a los EU hacerse de más territorio a costa de reducir el nuestro, para lanzarse al mundo con sus ambiciones imperialistas. Por ello, en la época del presidente Jefferson, vino a nuestro país Alejandro de Humboldt, quien utilizó su fama de científico, para arrancarnos secretos de inteligencia territoriales, económicos, sociales, estratégicos, etcétera., mismos que, una vez obtenidos, en 1804 entregó al gobierno norteamericano en Washington. Con esos datos, las administraciones estadunidenses empezaron a trabajar para que, una vez obtenida nuestra Independencia Nacional, nos declararan la guerra en 1846 para invadirnos y obligarnos a la venta de más de la mitad de suelo mexicano.
Los especialistas coinciden en afirmar que Poinsett tuvo el campo libre para implementar una lucha intestina, entre “centralistas” y “federalistas” que repercutió, primeramente, en la pérdida de los Estados de Centroamérica - hasta la Gran Colombia-, y luego en la perdida de la mitad del territorio mexicano, en la guerra de despojo de los Estados Unidos.
La etapa de 62 años de luchas civiles que desató Poinsett a partir de la formación de sociedades secretas del rito de York, mantuvo al país a merced de una etapa destructiva con duración de 62 años, periodo en el cual hubo 36 presidentes de la República que, en promedio, sólo permanecieron medio año en el poder.
Wilson se empeñaba en defender los intereses de sus paisanos, lesionados por la Revolución y creía que con Madero en la Presidencia de la República, no estaban garantizados los bienes de sus paisanos. “El Pacto de la embajada”, mediante el cual Huerta y Félix Díaz concertaran la paz, es una evidencia respecto de la intervención del embajador estadunidense en esos graves acontecimientos que estuvieron a punto de desviar el rumbo de la Revolución Mexicana.
Un pretexto baladí, como la detención de marineros norteamericanos del acorazado Dolphin que se internaron en territorio tamaulipeco portando el uniforme gringo, bastó para desatar la invasión. El país estaba dividido por los sucesos de la Decena Trágica, la traición huertista y, en otro orden, en el norte del país la Revolución Mexicana se había reavivado con la participación de El Centauro del norte, Francisco Villa, quien para la mala suerte del régimen huertista, derrotó alas tropas federales en la batalla de Zacatecas.
La mañana del 21 de abril de 1914, sin que mediara ninguna declaración de guerra, desembarcaron en el puerto de Veracruz las tropas invasoras, con el pretexto de la detención de sus marinos. Heroico una vez más, el pueblo del puerto respondió a los agresores.
Es significativo el patriotismo de los defensores del honor nacional con motivo de la invasión norteamericana de 1914, del teniente José Azueta, quien contaba con 16 años de edad y se encontraba herido. No aceptó a los médicos que le envió el contralmirante Fletcher para que lo curaran. Sin dejarse atender por los agresores, dejó de existir. Fue sepultado con todos los honores. Más de cuatro mil personas rindieron homenaje al héroe.
El 2 de julio de 1914 fue firmada la paz entre México y los Estados Unidos, en momentos en que la situación política en territorio mexicano era grave y lo cual fue aprovechado por los invasores.
Es de creerse que el cubano-americano Carlos Pascual, quien afirma que “en un mundo interrelacionado, los estados débiles y fallidos representan un riesgo para los Estados unidos y la seguridad global”, no es por mera casualidad. De Poinsett a este diplomático que contribuyó al desmantelamiento de la URSS, pasando por Henry Lane Wilson, su presencia, como se ha dicho, empezó a ser interpretada por la frase: “el mensaje es el mensajero”.
¿Carlos Pascual, embajador? ¿Procónsul? El tiempo lo dirá.
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