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Edicion 212

HÉCTOR TENORIO
   
¿Quién está detrás  de la promoción del voto nulo? Todo apunta  a  quien está detrás del poder, porque con el sufragio nulo se quiere evitar el voto de castigo. La punta de lanza es Vicente Fox.  Con la maniobra los azules intentan  desarticular  la integración de una  oposición del próximo Congreso de la Unión. De este modo, el blanquiazul permanecerá en el poder sólo si los ciudadanos anulan los sufragios, pues  es lo único que les garantizará dominar y controlar las decisiones del país en los próximos tres años.

Al promover el voto en blanco  o de plano el abstencionismo Acción Nacional (PAN), traiciona  un largo camino  que emprendió por la democracia para garantiza el respeto de los sufragios. Desde  1988,  millones de ciudadanos promovieron una agenda que se concretó en la creación del Instituto Federal Electoral, (IFE),  la Comisión Nacional de Derechos Humanos y el voto para elegir a Jefe de Gobierno y delegados en el Distrito Federal. Por eso la actitud de los azules es demagógica y peligrosa, ya que si se insiste en que la ciudadanía se aleje de los asuntos públicos y anule su voto, se  estará contribuyendo  a sustituir  un sistema democrático por uno  autoritario.
 
El diluvio que viene
 
Del alto abstencionismo  que se prevé,  el responsable es el gobierno federal quien le ha metido mano al  proceso;  pues esta provocando que la gente no salga a votar.

La desconfianza en la clase política no es gratuita; el desencanto, las descalificaciones entre los diferentes partidos políticos y los nexos de políticos con la delincuencia son un conjunto de factores que han determinado en estados fronterizos,  que siete de cada diez personas no tengan el ánimo de sufragar para elegir a los representantes populares que en realidad representan al 12 por ciento, 15 por ciento o hasta 20 por ciento de la población, pero el resto no los respalda porque no votó por ellos.

Por lo pronto, el propio  Instituto Federal Electoral (IFE),  reconoció que la sociedad mexicana se siente cada vez menos representada, apreciándose un decremento en la proporción de personas que creen incidir en las decisiones de gobierno. Por lo menos  así  ha quedado asentado en un estudio  que mandaron hacer las autoridades electorales,  en el cual se analiza la tendencia entre 1991 y 2006,  y se demuestra que el abstencionismo en los procesos federales y locales ha ido en aumento. Los datos son alarmantes, mientras en la jornada de 1991  el  promedio de ciudadanos  que se abstuvieron de votar   alcanzó el  33.36 por ciento de la lista nominal, en el proceso del 2006 el índice se había incrementado  a 44.91 por ciento.  

Entre las entidades  que  destacan por tener  el menor grado de participación ciudadana hace tres años,  se encuentran:  Tamaulipas con 55.09 por ciento; Baja California Sur  con 54.81 por ciento; Coahuila con 54.45 por ciento; Durango con 54.37 por ciento; Nayarit  con 54.28 por ciento; Zacatecas con 52.82 por ciento; Michoacán con 50.64 por ciento; Chiapas con 49.06 por ciento; Chihuahua  con 48.76 por ciento; Baja California con 46.97 por ciento y Guerrero  con 46.47 por ciento. Situación contraria a la que se vivió  en Tabasco donde  sufragaron el 68.22 por ciento; en el Distrito Federal el 68.05 por ciento; en Yucatán 66.95 por ciento; en Campeche 64.67 por ciento; y en Querétaro 63.92 por ciento.

Resulta una tragedia,  que después de haber  vivido tantos años si derechos políticos,  ni  libertad de expresión, esta no sea  apreciada por los mexicanos. Sin duda  es grande la tentación de anular el voto, pero esto conlleva grandes riesgos. En la abstención gana el voto duro y la compra de voluntades. Además de que se trata de un suicidio político,  porque sería    autoexcluirse del sistema democrático el cual  se fundamenta precisamente en el sufragio.  Vale  recordar que la democracia se alimenta del voto y la participación, que va más allá de las elecciones, ya que es una responsabilidad compartida y una enseñanza que debemos emprender todos, sin excepción.


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