Terrorismo a la carta

Las tres horas en que Josemar estremeció al mundo y su alrededor

CON CARLOS SALINAS DE GORTARI el “coco mediático” fue El chupacabras -cuyo fósil fue “encontrado” recientemente en territorio de la Unión Americana. Con Ernesto Zedillo, quien llegó a decir que el juicio de la historia le interesaba poco menos que un comino, fue proverbial su desprecio a los medios de comunicación, pero con Vicente Fox Quesada -¡Quiero rating! ¡Quiero rating!-, desde el mismo diciembre en que tomó posesión el radiante espectáculo televisivo fue “la erupción” del Popocatépetl, adonde acudió presuroso el debutante, obviamente acompañado de su imprescindible “señora Marta”, para salvar a las comunidades amenazadas por la conflagración. Cuando El Popo no daba para más, ahí estaba el volcán de Colima.

En este sexenio, al golpe de los primeros impactos de la crisis económica “que vino de afuera”, el espectro galopante fue el de la epidemia porcina (de la que México “salvó a la humanidad toda”), pero ahora que el gobierno ha anunciado nuevas políticas confiscatoria que han generado una enervada reacción popular, súbita y venturosamente apareció El terrorista evangélico que, a decir de nuestras siempre confiables autoridades, secuestró el boing 737-800 (vuelo 576 de Aeroméxico), amenazando con hacerlo trizas con una bomba.

Los medios electrónicos fueron convocados inmediatamente -tuvieron vía libre en áreas de alta seguridad del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México-, el presidente Felipe Calderón aplazó su salida a Campeche; el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont puso en sesión urgente al gabinete de Seguridad Nacional en la que no estuvo el titular de la SSP, Genaro García Luna; el secretario de Comunicaciones y Transportes, Juan Molinar Horcasitas se aprontó presuroso a prestar sus servicios especializados;  y los emocionados cronistas describieron cómo Los rambos -así los identificaron en sus reseñas instantáneas- de la Policía Federal, de la Secretaría de Seguridad Pública, consumaron un exitoso e histórico “operativo” de rescate de la nave, sus pasajeros y sus tripulantes, acción en la que participaron miembros del Ejército y de la Marina Armada.

Fueron al menos tres horas que conmovieron al mundo, que luego se gratificó con los testimonios en vivo, en directo y a todo color, de las víctimas que no fueron, y de los sedicentes héroes.

Desde los primeros reportes se habló de un comando de seis terroristas extranjeros armados, que tomaron en su poder el avión; al final del “operativo” se informó del arresto de ocho presuntos terroristas, presentados debidamente esposados. El presidente Calderón dijo que el acontecimiento representó “un momento de prueba” para el sistema de Seguridad Nacional y felicitó a las corporaciones que intervinieron en el “operativo”.

Colofón: A cuadro fue presentado un sonriente José Mar Flores Pereyra (el pastor Josemar), de origen boliviano, adicto a las drogas y con residencia en México desde hace 17 años. Dijo haber maquinado “el atentado” para ser escuchado por el Presidente Calderón para quien tenía un mensaje celestial sobre terremotos y otras calamidades. El declarante sostuvo que su previsión se basó en una coincidencia de fechas: año 9, mes 9 y día 9. Puestos esos números al revés daban el de la bestia: 666. Algunas crónicas informaron que el arma con la que Josemar amenazó a los pasajeros (los pilotos mantuvieron su cabina hermética), fue una Biblia, aunque en la televisión se vio que expertos en explosivos hicieron estallar unas latas de jugo de afamada marca que, a decir del peritaje, contenía arena y “focos pequeños” (lets).

Desde que estaba en el área de Inteligencia de la Policía Federal Preventiva (1999-2000), Genaro García Luna tenía obsesión por las películas, series y documentales sobre espionaje y situaciones extremas, de los que sus colaboradores amontonaban pilas en su despacho, convertido en set cinematográfico. Tanto en esa corporación, como en la Agencia Federal de Investigación de la PGR y ahora en la SSP, García Luna y su equipo se han exhibido como diestros directores de escena que hacen el gusto de las televisoras que, al disponer de esos materiales, economizan gastos de producción. Felicitaciones presidenciales no son suficientes para premiar tanta creatividad y destreza. Hace falta por lo menos un Óscar. (Abraham García Ibarra.)

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