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Edición 375

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LOS TRABAJOS POR VENIR

México, ¿víctima de la fatalidad geográfica?

Álvaro Aragón Ayala

LA PRIMERA RESPUESTA que nos viene a mente, es que -más bien- México es víctima de la pusilanimidad de sus presidentes frente a Washington.

PODRÍAMOS INTUIR que Salinas de Gortari y Zedillo, frente a los Estados Unidos, actuaron en conciencia bajo el supuesto que la relación era imprescindible a su proyecto de insertar a México en las Grandes Ligas, según solía decirse en esos sexenios.

Fox, Calderón y Peña Nieto, simplemente han nadado de muertito en el río de la inercia creyendo que, algún día, la Casa Blanca le reconocerá a México la calidad de aliado, no de mozo de estribos.

Con los presidentes priistas, de facto se recorrió la frontera con EE.UU. del Río Bravo al Suchiate. Fox pretendió, con el Plan Puebla Panamá, extenderla hasta Colombia y Venezuela. Con esto está dicho todo.

Entre México y los Estados Unidos, el desierto

La caracterización tipológica que se hace de los gobernantes tecnócratas mexicanos, los identifica como una reproducción de Los Científicos que aconsejaron al dictador Porfirio Díaz, en lo que Manuel Gómez Morín catalogó como internacionalismo de pastiche. El de los reyezuelos negros.

El dictador, sin embargo, pretendió liberar a México del yugo estadunidense girando los ojos hacia Europa. Entre México y los Estados Unidos —fue frase de la época—, el desierto.

Ilustremos nuestros dichos: En la segunda mitad de la dictadura de Díaz, pasaron por la Casa Blanca los presidentes Cleveland, McKinley y Theodore Roosevelt. A los designios de los tres, resistió el Héroe del 2 de Abril.

Primera constancia: En el tránsito del siglo XIX al XX, gobernó Nicaragua José Santos Zelaya López, incómodo a los exégetas del Destino manifiesto. Las tentativas de derrocarlo no pasaron por México.

La crisis política nicaragüense se exacerbó después de que, con la sanción de Washington, Zelaya convocó a gobernantes centroamericanos al proyecto del canal transoceánico, que contó con el fíat de México.

Los Estados Unidos subvirtieron esa iniciativa trasladándola a Panamá. Díaz mantuvo su solidaridad con el mandatario de Nicaragua.

Trump: “Hemos hecho un buen negocio con México”

Activo ya el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), Washington propuso tomarlo como modelo para acometer la Alianza Comercial de las Américas (ALCA). México se adhirió a esa pretensión, combatida por el gobierno bolivariano de Venezuela.

Abortada la ALCA y denunciado el TLCAN por dos Premios Nobel de Economía estadunidenses, cuando Barack Obama puso a caballo el Acuerdo de Asociación Económica Transpacífico, Peña Nieto abrazó ese proyecto sin racionalizar los impactos negativos que durante dos décadas el TLCAN había descargado sobre los sectores más débiles de la economía nacional; principalmente el agropecuario y la pequeña y mediana industria.

Ahora que el TLCAN ha sido desarticulado en un arreglo bilateral con Donald Trump -que transitoriamente deja fuera a Canadá-, los representantes mexicanos, empezando por el presidente, festejan a bombo y platillo.

Antes de que los mariachis callaran, Trump acotó: El muro va. No sólo: A las 72 horas, el inquilino de la Casa Blanca celebró: Hemos hecho un buen negocio con México. “Negocio”, es el término. Quiere decir que los EE.UU. se llevaron la parte del león.

¿Es la fatalidad geográfica la que nos pone en la encrucijada? A la luz de lo dicho, creemos que hay que encontrar otras respuestas. ¿Masoquismo?



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