Edición 365 |
Memorias de una anciana en la Posada del Periodista
Aurora Gómez Maranto
ESTAS TARDES lluviosas invitan a estar en casa y si no es asÃ, a dormir o a escribir, yo preferà escribir y contarles como fue la grandÃsima suerte de poder hacerlo: Tengo 97 años y estoy hecha un adefesio, pero no me quiero ir de este mundo, sin antes, darle las gracias a todas las personas que en una u otra forma, me ayudaron a cumplir mi sueño; fueron más de las que voy a mencionar, pero a estas alturas ya no recuerdo sus nombres y les pido perdón desde este mundo; va de cuento:
ESTA ES LA HISTORIA de cómo me hice ESCRITORA: Desde que aprendà las primeras letras adquirà la costumbre de escribir cuentos, basándome en lo que yo anhelaba, ya que en el periódico El Nacional seguido hacia concursos de cuentos (los mÃos deben haber estado muy mal hechos), pero el chiste era concursar; nunca tuve la ocurrencia de ver si habÃa ganado o perdido; pero yo concursaba. Pasaron los años y hasta la fecha, nunca perdà la costumbre, querÃa ser escritora, pero ya no tenÃa tiempo, pasó más el tiempo y ya hecha mujer, un dÃa, mi jefe el señor William F. Sprowls quien era vicepresidente en la armadora Chrysler, y era rotario; sabiendo que yo era de Tampico, me dijo: “Aurora, quiero que la próxima convención de los Rotarios se haga en Tampico, asà que, ya que usted es de allá, descrÃbamelo para animar a todos para que ahà se haga la convenciónâ€.
Y, hacer cuentos
Como yo no conocÃa mi tierra porque desde pequeños mi madre nos trajo a la ciudad de México, me basé en lo que mi familia contaba del puerto, y la Convención Rotaria se hizo en Tampico, pero, varios dÃas después de la convención, llego un dÃa, uno de los rotarios que habÃa asistido a la convención, y parándose frente a mi ahà en la oficina me pregunto “¿Es usted la secretaria de Billy, y al responderle que sÃ, antes de entrar a saludar a mi jefe me dijo: “…¡deberÃa usted ser escritora de ficción!â€, no me moleste en absoluto porque ya mis hermanos y mi mamá me habÃan dicho “a ver si no te corren ¡todo eso que escribiste ya no existe!.†Y asÃ, todo eso hizo que se me volviera a despertar el deseo de ser escritora. Paso el tiempo y…una mañana: eran las 9:30 hrs, cuando me desperté, y aunque ni mi hermano Abel q.e.p.d. ni yo, a pesar de que no tenÃamos nada que hacer, desperté alarmada y corrà a la recamara de él lo vi y al mismo tiempo le grité: “Ya es muy tarde se nos durmió el gallo y ¡mira! Qué cochinero tienes, voy hacer el desayuno, pero si para la 1:30 hrs no has arreglado esto. Lo voy hacer yo, pero después, no te voy a decir donde está, esto o aquello, porque no te lo voy a decir!; aparecieron en el suelo muchos periódicos del año de 1933 que en el Magazine tenÃan leyendas del origen del nombre de las primeras calles del Tampico que se estaba edificando, después de abandonar el viejo Tampico que consideraban insalubre en el año de 1823; estaban muy sucios, y bastante estropeados e ilegibles. Me fui y los sacudà adivinando muchas palabras que el tiempo habÃa casi borrado y los transcribÃ: saqué varias copias, y me dirigà al correo para mandárselas a mis hermanos de Guadalajara, Pénjamo e Irapuato y al pasar frente a una cafeterÃa propiedad de un paisano muy a todo dar, me preguntó: ¿A dónde va tan de prisa?, y respondiéndole yo de lo que se trataba; sin previa aprobación tomo uno de los sobres y ya no me lo devolvió. Pasaron unos ocho dÃas y cuando volvà a pasar por ahà me dijo: “… paisana ya saqué más copias y se las mande a mis familiares que muy contentos me hablaron por teléfono y me dijeron que le sugiriera a Ud. que haga un libro porque es muy interesante. Además, ya investigué donde se reúnen los tampiqueños en México. Es aquà en la calle de Luis Moya, donde está el Hotel San Francisco y el dÃa que se reúnen son los primeros viernes del mes al mediodÃa.
Y, asà comenzó
Fuimos y él vendió ahà todas las copias. Como todos con lo poco que vieron se entusiasmaron mucho, decidà que el Sr. Martà me editará el libro al cual, le hizo una convincente portada.
De acuerdo con él, lo presente en la Capilla Británica adonde los invite a todos y donde también la mesa Directiva del Centro Tampico de México me informó que me habÃa hecho acreedora a La Jaiba de Oro, posteriormente me dio un reconocimiento La Unidad Tamaulipeca y más tarde, en el 2006 me otorgó el Patronato un reconocimiento como “La Tampiqueña más distinguida del año 2006â€.
Por todo lo anterior, por los años que tengo que se me notan “aleguas†he escrito para agradecer a mis paisanos y a los dirigentes de los anteriores grupos que hicieron posible, que cuando deje este mundo me llevaré sus nombres grabados en mi mente: “Centro Tampico de Méxicoâ€, “Unidad Tamaulipecaâ€, “Fraternidad Tamaulipecaâ€, Don Heriberto Hernández (q.e.p.d.) en el Valle de México, Ing. Rodolfo De León, Ricardo Delgado y Sra., Jorge LetechipÃa, Ing. Mario Sierra (q.e.p.d.), Lic. Mat Lugo.
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