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Edición 361

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APUNTE

Los temas ¿terrenales?

Jorge Guillermo Cano

CULIACÁN DEL CAOS VIAL, los baches y los topes, Sinaloa. Problema que no se resuelve sigue siendo nota, me decía, hace ya casi 48 años, Don Gustavo D. Cañedo (quien fuera director fundador de la desaparecida “Voz de Sinaloa).

ASÍ QUE, VALE REITERAR:el panorama nacional es desolador: la sociedad en su conjunto, prácticamente todos y cada uno de sus sectores, parece estar inmersa en la apatía, la desmovilización, el importamadrismo generalizado.

Dejar hacer y pasar todo aquello que conviene; presentar “frentes” con el único elemento aglutinador del interés mezquino y coyuntural es el signo de los tiempos.

apunte1Los espacios que debieran ser de la inteligencia y la reflexión, de la crítica razonada, congruente y comprometida, son de la simulación, el ocultamiento y la complicidad. Eso pasa cuando las inercias apabullan, y más en estos tiempos de las “redes”.

Lo mismo sucede en los partidos políticos que en los órganos colegiados, con las instancias “competentes”, las asociaciones, los grupos de “resistencia” y así, casi hasta el infinito. Es la “mecánica nacional” donde la ética no tiene lugar, ni podrá tenerlo en tanto sigan las mismas prácticas.

La confusión, como argumento

En el camino de las justificaciones todo se vale, por la sencilla razón de que incluso los disparates pueden servir mañana para el que ahora se “adhiere”.

Unas por otras, llanamente.

El pacto social, en el supuesto de que algo quede, se diluye sin remedio; los actores no actúan y las comparsas inesperadas (ni siquiera programadas en las declaraciones de fe) ocupan el escenario y dictan el guion de la obra.

La solidaridad, la de a de veras, no la de la foto y la declaración que alimenta al periodismo de ociosos, llega, si acaso, no más allá de la puerta de la propia casa; el sentido de unidad no sabe de generaciones ni de distancias, así sean ínfimas.

Las muertes de enseguida son asunto de cada cual y el río que corra. Así se mueve el mundo que se rige por el “libre mercado” y la lógica de la ganancia, a ultranza. Se busca la explicación, cuando menos, porque el remedio ni siquiera se imagina, pero la realidad es que estamos rodeados.

Si es olmo no da peras

A otros temas: con frecuencia, los medios se refieren a lo que aquí se ha reiterado: la enorme

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mayoría de las empresas mexicanas arrastran un gran rezago en tecnología, la que manejan es obsoleta, desechada tiempo atrás en las metrópolis industriales, mantienen bajísimos niveles de participación en la investigación científica y son absolutamente reacias a la inversión de riesgo.

En los países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (la OCDE, donde nos insertó Salinas en el explicable último lugar) las empresas privadas aportan en promedio el 51.9 por ciento del gasto en investigación y desarrollo experimental.

La industria privada en Estados Unidos, Alemania, Francia y Japón, contribuye con más del 70 por ciento de ese gasto. En México, apenas si se destina el 0.6 por ciento del ingreso empresarial por ventas a ese propósito.

Se trata de datos conocidos: en México los científicos de alto nivel no ganan ni la mitad que en Canadá y Estados Unidos; en lo que toca a la vinculación academia-industria, tenemos uno de los índices más bajos del mundo.

La pequeña y mediana industria de nuestro país utiliza tecnología desfasada y no hay proyectos de innovación. El empresario mexicano se va por lo más barato y asegura el peso en la bolsa, aunque a la larga resulte perjudicado.

Desde luego, siempre será más fácil reclamar a las universidades, ignorando lo obvio: mientras la lógica de la ganancia impere, sin sentido alguno de previsión, ni vocación solidaria, las cosas no pueden cambiar.

Todos coludos

UNA CONSECUENCIAadicional de la distorsionada cultura política que se tiene en amplios sectores de la sociedad mexicana, es la ausencia de una evaluación o balance sistemático de la gestión gubernamental en todos sus niveles.

Las acciones y omisiones de los gobernantes, por lo general, comienzan a ser valoradas críticamente al final de un ejercicio o después que el funcionario ha dejado el poder. Además, la crítica se mueve en los extremos, con el signo del momento político y su contraparte.

En realidad, lo que priva, tanto en adhesiones como en rechazos, en avales como en críticas, si de la “clase política” se trata, es el terrenal interés de parte, la expectativa de la ganancia, la búsqueda del privilegio, del favor, la prebenda.

Quienes una vez compartieron ideas y comulgaron juntos, no tienen empacho en gritar: “muerto el rey viva el rey” y los acomodos terrenales constituyen la única lógica del comportamiento político. Pese a las evidencias, los profesionales de ese ejercicio y sus epígonos, muchos en los medios, hacen como que no ven ni oyen.

En las mulas de mi compadre

SI BIEN LAS PREMISAS anteriores tienen lugar básicamente en el ámbito de la política oficial, por así decirlo, es claro que también se expresan en otros espacios y también en la opinión pública, donde las adhesiones o rechazos responden al momento político y los intereses de parte, aunque se niegue o, al menos, se matice.

Por otra parte (y es un aspecto que suele marginar la crítica coyuntural) como el poder se concentra en una persona o un grupo reducido, el fracaso o el éxito de una gestión (que desde luego es un asunto de óptica) se reduce a la actuación de la figura central.

Así, los grandes males del presidencialismo son imputables al ejecutivo en turno y nada más. Se olvida que hay responsabilidades y corresponsabilidades, con diferencias de grado, por supuesto, pero que están ahí.

Es por eso (a lo mejor lo entienden) que los actuales partidos políticos en México carecen de autoridad moral para enjuiciar a un sistema del que son usufructuarios y beneficiarios. Como son corresponsables, igualmente deben ser juzgados por una opinión pública que parece demasiado selectiva (y cauta ante el poder presente).

 

El capital: la misma gata

HACE MÁS DE veinte años, en las reuniones de los banqueros mexicanos se expresaba una gran preocupación: que las sociedades financieras del extranjero, que ya estaban operando en México, entonces con más de 17 mil millones de nuevos pesos en créditos, se hicieran del mercado.

Algunos señalaban la urgencia de eficientar los servicios de la banca nacional, su agilidad, capacidad y competitividad, como imperativos insoslayables. Era comprensible y, con el acceso de los bancos extranjeros, además, se presentaba la necesidad de revisar los marcos normativos de la Comisión Nacional Bancaria y sus formas de operación.

Para el público usuario de los servicios bancarios, la banca extranjera se veía entonces como la oportunidad de abaratar el costo de los créditos y, naturalmente, poder contar con opciones más rentables en el mercado del dinero.

Señalamos entonces que el riesgo era que los banqueros mexicanos negociaran con los extranjeros la homologación de las condiciones de crédito, de sus servicios en general y, como resultado de ello, las altas tasas de interés y los cobros de todo y por todo continuaran más o menos igual.

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Con esas sociedades

apunte3Lo que pasó ya lo sabemos: no sólo se homologaron los bancos fuereños, sino que además se asociaron con la banca nacional al grado de que, ahora, es el capital transnacional el que impera en las finanzas mexicanas.

En todo el mundo se sabe que los bancos que operan en México (decir “mexicanos” sería otra cosa) lo hacen en condiciones de excepción y privilegio que no pueden tener en sus países de origen, por eso la banca extranjera gana en nuestro país más, mucho más que en sus matrices de Europa y Estados Unidos, por ejemplo.

Lo que pasó es que se antepuso la lógica de la ganancia, a ultranza, la más alta y en el menor plazo. Mientras el gobierno los deje (y los acompañe).

¿Y deveras distintos?

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Ya lo hemos dicho: en México, la oferta política debe diferenciarse y los partidos tomar distancia de aquello que, dado el caso, critican acremente a los opuestos. Se puede, y así pasa, que un partido maneje una “estrategia” determinada en un estado y en otro enarbole exactamente lo contrario, pero ello no resulta admisible en el plano de la ética.

Cuando, en la práctica, las diferencias se reducen a situaciones coyunturales y los acomodos electorales dictan semejanzas, la ciudadanía se ve encajonada en una oferta política reducida de origen. No se puede, entonces, escoger entre alternativas verdaderamente distintas.

Se entiende, desde luego, que los imperativos del “nuevo orden internacional”, las reglas emergentes de la globalización económica y las condiciones impuestas por la expansión de los mercados, impliquen adecuaciones políticas, por así decirlo, necesarias.

Pero es factible, cuando menos, marcar diferencias efectivas en lo que toca a las prácticas viciadas de hacer política. Deslindarse, se diría, de todo aquello que ha pervertido la política convirtiéndola en descarnado juego por el acceso al poder.

Ahora que se habla de una posible alianza entre lo que resta del PRD y la figuración panista, la pregunta es obligada: ¿Dónde están las diferencias esgrimidas?

Intereses, no amigos

LA FRASE, ATRIBUIDA a un mandatario estadounidense, es lugar común y supuesto aceptado cuya aplicación vale para las relaciones capitalistas, en general. Se procede conforme al descarnado interés, en la lógica de la ganancia a ultranza, donde no caben consideraciones de otro orden.

En ese orden de ideas, hace mucho que los políticos estadounidenses tratan a México según la rentabilidad de sus posiciones, de acuerdo con sus tiempos electorales, como si fuera una simple pieza de su ajedrez político, con la que se puede hacer y deshacer.

Así han procedido desde siempre, a ciencia y paciencia de nuestros gobernantes, viendo y tratando a nuestro país como el “patio trasero” de la superpotencia, el espacio subdesarrollado que ellos nos hacen el favor de soportar y que tienen el “derecho” de conducir a su arbitrio.

Las embestidas han venido lo mismo de republicanos que demócratas (los dos partidos más importantes) y no hay, en estricto, diferencia sustantiva al respecto, aunque de vez en vez se establecen diferencias razonables,

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como sucedió en la contienda entre Trump y Hillary Clinton.

Y es que con el especulador en bienes raíces y promotor de casinos, el del peinado y la corbata ridículos, Trump, desde que asomó la cabeza se supo lo que podía venir con su eventual presidencia.

Ha rebasado todos los límites, sin duda, y parece que seguirá si lo dejan, pero de ahí a creer que con la señora Clinton las cosas harían sido totalmente distintas, hay bastante trecho. Ahí está la historia.

Sólo hay qué ver cómo, ante la pasividad del gobierno mexicano, han marchado desde siempre los asuntos con los “buenos vecinos”.

Tamborazos

-En Culiacán, la violencia desatada y el Ayuntamiento, rebasado sin remedio, no atina siquiera a una declaración de parte.

-Van pasando los días, las semanas y vienen los meses. Nada resuelve la fiscalía de esto y aquello, con todo y recompensas desveladas, en los casos de los periodistas asesinados en este país que ves. Y ningún otro caso, a tono con su proverbial incapacidad y negligencia.

-En este agosto vamos a cumplir 48 años de haber publicado nuestra primera nota en la primera plana de un periódico. El tiempo pasa y nos vamos poniendo viejos, como en el canto de Pablo.

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