Edición 279 |
FantasÃas paranoicas de la derecha,
tendencia peligrosa en la polÃtica de EE UU
PAUL KRUGMAN*
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ALTO, ESCUCHEN, ¿qué es eso que se oye? En realidad, es el ruido que hace un gran partido polÃtico cuando pierde lo que le queda de cabeza. Y ha ocurrido -¿dónde si no?- en los informativos de la Fox, cuando Mitt Romney aceptó sin ningún reparo la afirmación de que los precios de la gasolina están altos por culpa de un complot del Gobierno de Obama.
ESTA AFIRMACIÓN NO SOLO es un desvarÃo; es una especie de locura elevada al cubo (una mentira envuelta en un disparate revestido de paranoia). Es la clase de cosas que antes solo oÃamos decir a la gente que también creÃa que el agua fluorada era un complot comunista. Pero ahora la teorÃa de la conspiración sobre los precios de la gasolina ha sido respaldada formalmente por el probable candidato republicano a la presidencia.
Mitt Romney
Antes de entrar en las repercusiones más generales que tiene este respaldo, aclaremos los hechos sobre los precios de la gasolina. Primero, la mentira: No, el presidente Obama no dijo, como ahora afirman muchos republicanos, que querÃa que los precios de la gasolina fuesen más altos. Es verdad que en una ocasión dijo que un sistema de lÃmites máximos e intercambio de derechos para las emisiones de carbono harÃa que los precios de la electricidad se "disparasen" (una elección de palabras desafortunada). Pero decir que un sistema asà harÃa subir los precios de la energÃa era solo una afirmación objetiva, no una declaración sobre la intención de castigar a los consumidores estadounidenses. La afirmación de que Obama querÃa unos precios más altos es pura y llanamente una mentira.
Los republicanos acusan a Obama de querer que suba el precio de la gasolina Y es una mentira envuelta en un disparate porque el presidente de Estados Unidos no controla los precios de la gasolina, y ni siquiera puede influir mucho en esos precios. Los precios del petróleo se fijan en el mercado mundial, y Estados Unidos, que solo representa alrededor de la décima parte de la producción mundial, no puede alterar demasiado esos precios. De hecho, el reciente aumento de los precios de la gasolina se ha producido a pesar del aumento de la producción de petróleo y la reducción de las importaciones de EE UU.
Por último, está la paranoia, la creencia de que los liberales en general, y los funcionarios del Gobierno de Obama en particular, intentan hacer que conducir un coche sea inasequible como parte de un vil complot contra el estilo de vida estadounidense. Y no, no estoy exagerando. Esto es lo que uno oye decir incluso a conservadores de lo más normal.
Por ejemplo, el año pasado, George Will declaraba que el apoyo del Gobierno de Obama a los viajes en tren no tenÃa nada que ver con aliviar los atascos y reducir el impacto medioambiental. No, insistÃa, "la verdadera razón de la pasión de los progresistas por los trenes es su propósito de reducir el individualismo de los estadounidenses a fin de hacerlos más proclives al colectivismo". ¿Quién iba a decir que Dagny Taggart, la ejecutiva ferroviaria y heroÃna de La rebelión de Atlas, era una roja?
Vale, todo esto tiene su gracia. Pero también da muchÃsimo miedo. Como Richard Hofstadter señalaba en su conocido ensayo de 1964 The paranoid style in american politics (El estilo paranoico en la polÃtica estadounidense), las teorÃas de la conspiración descabelladas han sido una tradición estadounidense desde que los clérigos empezaron a advertir de que Thomas Jefferson era un agente de los illuminati bávaros. Pero una cosa es tener a un sector paranoico desempeñando una función marginal en la vida polÃtica de un paÃs, y otra muy diferente que ese sector se apodere de un partido entero, hasta el punto de que los candidatos deban compartir, o fingir que comparten, la paranoia de ese sector para recibir el visto bueno del partido en la carrera presidencial.
Una parte se explica porque los medios de la derecha crean una realidad alternativa Y, por supuesto, no se trata solo de los precios de la gasolina. De hecho, las teorÃas de la conspiración proliferan con tanta rapidez que es difÃcil mantenerse al dÃa. De este modo, un gran número de republicanos -y estamos hablando de figuras polÃticas importantes, no de un simpatizante cualquiera- cree firmemente que el calentamiento del planeta es una enorme patraña inventada por una conspiración mundial en la que participan miles de cientÃficos, ninguno de los cuales ha roto el código de silencio. Mientras tanto, otros atribuyen la reciente mejora de las noticias económicas a un complot ruin para retener los fondos de estÃmulo y liberarlos justo antes de las elecciones de 2012. Y mejor no entrar siquiera en la reforma sanitaria.
¿Por qué está pasando esto? Al menos una parte de la respuesta debe de encontrarse en el modo en que los medios de comunicación de derechas crean una realidad alternativa. Por ejemplo, ¿han oÃdo que el coste del Obamacare acaba de duplicarse? No ha sido asÃ, pero millones de telespectadores de la Fox y seguidores de Rush creen que sÃ. Naturalmente, las personas que oyen hablar constantemente sobre el mal que hacen los liberales están completamente dispuestas a creer que todo lo malo es consecuencia de un ruin complot liberal. Y estas son las personas que votan en las primarias republicanas.
¿Pero qué pasa con el electorado en general? En caso de que consiga la designación como candidato, Romney intentará, como decÃa un desventurado asesor, borrar su pizarra mágica, es decir, eliminar el historial de sus concesiones a la derecha enloquecida y convencer a los votantes de que en realidad es un moderado. Y a lo mejor lo consigue.
Pero esperemos que no pueda, porque la clase de concesiones que ha hecho en su intento por hacerse con la designación tiene importancia. Independientemente de lo que Romney pueda creer personalmente, el hecho es que al respaldar las fantasÃas paranoicas de la derecha está contribuyendo a intensificar una tendencia peligrosa de la vida polÃtica de EE UU. Y deberÃa responder de sus actos.
*Sin Permiso
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