![]() |
Edición 217 | ||||
Escrito por Alfredo Jalife Rahme | ||||
Martes, 01 de Septiembre de 2009 21:35 | ||||
![]() ¿Japón se libera de la globalización y adopta la multipolaridad? No es un escenario descabellado: el 30 de agosto se puede gestar un nuevo equilibrio mundial en el noreste asiático en favor de China y en detrimento de Estados Unidos si el Partido Democrático, de oposición, gana las elecciones en Japón -como apuntan los sondeos-, lo cual pondría fin a la hegemonía del partido único en el gobierno, el Democrático Liberal, totalmente sometido a los designios unilaterales de Washington. Cuatro días después del aniversario del lanzamiento de la bomba nuclear en Hiroshima, Yukio Hatoyama, líder del Partido Democrático, quien puede escribir la epopeya de la nueva historia asiática, arrojó su bomba atómica conceptual al fustigar el “fundamentalismo del mercado dirigido por EU” y su “globalización sin límites”, en un ensayo en la revista nipona Voces, que resume The Financial Times (El líder del Partido Democrático de Japón ataca la globalización lidereada por EU; Mure Dickie; 10/8/09), portavoz del neoliberalismo global neoliberal que no oculta su estupor.
La “unión regional de divisas” propuesta por el audaz Hatoyama epitomiza las tendencias globales que hemos detectado en la “regionalización de las divisas”, como reflejo del incipiente nuevo orden multipolar, lo cual anticipamos en nuestro libro Hacia El Japón liberado de los grilletes de la doble ocupación anglosajona (militar y financiera) no será el mismo durante la tercera cumbre del G-20 -en septiembre en Pittsburg- que el emasculado “Japón neoliberal” de la primera y segunda cumbres realizadas en Washington y Londres, respectivamente, donde el partido gobernante nipón: el Liberal (el PAN de Japón), selló en forma suicida la suerte del yen al desfalleciente dólar y en contra de la multipolaridad de las divisas, en particular del euro, y el BRIC (Brasil, Rusia, India y China.) Pese al entreguismo claudicante del Partido Liberal -como consecuencia del efecto dragón de 1997 (que hoy se sabe fue instigado por Más por una realista necesidad imperativa que por idealismo celestial y/o empatía hedonista, la integración geoeconómica y geofinanciera, encabezada por los tres gigantes del noreste asiático con sus pletóricas reservas (3.4 billones de dólares: 40 por ciento del total mundial), será menos difícil que la “integración política” de todo el este que incluya al sudeste. Hatoyama basa su temeraria cruzada política en la “filosofía de la fraternidad” (Yuai), que define como “un sólido concepto combativo” y la “bandera de una revolución”, de la que se burlan sin piedad sus adversarios políticos, muy cortos de ideas y acostumbrados a recibir órdenes de Washington. La filosofía del Yuai (la fraternidad) es sencillamente maravillosa y la aprobamos sin recato: “No implementaremos políticas que abandonen a las olas de la globalización las actividades económicas en áreas vinculadas a las vidas (sic) y a la seguridad humanas, como la agricultura, el medio ambiente y la medicina”, lo que obliga a la “redistribución (¡super sic!) de la riqueza, a mejor bienestar social y a mayor apoyo a los niños”. Hacía mucho que no escuchábamos el término “revolución”, menos procedente de los confines asiáticos, ya no se diga de Japón, que los insensatos neoliberales anglosajones pretendieron haber sepultado, pero que no se percataron haber contribuido en su resurrección cíclica.
The Financial Times, experto en la balcanización ajena, abulta la intrínseca “fractura” interna del Partido Democrático, lo que dificultará aplicar “la filosofía del Yuai”, que promete “devolver el poder local a sus provincias”. En contrapunto a “la teoría del ministerio de Finanzas”, que incrementa los impuestos y guillotina con recortes el bienestar social, el propósito de Hatoyama consistirá en “reformar la burocracia, recapturar la confianza en el sistema de pensiones y otorgar autonomía fiscal a las provincias”, que en su conjunto pasan por “la reconstrucción del sistema político de Japón”. Cita el ejemplo a imitar de la integración de Temerario conceptualmente, pero precavido en materia de seguridad, Hatoyama no se arriesga en indisponer a EU, que todavía constituye “la piedra de toque de la diplomacia” nipona, lo cual no obsta para que entienda perfectamente la fase de decadencia de la unipolaridad estadunidense, por lo que se pronuncia por la multipolaridad, en especial por un acercamiento regional con China y Sudcorea: “como resultado de la guerra en Irak y la crisis financiera, la era de la globalización liderada por Estados Unidos se acerca a su fin, por lo que el mundo se aleja de la unipolaridad estadunidense hacia la era multipolar”. Ni más ni menos que la tesis expresada dos años antes en nuestro libro agotado El Fin de una era: turbulencias en la globalización (Libros del Zorzal; Buenos Aires, 2007.) El probable triunfo de Hatoyama marcará uno de los hitos históricos de la construcción del nuevo orden multipolar del siglo XXI. More articles by this author
|